Insectos: una fuente de proteína saludable para las mascotas que ayuda a mitigar la carestía de alimentos y el cambio climático

Según un informe publicado por la consultora GFK, el 56% de los hogares de todo el mundo acoge como mínimo a una mascota. Y en su conjunto, todas ellas consumen entre un 12% y un 20% de la proteína animal que cada año se produce a nivel global, de acuerdo a las cifras que maneja la Asociación Veterinaria Británica (VTA).
Si atendemos a las previsiones de Naciones Unidas, la población mundial va a crecer un 27% en los próximos 17 años, hasta llegar a los 10.000 millones de personas. Y todo apunta a que el registro oficial de mascotas lo hará a un ritmo similar, si no es mayor. En países como España, de hecho, ya hay más animales de compañía que niños menores de diez años. Y al mismo tiempo, la agricultura y la ganadería, dos sectores imprescindibles e irrenunciables para el consumo alimentario humano y animal, son responsables del 20% de las emisiones de CO2 que cada año nos acercan un poco más a un punto sin retorno en términos medioambientales.
El panorama parece desolador, aunque estamos a tiempo de poner en marcha soluciones que hace un par de décadas habrían parecido descabelladas en ciertos países de occidente. Los insectos, por sí solos, no van a sacarnos del atolladero en el que nos hemos metido, pero sí nos pueden ayudar a optimizar los recursos que tenemos, sin descuidar por ello nuestra alimentación ni la de las mascotas que conviven con nosotros y forman parte de nuestro núcleo familiar.
Proteína y grasa de primera calidad

Actualmente hay tres insectos que cuentan con la aprobación sanitaria para el consumo humano y varios más con autorización para las dietas animales. Entre ellos, el Tenebrio molitor o gusano de la harina, que Tebrio cría y transforma desde hace casi diez años. Si es seguro para nosotros, por qué no iba a serlo para ellos.

La harina que se extrae de este coleóptero tiene más de un 72% de proteína, cuya composición es equiparable a la de la carne de pescado. Y además es digerible en más de un 98%, lo que ayuda a regular y ajustar el sistema digestivo del animal que la consume. Al mismo tiempo, refuerza su sistema inmunológico, ya que contiene péptidos antimicrobianos de bajo peso molecular y una dosis justa de ácido láurico. En otras palabras, mejora la microbiota intestinal, tiene efectos antioxidantes y puede prevenir ciertos daños celulares.
Del Tenebrio molitor se extrae también una grasa insaturada cuyo perfil oleico está a medio camino entre el aceite de oliva y el de girasol. Y puede por tanto sustituir a los aceites de pescado que se incluyen en la formulación de otros piensos industriales, y que en muchos casos proceden de actividades marinas poco sostenibles, como la pesca de arrastre de especies similares a la anchoveta.

Una industria sostenible

Resulta evidente a estas alturas que para garantizar el abastecimiento de alimentos necesitamos nuevas fuentes de suministro. Pero al mismo tiempo, debemos conseguir que sean sostenibles. En parte, para compensar aquellas que no lo son tanto, pero de las que no podemos ni debemos prescindir, independientemente de que sus sistemas productivos puedan optimizarse para dejar la mínima huella medioambiental posible.
En comparación con cualquier otra explotación agropecuaria, una granja de insectos necesita infinitamente menos espacio, menos agua y menos recursos accesorios para producir mucha más cantidad de proteína. Incluyendo la electricidad, ya que los insectos se crían de manera vertical y generan buena parte del calor que necesitan para desarrollarse. A ello hay que sumar, en el caso de Tebrio, el empleo de fuentes renovables, como la solar, que garantiza el autoabastecimiento de sus plantas productoras.

Ajuste de los precios

Tebrio pasará de producir 2.500 toneladas de productos al año a más de 100.000 en 2025, gracias a la nueva fábrica que estamos construyendo en Salamanca, un complejo que ocupará 80.000 metros cuadrados y que será el buque insignia de una flota que espera también desembarcar en Sudamérica.
En definitiva, la industria del pet food tiene un prometedor horizonte por delante, ligado a valores como el bienestar animal y medioambiental, la protección de los ecosistemas, la sostenibilidad y un modelo de economía circular que tarde o temprano será imperativo para todas las empresas que quieran operar en un mercado cada vez más exigente. A la vista de la situación actual, las fuentes de proteína alternativa jugarán un papel decisivo en el desarrollo del sector. Y la que ofrecen los insectos cumple con todos los requisitos nutricionales y sanitarios que hoy en día exigen nuestras mascotas. Una vez más: si es buena para nosotros, por qué no iba a serlo para ellos.