Crean una vacuna genética para prevenir la leishmaniosis cutánea y visceral
El grupo de investigación Inbavet, perteneciente a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, ha diseñado una nueva vacuna genética capaz de conferir protección frente a las formas cutánea y visceral de la leishmaniosis, una enfermedad tropical desatendida. En el mes de diciembre se presentó una solicitud de patente internacional para proteger esta vacuna.
El grupo Inbavet ha conseguido concentrar en una vacuna varios genes del parásito Leishmania infantum, que están implicados en la patogenia de la enfermedad. De esta manera se ha diseñado una vacuna genética con la que es posible poner en alerta las defensas inmunitarias del hospedador ante una infección con Leishmania.
Experimentalmente, al administrar la vacuna en ratones, estos incrementan sus defensas inmunológicas y una vez infectados son capaces de disminuir de forma considerable la multiplicación parasitaria y evitar la aparición de lesiones cutáneas. Por el contrario, como pone de manifiesto el reciente trabajo publicado por Inbavet en la revista Veterinary Research, los grupos control sin vacunar sucumben a la leishmaniosis (Figura 1).

Aún más interesante es la protección que otorga la vacuna frente a la leishmaniosis visceral. Los ratones vacunados presentan un bajo número de parásitos en órganos viscerales en comparación con los grupos control tras la infección experimental con L. infantum.
Las leishmaniosis son un grupo de enfermedades tropicales que, junto a otras trece, están catalogadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como desatendidas u olvidadas, ya que no despiertan el interés de la industria farmacéutica. La transmisión de la enfermedad se produce como consecuencia de la picadura de un insecto díptero conocido como flebótomo, que actúa como vehículo de los parásitos de Leishmania entre animales y personas.
A pesar de su enorme impacto, sobre todo en países del Tercer Mundo, en la actualidad no existe ningún método profiláctico completamente eficaz contra ninguna de las formas de leishmaniosis humana. Sin embargo, existen evidencias clínicas y experimentales que demuestran que es posible conseguir una vacuna para su prevención.
En el ámbito mediterráneo, España también sufre de casos de leishmaniosis humana, aunque suelen reducirse a personas con defensas inmunológicas bajas, por lo general como consecuencia de padecer otras enfermedades. Los casos de leishmaniosis más comunes se dan en perros y gatos, que juegan un papel clave como reservorios del parásito, haciendo posible la transmisión de la enfermedad a seres humanos mediante la picadura del flebótomo. Además, los casos de leishmaniosis canina y felina constituyen un problema en sí mismo. Estos animales infectados por Leishmania infantum pueden desarrollar un cuadro clínico grave que conlleva al debilitamiento y posible muerte del animal debido a la ineficacia de los métodos de tratamiento y a la toxicidad de sus efectos secundarios. Recientemente en España se ha comercializado una vacuna frente a leishmaniosis canina, no exenta de algunos efectos secundarios.
Entre las ventajas de nuestra estrategia de vacunación, cabe destacar que se trata de una vacuna genética (vacunas de tercera generación), que es una de las más eficientes. Es capaz de inducir la síntesis de la poli-proteína que codifican los genes contenidos en la vacuna y de generar una respuesta inmunitaria específica y de larga duración en el hospedador. Además, es segura y no genera reacciones adversas en el sitio de inoculación, a diferencia de las administraciones proteicas.
Es compatible con otras estrategias de vacunación. De esta manera, la vacuna puede ser administrada en los animales bien como vacuna de ADN, bien a través de vehículos vacunales como células dendríticas o cepas bacterianas atenuadas.
En comparación con otras vacunas genéticas que se comercializan en la actualidad, esta vacuna está compuesta exclusivamente por componentes del propio parásito con una alta especificidad para descartar problemas de autoinmunidad. Además, no emplea adyuvantes sintéticos o naturales de origen vegetal que pueden llegar a ser contraproducentes, sino que la propia composición de la vacuna, que incluye el gen que codifica la proteína de choque térmico HSP70 del parásito, es la que favorece un efecto inmunomodulador que potencia las defensas inmunológicas contra el resto de componentes del parásito.
Otra ventaja de esta vacuna es que no induce la producción de anticuerpos antiparasitarios, que son ineficientes en la lucha contra Leishmania, ya que se trata de un parásito intracelular. En cambio, esta vacuna sí es capaz de disminuir la susceptibilidad natural a la infección. Finalmente, el carácter multicomponente de la vacuna garantiza un amplio abanico de dianas de reconocimiento inmunitario alternativo dependiendo de la especie de Leishmania implicada.