Uniformes con historia
Vestirse para limpiar: pasado y presente
Pasado: durante siglos, las mujeres han trabajado en ‘sus labores’
En países como España, el hecho de que la industrialización fuera más tardía que en el resto de Europa hizo que las mujeres se dedicaran al servicio doméstico en un porcentaje altísimo. Las condiciones de trabajo eran muy precarias tanto por la baja remuneración como por la ausencia de límite de horario. Se dedicaban a estos quehaceres quienes llegaban a la ciudad desde núcleos rurales o las clases sin recursos. Hasta principios del siglo XX socialmente existía una barrera excluyente hacia las mujeres que trabajaban. Resumiendo, estaba mal visto. Incluso las que estaban preparadas para ejercer tareas de más nivel incorporándose a una empresa no daban el paso —pese a necesitar ingresos— por el ‘qué dirán’.
En España, las mujeres se dedicaban al servicio doméstico en un porcentaje altísimo.
Entre la nobleza y la alta burguesía lo normal era que el servicio doméstico residiera en las propias dependencias de sus señores. De esta forma se lograba una gran especialización entre los empleados que trabajaban en la limpieza y mantenimiento de sus mansiones. Sin embargo, las habitaciones de los criados estaban alejadas de las de sus señores y en condiciones de gran austeridad. En estos hogares, celebrar acontecimientos, recibir a las amistades y organizar grandes ágapes eran tareas habituales por lo que sí importaba la imagen del servicio, que debía lucir impecable.
La creciente demanda de hoteles y restaurantes salpicó toda la geografía de estos establecimientos y dio un giro a la vida del personal de servicio, que comenzó a profesionalizarse. Se extendían contratos y fijaban horarios. A los trabajadores se les entregaba un uniforme de acuerdo a la tarea a desempeñar. Su calidad dependía de la categoría del local. Al contrario de la tendencia actual, el personal de cocina salía peor parado con la uniformidad, ya que no estaba a la vista de los clientes.
Entre la nobleza y la alta burguesía lo normal era que el servicio doméstico residiera en las propias dependencias de sus señores.
Los tiempos fueron cambiando y la economía de las familias también, la clase media creció y los ingresos de la población se fueron equilibrando. En la segunda mitad del siglo XX, se fueron incorporando al trabajo un gran número de mujeres por lo que requerían asistencia en el hogar. La solución era contar con la ayuda de una asistente. Mientras, se hizo muy infrecuente la atención del servicio doméstico a tiempo completo.
Desde sus inicios, el siglo XXI ha dado un vuelco a la profesión con la salida al mercado de las empresas especializadas en seleccionar los diferentes perfiles para los trabajos de limpieza y mantenimiento tanto de comunidades, como de edificios, garajes, hogares, cuidado de niños, personas de la 3ª edad, etc. Dan servicio a los consumidores pactando un precio por hora. Las empresas son las grandes usuarias; muy útiles también para quienes precisan la asistencia de manera puntual.
La imagen del servicio debía ser impecable.
Pese a los avances, el servicio doméstico sigue siendo el ‘patito feo’ de las profesiones. Por decreto, quien utiliza los servicios de un asistente tiene que darle de alta en la Seguridad Social, una cuestión que se incumple de manera generalizada. Con la inmigración la oferta se ha multiplicado y, junto con la precariedad, incide en que la ilegalidad se mantenga.
Hacer las tareas del hogar que, en algunos casos, incluye cuidar de un familiar enfermo, sigue siendo en nuestros días una labor oculta. La mujer que no se incorpora al trabajo fuera de su casa no cuenta con ninguna valoración. La frase que ha llegado hasta nuestros días para definir su actividad es ‘sus labores’. Afortunadamente, los jóvenes van comprendiendo que la limpieza y el cuidado son cosa de todos.
Presente: la limpieza es cosa de todos
Las tareas de limpieza han pasado del servilismo a la profesionalidad. En especial, el sector de la hotelería cuida cada vez más la imagen de sus camareras de piso inclinándose hacia una uniformidad, ante todo confortable, que transmita el estilo y nivel del establecimiento. A su vez, las empresas de servicios de limpieza ofrecen a los contratados una uniformidad cómoda y que refleje la imagen corporativa.
Propuestas para el sector de la limpieza de Artel.
En cuanto a quienes trabajan para particulares, visten como les parece con contadas excepciones. Sin embargo, la burguesía media y alta opta por la uniformidad de calidad.
En nuestro país, por parte de los fabricantes del sector crece el interés en la innovación de las prendas para la limpieza, un sector en franca expansión.
Uniformes de Isacco, marca distribuida por Camelforme.
Si bien hemos vivido un avance en las condiciones de trabajo y en la estética y confort de los profesionales de la limpieza, los problemas se han trasladado a los hogares. La mayor parte de familias no dispone de presupuesto para pagar una asistenta a diario, lo que conlleva la distribución de las tareas. Si tenemos en cuenta que tanto el hombre como la mujer trabajan, el tiempo del que disponen para poner orden es mínimo, y, cuando hay hijos, realizar las labores domésticas se convierte en una maratón.
Propuestas de Uniformes Gary's.
La mujer sigue llevando el peso de la organización del hogar, aunque el hombre ha ido asumiendo tareas. Entre los jóvenes el equilibrio es mayor que entre los mayores y los de mediana edad. En cualquier caso, nadie puede negar que la evolución se ha hecho notar. Hace años era impensable ver a un hombre empujando un cochecito de bebé. Hoy es una estampa habitual en nuestras calles.
Propuestas para las tareas de limpieza de Dyneke.
Y hay que hablar del delantal. Tras el éxito internacional de la cocina española que ha conseguido encumbrar a los cocineros como artistas, ocupando espacios televisivos y en el papel cuché, numerosos hombres han incursionado en la cocina y se han sujetado sin complejos un delantal, son los llamados ‘cocinillas’.
Sería de desear que, a corto plazo, las asistentes de limpieza se incorporaran a la Seguridad Social y en las familias se distribuyeran equitativamente las labores del hogar.
El delantal es la prenda estrella. Propuestas de Delmas de Mado Fontanals.