“Los tratamientos antiparasitarios siempre deben realizarse bajo prescripción veterinaria y de forma individualizada según el riesgo de exposición”
La importancia de la prevención frente a los ectoparásitos


La prevención frente a garrapatas se recomienda en perros y gatos con riesgo de infestación. Este riesgo aumenta durante la época de mayor actividad de garrapatas, pero en muchas áreas existe durante todo el año. En España, las garrapatas principales son Riphicephalus sanguineus, que predomina en periodos cálidos, de primavera a verano; Dermacentor reticulatus, que se localiza en zonas boscosas, templadas y húmedas del norte peninsular en primavera y otoño; y la garrapata Ixodes spp, que está ligada a zonas muy húmedas, siendo frecuente en el norte peninsular en primavera y finales del verano, y a principios de otoño. En zonas con una elevada prevalencia de garrapatas, se recomienda la inspección regular de los animales y la eliminación inmediata de las garrapatas, en caso de que se encuentren.
La infestación por pulgas supone un riesgo para los animales de compañía durante todo el año en zonas húmedas y templadas; además, su ciclo biológico se puede mantener tanto en el interior como en el exterior de las viviendas. De hecho, su alto grado de adaptación a ambientes urbanos les permite desarrollarse en casas y edificios con calefacción en cualquier estación del año, principalmente en alfombras y suelos enmoquetados. Por tanto, el tratamiento profiláctico debe combinarse siempre con el control ambiental, y deberá ser específico en cada caso, teniendo en cuenta las características del animal y su entorno.

En zonas endémicas de Leishmaniosis canina y Dirofilariosis, los perros deberán tratarse con insecticidas con acción repelente eficaces frente a flebótomos y mosquitos, respectivamente. En el caso de los gatos, será necesario evaluar el riesgo individual para determinar la necesidad de aplicación de un repelente. Estas mismas medidas deben tenerse en cuenta para el control de los mosquitos.
La prevención y el control de los ectoparásitos se puede lograr a través de una combinación de medidas preventivas y tratamientos regulares; lo cual incluye el uso de antiparasitarios externos y medidas de prevención, como el uso de telas mosquiteras y evitar pasear en las horas de mayor actividad del vector (ej. anochecer y amanecer).
En la actualidad, hay gran variedad productos antiparasitarios disponibles en el mercado; estos se diferencian en su composición, forma farmacéutica y duración de la acción. Los antiparasitarios externos en animales de compañía se pueden utilizar de manera profiláctica o terapéutica, y pueden presentar eficacia insecticida, acaricida y/o repelente, por lo que es importante conocer la indicación de su uso para elegir el producto adecuado.
Los tratamientos antiparasitarios siempre deben realizarse bajo prescripción veterinaria y de forma individualizada según el riesgo de exposición, ya que la elección de un producto se realizará teniendo en cuenta diferentes criterios. Esto es, las características epidemiológicas de la zona, la localización, el tipo de actividad, el estilo de vida, la percepción del propietario y la evaluación de los riesgos individuales. Así, el uso de algunos antiparasitarios se recomienda a partir de un peso determinado, mientras que otros no se recomiendan en animales jóvenes, o en perras y gatas preñadas, por lo que será necesario revisar la ficha técnica cuando usemos un antiparasitario en animales de estas características. Asimismo, los piretroides sintéticos son tóxicos para los gatos, por lo que será necesario revisar con especial atención la indicación de las especies animales en la ficha técnica.
En la actualidad, hay antiparasitarios externos que se presentan en forma de comprimidos, spot on, spray, collar, solución tópica y suspensión inyectable. Su elección en base a la forma de presentación se tendrá en cuenta de acuerdo con una serie de criterios tales como el estilo de vida y las preferencias del propietario. De este modo, los antiparasitarios en spot on resultan muy útiles cuando no es fácil administrar un comprimido, como ocurre en el caso de algunos gatos. Los collares son antiparasitarios de larga duración (8-12 meses), sin embargo, algunos collares pueden perder su eficacia si se mojan de forma continuada, siendo en estos casos recomendable el uso de collares con acaricidas e insecticidas resistentes al agua. Por otro lado, animales que conviven con otros animales, especialmente cachorros, tienen el riesgo de morderse jugando, lo cual puede conllevar la pérdida del collar o riesgo de toxicidad por ingesta del mismo.
Respecto la periodicidad, debe tenerse en cuenta la duración del efecto de cada producto a partir de la ficha técnica para su utilización a intervalos correctos. Es necesario que los tratamientos se reapliquen en el periodo indicado, puesto que muchos fracasos terapéuticos se deben simplemente a que no se han aplicado con la periodicidad adecuada.
