Control antiparasitario – Calier – Tercera entrega
El control de los ectoparásitos y la influencia del cambio climático
Félix Valcarcel1; Sonia Olmeda2; Sebastián Martín3; Roger Guix4
1 Científico Titular. Grupo de Estudio de las Garrapatas Ibéricas (ESGARIBER). Investigador en Parasitología. INIA-CSIC
2 Profesor Titular. Universidad Complutense de Madrid. Subdirectora de Investigación e Innovación FGUCM
3 Doctor en Veterinaria. Asesor Consultor
4 Veterinario. Global Marketing Manager Livestock. Calier
El control de las ectoparasitosis no ha avanzado tanto como cabría esperar. En cuanto a su diagnóstico, la exploración clínica puede determinar con facilidad la presencia de larvas de oestrus, garrapatas, o de lesiones cutáneas compatibles con sarna (a confirmar el tipo de sarna en el laboratorio sobre un raspado) o con miasis (debidas a larvas de moscas o a las propias moscas adultas). Y para el tratamiento, se administran fármacos en la época en la que estos son ‘más visibles’ en los animales, sin tener en cuenta sus fases de vida libre, aspecto muy importante pues muchos ectoparásitos son además vectores de patógenos de enorme trascendencia en el ámbito One Health* (enfermedad de Lyme, encefalitis, fiebre hemorrágica de Crimea Congo, rickettsiosis y anaplasmosis). Afortunadamente, los acaricidas e insecticidas disponibles son todavía eficaces.
En las sarnas ovinas (soróptica y sarcóptica) o en infestaciones por Melophagus ovinus, el control sería más sencillo si se pudiese aislar los animales enfermos y los que hayan tenido contacto con ellos, difícil en condiciones de campo. En cambio, en el control de garrapatas, pulgas y artrópodos voladores (oestrus, miasis y culicoides, vectores de lengua azul y la EHE), el principal problema es que ‘sólo dan la cara’ en determinadas épocas. Concretamente, frente a garrapatas generalmente sólo se aplican los 'garrapaticidas' cuando se observan hembras grávidas (repletas de sangre), momento en el que ya habrán transmitido los patógenos que lleven (babesias y theilerias en ovino, y enfermedad de Lyme, tularemia, erliquiosis… a la especie humana).
Frente a los voladores (moscas, culícidos, culicoides, simúlidos…) no suele haber estrategias de control aplicables en el medio ambiente y suelen utilizarse medidas caseras en las instalaciones ganaderas (repelentes, tiras adhesivas…). Sobre los animales su usan repelentes, y para los lugares de cría (estiércol y camas) podemos usar larvicidas.
En definitiva, es cierto que este control es complicado, así que debe ser el veterinario de explotación quien determine qué medidas y tratamientos aplicar, que deben ser sostenibles económica, sanitaria y ambientalmente.
Siguiendo con el control de los ectoparásitos, el cambio climático parece que está implicado en la dinámica de estas enfermedades. Y no sólo el cambio climático, también el desequilibrio de los ecosistemas tiene un efecto directo sobre los artrópodos, que se ven afectados de distinta manera. Un ejemplo de ello lo tenemos en la prensa actual, donde se compaginan noticias sobre el declive y la extinción de numerosas especies de insectos con alarmantes mensajes sobre el aumento o introducción de vectores y las enfermedades que transmiten. La forma en que se ven afectados depende de sus ciclos de vida y fisiología. En general, los menos afectados por el cambio son los parásitos permanentes (piojos picadores o masticadores y ácaros de la sarna). Por el contrario, los más afectados son los que tienen fases de vida en el medio (moscas, mosquitos y garrapatas). El efecto del cambio depende de la intensidad así, aunque el aumento de temperatura y humedad suelen ser beneficiosas para las poblaciones de artrópodos, las inundaciones o el calor excesivo pueden afectarles negativamente. En este contexto de cambio, más que nunca, no deben utilizarse fórmulas generales de control antiparasitario, sino que debe ser el profesional veterinario de explotación el que diseñe la estrategia teniendo en cuenta el parásito a controlar, el medio y las condiciones de la explotación.
Sirvan estos ejemplos para concluir que no es posible generalizar el efecto del cambio global en los vectores y que la prevención de las enfermedades que transmiten pasa por el conocimiento profundo del artrópodo. No hay atajos para conocer el efecto del cambio ni para el control, por eso la perspectiva del entomólogo sanitario es indispensable para cualquier estrategia de control, como en el pasado.