El primer objetivo de los animales en la ingestión de alimentos es el de cubrir las necesidades energéticas. Así de sencillo. La energía se obtiene de los alimentos quemando a nivel celular sus constituyentes analíticos. La proteína, los hidratos de carbono y las grasas se combinan con el oxígeno de la respiración para obtener energía de ellos.
Denominamos caloría a la cantidad de energía necesaria para elevar un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua. Para hacernos una idea podemos afirmar que 1 gramo de hidratos de carbono o 1 gramo de proteína ofrecen 3500 calorías, mientras que un gramo de grasa ofrece 8500 calorías. Vemos pues que la grasa es energéticamente mucho más densa que la proteína o los hidratos de carbono, siendo esta la razón por la que los piensos tipo ‘alta energía’, más ricos en grasa, ofrecen más calorías que un pienso tipo ‘mantenimiento’.
Cuando se ingiere una cantidad de alimento se podría pensar que una vez hecha la digestión las células del perro tendrán disponible toda la energía que ése alimento contiene (y que llamaremos ‘energía bruta’). Pero de ninguna manera todas esas calorías pasan a la sangre, pues una proporción de lo que come no se digiere y es defecado. Si a la energía bruta del alimento le restamos la energía bruta de las heces nos queda la cantidad de energía que se ha digerido y que ha pasado a la sangre: la energía digestible.
¿Puede el perro utilizar toda la energía que pasa a la sangre? La respuesta es no. Una pequeña proporción de la proteína no puede ser utilizada de ninguna manera y es desechada por los riñones. Y si a la energía digestible le restamos la energía bruta que tiene la orina, nos queda la energía metabolizable, que sí es la que entra en el interior de las células. Y es esta energía aquella que realmente puede usar el animal.
Llegados a este punto podríamos plantearnos una pregunta: ¿Tienen necesariamente el mismo rendimiento energético dos piensos con la misma composición analítica (por ejemplo, ambos con un 32% de grasa y un 20% de proteína)? No necesariamente. Ahora que conocemos los diferentes tipos de energías que existen es el momento de explicar por qué un 32% proteína /20% grasa (llamémoslo A) no tiene por qué contener necesariamente la misma energía que el 32/20 producido en otra fábrica (y que llamaremos B).
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Supongamos que el 32/20 ‘A’ está elaborado con unos ingredientes de altísima calidad, de la máxima digestibilidad, y además sometidos a un muy cuidadoso proceso productivo. Y supongamos que el 32/20 ‘B’ está producido con ingredientes de baja calidad, y en especial con una proteína de muy baja digestibilidad.
Lógicamente si el 32% del producto B es proteína poco digestible, sólo una reducida cantidad de ella pasa al torrente sanguíneo, por lo que de ella no se podrá obtener la energía que se obtendría si fuese bien digerida. Es ésta la razón por la que es perfectamente posible que dos piensos que tengan igual composición nutricional no tengan por qué ofrecer la misma energía metabolizable.
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