El consumo obsesivo de contenidos, un peligro para los niños
La Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha elaborado un estudio en el que analiza el consumo obsesivo de contenidos y cómo afecta a los más pequeños.
Según un informe elaborado por Nielsen, un 36% de los contenidos más vistos en plataformas de streaming a lo largo de 2020 fueron programas infantiles o preadolescentes. Además, según Barlovento Comunicación, en 2020 el consumo de televisión lineal se elevó hasta las 5 horas y 37 minutos por espectador y día, siendo la media en el grupo de 4 a 12 años de 3 horas y 20 minutos al día. Con todo, queda claro que el público infantil y preadolescente consume muchas horas de contenido, y para Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, esto permite que “las plataformas estén aprendiendo los gustos de los más pequeños, que al fin y al cabo son la audiencia del futuro”. Neira advierte también que “de la misma manera que lo hacen con los adultos, las plataformas estrenan los contenidos para menores en bloque (temporadas enteras), con el fin de generar un consumo adictivo que a ellas les resulta rentable. Lo que buscan es tener a la gente enganchada y se ve más en los niños, cuyo consumo ya es compulsivo de manera natural”. Por si no fuera poco, la pandemia ha provocado que el consumo televisivo de los menores de edad haya aumentado un 5% este último año.
Los recurses de seducción son más nocivos en los menores
Las plataformas utilizan las mismas estrategias para seducir al espectador adulto y a los más pequeños, como los estrenos en bloque, el encadenamiento automático de los capítulos o la posibilidad de saltar los créditos de inicio y final. “Nuestro sistema nervioso no tolera la espera” asegura Diego Redolar, neurocientífico de la UOC, y ello lo saben bien las plataformas de contenidos. El problema es que estas estrategias favorecen el consumo obsesivo (o ‘binge-watching’), “creando una relación más fuerte y empática entre espectador y personajes’ asegura el neurocientífico. Para Elena Neira, además, este vínculo es todavía mayor en los más pequeños, ya que “empatizan más con los personajes y la animación ya se hace pensando en esta relación emocional profunda, con el objetivo de convertir al niño en un espectador intenso”.
Ludificar los contenidos infantiles
Las plataformas de contenidos están trabajando y desarrollando contenidos interactivos y lúdicos para los perfiles infantiles y juveniles. Para Elena Neira, “la interacción tiende a generar mucho más ‘engagement’, porque permite una mayor inmersión en la historia; es claramente una herramienta para generar adicción”. Netflix, por ejemplo, hizo una prueba piloto para incorporar insignias, que los espectadores más jóvenes podían conseguir a medida que iban viendo contenido. La respuesta negativa de los padres obligó a la empresa a descartar la idea.
Los peligros del ‘binge-watchin’ infantil
Diego Redolar advierte que el verdadero peligro está “en el hecho de que la persona deje de realizar actividades importantes, como practicar ejercicio físico, salir con los amigos o socializar, o pierda horas de sueño, para dedicar más tiempo a mirar series. Si este fuera así, podría verse afectado el desarrollo cerebral, ya que estos factores son muy importantes para un correcto desarrollo”.
Para ampliar información y profundizar más en el tema, pueden leer el estudio completo elaborado por la UOC.
