Apostar por el bienestar animal en beneficio de todos
España cuenta con un sector porcino puntero no sólo en bienestar animal sino también en sanidad animal, alimentación animal y prevención y control integrados de la contaminación y el medio ambiente. El sector porcino español, no sin un esfuerzo titánico en todos los aspectos desde económicos hasta de cambio de mentalidad de nuestros ganaderos, se ha convertido, así, en uno de los referentes mundiales.
Las organizaciones y asociaciones de la producción, transformación y comercialización que conforman la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc) subrayan el fuerte compromiso del sector porcino español con el bienestar animal, el cuidado del medio ambiente, la seguridad alimentaria, el empleo estable, la calidad y la innovación.
Estos aspectos han contribuido de forma decisiva a convertir al sector porcino español en un referente a nivel internacional de lo que se conoce como la ‘ganadería moderna’, profesionalizada, innovadora, respetuosa con la sensibilidad y necesidades de los animales y enfocada en la reducción del impacto ambiental y el cuidado del medio ambiente.
El sector porcino español es hoy un sector estratégico, motor de la economía nacional y generador de empleo en miles de pequeños núcleos urbanos de nuestro país, que son los principales beneficiarios de la riqueza que genera 15.000 millones de euros en facturación al año, lo que contribuye a fijar población en las zonas rurales y dar oportunidades profesionales a miles de jóvenes que desean seguir viviendo en sus pueblos.
Un beneficio común
El bienestar animal en el sector porcino contempla tres aspectos importantes: los referentes al correcto funcionamiento del organismo (que los animales estén correctamente alimentados y sanos), el estado emocional del animal (ausencia de sensaciones negativas como estrés o miedo) y que sea capaz de expresar conductas normales relativas a su especie.
A día de hoy, todas las granjas de porcino en España cumplen con la normativa comunitaria aprobada en 2001 que determina las normas mínimas para la protección de cerdos para contribuir a la mejora y mantenimiento de la competitividad de las exportaciones ganaderas (Directiva 2001/88/CE, de 23 de octubre de 2001). De hecho, España fue uno de los primeros países en implementarla al 100% y el único en el que el número de granjas y, por tanto, de ganaderos ha ido en aumento.
El sector ha apostado rotundamente, como en ningún otro país, por cumplir y potenciar esta normativa sobre bienestar animal, tan estricta yendo más allá de las exigencias europeas. De hecho, España cuenta, además, con otras normativas complementarias que otros países de nuestro entorno no acometen y que contemplan aspectos como: la imitación en el tamaño máximo de las explotaciones; distancias mínimas entre granjas; condiciones de alimentación, descanso y desarrollo pensadas específicamente para su bienestar, no sólo en las granjas, también en su transporte y en los mataderos, en el momento de su sacrificio; espacio mínimo obligatorio que deben disponer los cerdos; la superficie mínima de suelo libre; el diseño de los comederos para entre otras cosas minimizar daños entre animales; los tipos de suelos para que no sean resbaladizos ni causen daño ni sufrimiento.
Además, se prohíben todos los procedimientos que provoquen lesiones o la pérdida de partes del cuerpo del animal.
De esta forma, el bienestar del sector porcino repercute en todos los eslabones de la cadena desde la granja, transporte y sacrificio hasta la industria y comercialización lo que supone, en definitiva, que cuando consumamos carne de cerdo de capa blanca o sus derivados consumamos productos de máxima calidad, saludables, seguros y producidos con bajo impacto ambiental y atendiendo al bienestar de los animales.
No hay zona del mundo donde los animales tengan, por normativa, más espacio, mejores condiciones higiénicas, sanitarias y alimentarias, ni mayores comodidades tanto en las granjas como en el transporte.
Apostando por el bienestar animal nuestros ganaderos no sólo han mejorado las instalaciones de las granjas sino el trabajo y la percepción social. Un esfuerzo que certifica que los productos españoles que llegan a cualquier consumidor del mundo son seguros y de calidad. Lo que ha motivado el crecimiento de un sector basado en la competitividad y en la calidad.
Y es que no sólo hablamos de un sector porcino que cumple con el bienestar animal de los animales sino que cuenta con un sistema de producción puntero también en sanidad animal, alimentación animal y prevención y control integrados de la contaminación y el medio ambiente.
Instalaciones para maximizar el bienestar de los animales
Uno de los factores de mayor importancia para el bienestar animal depende de unas instalaciones que faciliten la expresión del comportamiento de cada animal y que respondan a las necesidades vitales de los mismos. En este sentido, la normativa española contempla una completa regulación que abarca: el tamaño de las explotaciones; el espacio y superficie mínimos obligatorios que deben disponer los cerdos; el diseño de los comederos para entre otras cosas minimizar daños entre animales; los tipos de suelos para que no sean resbaladizos ni causen daño ni sufrimiento; o las condiciones ambientales (niveles de ruido, temperatura o luz), entre otros.
Asimismo, la legislación española establece limitaciones en las distancias entre granjas, entre granjas y casco urbano y entre granjas y vías de comunicación, con el fin de prevenir la difusión de enfermedades, si las hubiera, y contribuir a un mejor reparto rural de las granjas de porcino evitando concentraciones innecesarias de granjas en puntos específicos.
Como resultado de todo esto, en los últimos años el sector, entre otras actuaciones, ha disminuido un 30% el uso de agua por kilo de carne, un 22% las emisiones de gases de efecto invernadero o se ha dotado de un 65% más de espacio para las hembras reproductoras de porcino.
Si en la actualidad el sector porcino español lleva sus productos a más de 130 países de todo el mundo, se debe al trabajo de sus ganaderos y profesionales, al reconocimiento a la calidad y seguridad de cada uno de los productos que pone sobre la mesa y al valor añadido que le da estar bajo el sistema más garantista del mundo con el bienestar animal y el medio ambiente.