Seguida de la alergia alimentaria y la alergia a picaduras de artrópodos (como las pulgas)
La dermatitis atópica, la alergia más común en mascotas
De todas las alergias, la más frecuente en perros y gatos es la dermatitis atópica, es decir, la provocada por alergia a alérgenos ambientales, como los ácaros del polvo y los pólenes.
Sin embargo, Mar Bardagí Admetlla, jefa del Servicio de Dermatología de AniCura Ars Veterinària Hospital Veterinari, advierte que hay otras alergias que también se dan en mascotas y que, por tanto, se deben tener en cuenta para encontrar un tratamiento efectivo.
“Tras la dermatitis atópica, las alergias más habituales en mascotas son la alergia alimentaria y la alergia a picaduras de artrópodos (como las pulgas, entre otros)”, explica esta experta, licenciada en Veterinaria, MSc, PhD y diplomada por el European College of Veterinary Dermatology. “También se dan reacciones alérgicas agudas, como por ejemplo el Angioedema (por vacunas, picaduras de artrópodos o, más frecuentemente, por contacto con Procesionaria). De manera mucho menos frecuente, se dan reacciones anafilácticas (que a veces se observan como reacción a vacunas o picaduras de avispas o abejas)”.
¿Cómo saber si una mascota tiene alergia?
Los síntomas de la alergia en mascotas dependen del tipo de alergia y de cómo se manifieste. En cuanto a la dermatitis atópica, estos difieren en perros y en gatos. En perros atópicos, es frecuente observar prurito (picor), que puede ser estacional o no, generalizado por todo el cuerpo o localizado en algunas zonas (como patas, zona facial o axilas). Una presentación también frecuente de la dermatitis atópica en perros son las otitis recurrentes o dermatitis asociadas a infecciones bacterias o levaduras. Por su parte, los gatos atópicos pueden presentar, como signos más frecuentes, prurito del cuello y facial, generalizado y/o alopecia autoinducida.
La alergia alimentaria se puede manifestar en las mascotas con signos cutáneos (son los mismos que en la dermatitis atópica), gastroentéricos (vómitos, diarreas y falta de apetito entre otros) o ambos (cutáneos y gastroentéricos).
En el caso de alergia a la picadura de pulgas, en perros se observa picor localizado en el tercio posterior del animal, principalmente en la base de la cola y abdomen. En gatos, esta alergia no se diferencia clínicamente de las otras, pudiéndose manifestar con prurito generalizado, prurito de cabeza y/o cuello, alopecia audotinducida o dermatitis miliar entre otros.
El shock anafiláctico se puede presentar con debilidad generalizada marcada, vómitos, diarreas y, a veces, con dificultad al respirar. En este caso, se trata de una urgencia —la vida del animal corre peligro—, por lo que se tiene que buscar atención veterinaria lo antes posible.
Diagnóstico y tratamientos
No hay una prueba diagnóstica que determine si la mascota tiene alergia y, en el caso de que la tenga, qué tipo de alergia es. “El diagnóstico será clínico, realizándose a partir de la historia clínica y del cuadro lesional, y descartando otras enfermedades que puedan dar un cuadro clínico similar”, señala Mar Bardagí. Hay laboratorios que ofrecen realizar pruebas de alergia con una muestra sérica. “Es importante tener presente que estas pruebas se realizan solo cuando ya se ha llegado al diagnóstico de dermatitis atópica y en el caso que se quiera realizar una inmunoterapia alérgeno específica (vacuna de alergia)”.
En cuanto al tratamiento, este dependerá del tipo de alergia que tenga el animal. “El tratamiento básico de cualquier alergia es evitar el contacto con el alérgeno. En el caso de alergia a la picadura de pulgas o alergia alimentaria es factible, ya sea con un tratamiento eficaz contra las pulgas o evitando el alimento que cause la alergia alimentaria”, indica la experta. “Sin embargo —añade—, en la dermatitis atópica, evitar el contacto con el alérgeno es más difícil. Se pueden hacer modificaciones ambientales (cerrar ventanas en épocas de polinización, control de ácaros del polvo en casa) y baños frecuentes”.
Normalmente estas medidas no son del todo eficaces y se necesita tomar otras, farmacológicas, para el control del prurito y, en caso de estar indicada, la realización de una inmunoterapia alérgeno específica. Para el tratamiento farmacológico del prurito hay distintos fármacos. Se utiliza uno u otro dependiendo de las características del paciente (edad, enfermedades concomitantes) y del prurito que presenta (agudo, crónico, estacional o no).
Bardagí insiste en que la dermatitis atópica es una alergia crónica que, si no se controla satisfactoriamente, causa mala calidad de vida tanto a la mascota como a sus tutores. “Su diagnóstico, así como el de sus complicaciones, es primordial para escoger el mejor tratamiento. Pero también lo es una buena comunicación con los cuidadores para explicar la enfermedad y las distintas opciones terapéuticas, con el fin de buscar la mejor manera de controlarla. Todo esto sin obviar las posibilidades de cada familia, pues cada mascota tiene su alergia con sus particularidades, pero cada familia también tiene las suyas”, concluye.