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Comportamiento animal

La etología canina aplicada al adiestramiento de los perros

Erik Farina, biólogo evolutivo y etólogo canino

26/06/2023

Como biólogo evolutivo y etólogo canino, me pregunto siempre cómo fue la domesticación del lobo al perro, y el mayor experimento de genética del siglo XX fue el trabajo del biólogo Dmitry Belyaev con los zorros en 1948, donde finalmente fue resuelto el enigma de cómo el lobo 'se convirtió' en perro. Durante casi un siglo, la mayor idea de Darwin tenía un vacío para Belyaev.

Erik Farina, biólogo evolutivo y etólogo canino
Erik Farina, biólogo evolutivo y etólogo canino.

Para ilustrar la selección natural, Darwin no sugiere directamente que los seres humanos comparten un ancestro común con los simios. En su lugar, utiliza un concepto que todo el mundo conocía, la domesticación. Todo el mundo sabía que se podía criar selectivamente a los perros con ciertas características físicas, como el tamaño o el el color del pelaje. Darwin quiso extender esta idea un poco más allá sugiriendo que, en vez de de la mano del hombre, fue una selección natural lo que llevó a evolucionar. El problema fue que no podía decir cómo se inició el principio de la domesticación: nadie estaba tomando notas mientras el primer lobo fue transformado en un perro, o un jabalí en un cerdo. Aquí es donde Belyaev intervino y, en silencio, comenzó una tarea hercúlea que nadie hubiera creído posible: poder domesticar una especie desde cero.

Belyaev comenzó su experimento con el zorro plateado. En lugar de tratar de crear una especie domesticada, seleccionada para cada rasgo físico, la había seleccionado por un rasgo de comportamiento sencillo. Según la distancia de fuga, si los zorros se acercaban a una mano humana, eran seleccionados. Después de solo 45 generaciones, los zorros experimentales comenzaron a cambiar en formas que podrían requerir no solo miles de años, sino millones  en el medio silvestre.

Los zorros experimentales de Belyaev eran radicalmente diferentes de la población control: tenían cráneos y dientes caninos más pequeños. Sus pies estaban manchados y sus colas se acortaron. También tenían las orejas caídas y ladraban. Belyaev lo había hecho. Había tomado una población de animales salvajes y, esencialmente, domesticado. Y no solo eso, había descubierto el mecanismo por el que pasó: no por la cría de forma intencionada para cada rasgo físico, sino al ser seleccionados solo por el comportamiento. Es decir, el poder criar a los animales que fueron amables hacia las personas. Esto ha demostrado que la selección basada en la docilidad repercute en el aspecto general del perro. La adrenalina –la hormona del peligro– y la melanina –el pigmento del pelo y la piel– están químicamente ligadas, de manera que cambian juntas, igual que los neurotransmisores –dopamina y noradrenalina– que controlan el comportamiento. Si un sistema se ve afectado, se produce un efecto dominó entre el color y el comportamiento. 

Los zorros plantearon la posibilidad real de que la selección natural pudo convertir los lobos en los primeros proto-perros de una manera muy similar, sin intervención ni control humano intencionado: los seres humanos comenzaron a formar asentamientos más permanentes en los últimos 15.000 años. Una nueva fuente de alimento canino, con las sobras de la comida, parece que condujo directamente a la evolución de los perros que conocemos y amamos, . Así, solo los lobos menos temerosos y agresivos hacia los seres humanos fueron capaces de tomar ventaja de esta nueva fuente de alimento. Sufrir los cambios físicos, como el color del pelaje, no tardó muchas generaciones en esos lobos amigables. Pronto, los lobos dejaron de actuar como lobos. Muchos modificaron el pelaje con manchas e incluso algunos tuvieron las orejas caídas o la cola rizada. Al igual que los zorros, ellos también, accidentalmente, se hicieron más hábiles en sus respuestas al comportamiento de los seres humanos.

El adiestramiento del perro, un aprendizaje

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El aprendizaje es un mecanismo gracias al cual un ser vivo adquiere una nueva secuencia de comportamiento (cuyos efectos le resultan favorables) o, por el contrario, renuncia a una reacción (porque le es sistemáticamente desfavorable) pero, clásicamente, la noción de aprendizaje puede ser más sutil y no depender completamente de la presencia de esas dos intervenciones externas: de la misma manera que existen varias escuelas de psicofisiología, también existen varios tipos de aprendizaje. El término condicionamiento se ha utilizado a propósito de las dos formas más simples de aprendizaje pero cada vez se emplea menos por la connotación peyorativa que tiene. Para una mayor claridad de exposición, trataremos cada una de esas dos formas de aprendizaje y sus aplicaciones en los perros.

