Entrevista a Andreu Massoni, presidente del Gremi de Jardineria de Catalunya
31 de mayo de 2010
Uno de los grandes problemas del sector, y denunciado por muchas asociaciones de jardinería, es el intrusismo laboral. ¿Qué mecanismos se deben tomar para evitarlo?
Durante los últimos años el problema ha ido creciendo de forma desmesurada. La crisis actual ha provocado el desembarco de personas que estaban en la construcción, la agricultura o servicios con muy pocos o nulos conocimientos de jardinería que piensan que con una segadora y unas tijeras ya están capacitados. Por otro lado, encontramos trabajadores de empresas de jardinería que han quedado en paro o personas que siempre han trabajado “en negro”. Estos y otros colectivos que han llegado a la jardinería, así como algunas empresas que hacen competencia desleal, trabajan a precios a los que es imposible que una empresa debidamente legalizada pueda llegar. La administración debe tomarse en serio el problema. La economía sumergida no genera ingresos y en estos momentos que la caja está vacía no lo puede tolerar. Inspección de Trabajo debe ser proactiva. La información y sensibilización de los particulares y resto de clientes también es importante sobre todo, por las responsabilidades que pueden tener en caso de accidente en su propiedad del trabajador “intruso”.
Precisamente está arraigada la falsa idea de que cualquiera puede ser jardinero. Si tuviera que escoger, ¿qué tres principios debe cumplir un buen profesional de la jardinería?
Aunque una parte importante de la población lo ignore, para ser jardinero se han de tener unas cualidades determinadas. Tengamos en cuenta que es un oficio con disciplinas diferentes y complejas. Si la tenemos que limitar en tres puntos quizás serían el conocimiento profundo de la planta, la capacidad de observación y la capacidad de organización. Referente al conocimiento de la planta es importante conocer cómo se desarrolla su adaptación al espacio y clima, cómo tratarla, y qué producto aplicar o trabajo realizar en cada momento. La capacidad de observación para centrarnos en el estado del espacio, los condicionantes y las posibilidades que ofrece este. Entender qué es lo que pide el cliente, interpretar qué es lo que quiere. Se debe observar si la materia viva es la apropiada para ese espacio o jardín y distinguir las necesidades para una posible corrección del lugar o la planta escogida. Finalmente debe tener capacidad de organización, conocer el volumen de trabajo, los recursos tanto humanos, como de tiempos, y por supuesto de la maquinaria o elementos auxiliares a utilizar.
¿Se ha apostado tanto desde el mundo profesional como desde las instituciones por incentivar la formación en la jardinería?
Tenemos muy claro que sin formación el futuro de la jardineria pude estar en peligro. La junta directiva actual del Gremi ya marcó entre los objetivos de su mandato la creación de una escuela de jardinería propia. Por ahora, ha apostado por un convenio con el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya, y tres centros con ciclos de grado medio en jardinería, por la formación “alterna” en la que se vuelve a potenciar la figura del aprendiz. Es decir, que los alumnos comparten la asistencia al centro de formación y a la empresa con un contrato laboral.
Los ayuntamientos están poniendo mayor énfasis en el mantenimiento de sus zonas verdes. ¿Se empieza a tratar estos espacios con la importancia que requieren ubicaciones primordiales en la ciudad?
Afortunadamente sí vamos encontrando ayuntamientos que le dan cada vez más importancia y se esfuerzan en crear nuevos espacios verdes y mantener aquellos en los que ya se invirtió en su día. Se puede decir que hay una actitud variable de los que los tratan con competencia y los que siguen trabajando de boquilla.
¿Hasta qué punto el sector jardinero se ha visto arrastrado por la crisis en el mundo de la construcción?
El sector de la jardinería en Cataluña ya había recibido un duro golpe debido a la aplicación del Decreto de sequía del 2008. Con la desaparición de proyectos y construcciones nuevas, también ha desaparecido una de las líneas de trabajo del sector, lo que ha provocado un alto número de despidos. Mientras se han ido finalizando las obras iniciadas, se ha podido alargar la “entrada en la crisis” y mantener plantillas.
Tanto en el mundo profesional como en el aficionado, ¿utilizamos las herramientas y los productos correctos a la hora de cuidar un jardín?
A nivel profesional se puede decir que sí. La inversión que se hace en maquinaria a veces se puede amortizar aprovechando las sinergias entre empresas de jardinería. Cuando se realizan aplicaciones de fitosanitarios, usamos motosierras, movemos tierras, podamos en altura, etc., cumplimos con todos los requisitos como la formación y certificación necesaria, y los conocimientos suficientes sobre qué productos usar. No hace falta decir que velamos por la seguridad de los trabajadores y la nuestra propia. Claro está que muchos de los que lo hacen como economía sumergida difícilmente pueden garantizar lo anterior.
A nivel particular es más complicado. Las herramientas, de las que hay multitud de clases y categorías en el mercado, a veces se compran por coste, y por lo mismo a veces ni se compran. Muchas herramientas se utilizan para tareas que no han sido fabricadas. La utilización de productos fitosanitarios para jardinería está disponible en envases de poco contenido, pero ojo, porque no dejan de ser igual de peligrosos. Normalmente no se toman medidas de protección, ya sea por eliminar costes o por tratarse de aficionados.
¿Hasta qué punto en el mundo de la jardinería es importante fidelizar el cliente?
Fidelizar significa que con el diseño del jardín, la construcción o el mantenimiento has conseguido satisfacer al cliente. Tengamos en cuenta que como cualquier otro tipo de empresa, nosotros vivimos de nuestros clientes y como expresó uno de los ponentes del último Congreso de Jardinería y Empresa que organizó el Gremi en febrero, “lo que necesitamos es mercado, es decir clientes, que tengan lo que quieren y al precio que suponga un valor para él”.
¿Qué representa el Gremi de Jardineria para el sector jardinero en Cataluña?
Menos de lo que quisiéramos. Más allá del coste por agremiarse o los servicios a los que se puede acceder, se necesita que el sector apueste por el asociacionismo. Por desgracia somos un sector poco conocido tanto para la administración como para el particular. Se mezcla a los jardineros con los viveristas o con los gardens, todos en el mismo paquete, y no es así. Hoy por hoy somos quien representamos más pequeñas y medianas empresas y autónomos del sector. Esa es la fuerza con la que nos presentamos ante los políticos y resto de instituciones. En la actualidad, además de tener convenios de colaboración con diferentes asociaciones del sector, pertenecemos a la Confederación de Horticultura y Planta Ornamental de Catalunya (CHOC) y tenemos la presidencia de la Federación Española de Empresas de Jardineria (FEEJ), desde donde trabajamos por un convenio digno para la jardinería y a través de la cual tenemos presencia en la asociación europea ELCA, a través de la que podemos influir en los designios del Parlamento Europeo referentes al sector.
¿Cuáles son los objetivos del Gremi en los próximos años?
En principio garantizar el buen funcionamiento del Gremi y del sector en general fomentando el asociacionismo. Estamos trabajando para la creación de lo que denominamos “redes comarcales”, una forma para trabajar en el territorio, lo más cerca posible de las necesidades del jardinero. Tenemos intención de seguir al frente de las federaciones dentro y fuera de Cataluña, reforzando la presencia y representatividad en el sector. En septiembre pasado se presentó un estudio sectorial que hicimos con los Departamentos de Comercio y Agricultura de la Generalitat de Catalunya y debemos seguir dinamizando las propuestas que se desprenden del mismo, como es la lucha contra el intrusismo. Queremos consolidar el sistema de formación alterna así como participar en todos los foros de formación.