Cuidados invernales
Especialmente para perros pequeños, que son más sensibles, no está de más utilizar algún abrigo o chubasquero, pero esta indumentaria debe reservarse exclusivamente para protegerlo del frío durante el paseo, no para estar en casa. En cuyo caso, no cumplirá su cometido.
Si nos vemos obligados a sacarlo de paseo cuando llueve, debemos secarlo concienzudamente al volver a casa, ya que dejarlo húmedo puede alterar la salud de su piel (lo menos grave) o producir alguna patología relacionada con el enfriamiento, que puede entrañar mayor gravedad.
También durante el invierno las patas del perro están en riesgo. Esto es especialmente evidente en el perro que no suele salir al campo y un día, esporádicamente, va a la nieve, ya que el frío excesivo puede producir alguna laceración en las almohadillas, que será mejor prevenir con un protector.
Asimismo, durante estas excursiones no se debe dejar que el perro “coma” nieve, ya que puede producirle alguna indigestión. Lo mismo que comer hierva cuando está helada.
Antes de la llegada del frío es muy adecuado que sus vacunas estén al día y continuar con sus desparasitaciones periódicas. En caso de duda, consulta con tu veterinario.
Por su importancia, vamos a concluir con la alimentación. La Navidad es una época de excesos culinarios por nuestra parte pero que no debemos compartir con nuestro perro. Él debe seguir comiendo su alimento habitual en su horario de siempre, sin recibir ningún extra, mucho menos si este es dulce o contiene chocolate.
Los excesos alimenticios pueden producir algún que otro trastorno digestivo, como diarreas y vómitos, que se pasa tras un par de días de malestar, pero también pueden producir sobrepeso y diabetes, lo que es más grave y más difícil de corregir.
Si tu perro es de los que roba comida si está a su alcance, en esta época del año, cuando hay tantos alimentos inadecuados para él en casa, lo mejor es extremar las precauciones y no permitir que acceda a ellos. Esto es vital si hay huesos en nuestra comida.
Quizá hayas oído que durante el invierno el perro gasta más energía para mantener su temperatura corporal y que, por ello, hay que aumentar su ración diaria. Esto solo es verdad para perros que viven en el exterior todo el día, pero no para aquellos que están dentro de casa la mayor parte del tiempo.