  • El condicionamiento clásico o Pavloviano

Históricamente, la noción de aprendizaje o de condicionamiento va asociada al nombre de Pavlov, por lo que se suele hablar de acondicionamiento Pavloviano. El perro está directamente implicado en esta primera fase de la exploración del aprendizaje puesto que Pavlov realizó con perros sus célebres experimentos. A pesar de que su principio es extremadamente sencillo y conocido por todos, vamos a recordarlo brevemente:

Es un hecho que los perros salivan cuando se les presenta un plato de comida. Al principio, Pavlov le hacía oír a un perro el sonido de una campana antes de darle la comida. Una vez que hubo repetido sistemáticamente esta asociación, lo sometió al ruido de la campana pero le suprimió la comida, a pesar de lo cual, volvió a salivar, lo que le llevó a deducir que el plato de comida constituía el estímulo obligatorio y la campana el estímulo condicionante.

A partir de ese resultado, Pavlov elaboró una teoría del aprendizaje que explicaba mediante este tipo de condicionamiento todos los comportamientos observables tanto en los hombres como en los animales. El gobierno soviético hizo suya esta teoría que dejaba al entorno (generador de estímulos condicionados) la facultad de moldear por completo la personalidad humana, y decidió utilizar el condicionamiento Pavloviano en la educación (y reeducación) de la población y en la formación de los perros militares.

  • El aprendizaje Skinneriano o condicionamiento operante

El psicólogo estadounidense Skinner trabajó en otra dirección. En lugar de reforzar una respuesta orgánica tan simple como la salivación refleja, intentó moldear en los animales de laboratorio (el bestiario Skinneriano se limitaba a la rata y a la paloma) comportamientos motores voluntarios. Skinner puso ratas en ayunas en jaulas, desprovistas de cualquier característica estimulante, en las que la comida solo se podía conseguir por medio de una pequeña palanca situada a su alcance. Cuando las ratas exploraron la jaula no dejaron de tocar la palanca liberando así la comida que podían llevarse a la boca. A partir de entonces, los roedores se pusieron a buscar de nuevo la comida explorando alrededor de la palanca hasta llegar a comprender, poco a poco, que tenían que levantarla para que apareciera la comida. Así, 'entendieron' que el gesto de 'levantar la palanca' era operante (es decir, eficaz). Esta es la razón por la que el aprendizaje Skinneriano se llame también 'aprendizaje operante'.

Estos experimentos permitieron definir las reglas que rigen el castigo y la recompensa. Siguiendo el mismo método de Pavlov, Skinner intentó reducir el conjunto de las ciencias del comportamiento al estudio del condicionamiento operante y creó la Escuela Behaviorista cuya importancia social y política fue enorme en Europa occidental y en Estados Unidos. Las técnicas de reeducación del hombre y de los animales basadas en dicha teoría se denominan 'terapias comportamentales'.

Así, el cazador que refuerza con la voz el ardor de su perro cuando este empieza a seguir una vía y lo recompensa cada vez más, a medida que su comportamiento se acerca a lo que se pretende de él, y que se calla cuando el perro comete un error, está poniendo en práctica, aunque no lo sepa, el 'shaping' (modelaje), una aplicación directa de los trabajos de la escuela Skinneriana.

No hay que ser especialista en el estudio del comportamiento para entender las objeciones que planteaba tal teoría (con independencia de cualquier discurso político o ideológico).

  • El aprendizaje por imitación

Sin embargo, la etología (ciencia del comportamiento animal) ha demostrado que los comportamientos observados en situaciones naturales (y no en un medio cuidadosamente simplificado como el de las jaulas de Skinner) no podían explicarse únicamente por el aprendizaje Skinneriano. Razonando en términos de duración, se llega a la conclusión de que la esperanza de vida de un perro debería prolongarse de quince a veinte años para que el animal que procediera por ensayos y errores (caso de la rata y la palanca) pudiera aprender todo lo que necesita.

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