Preocupación en Europa por los condicionantes que rodean a la siembra de patata en 2022
Tras la invasión rusa de Ucrania, el mercado europeo de la patata se ha mostrado dubitativo durante las últimas semanas. Según ha difundido en un comunicado la asociación North-Western European Potato Growers (NEPG) que representa los intereses de los productores de este cultivo en Alemania, Francia, Bélgica y Países Bajos, "no hay motivos para que cambien mucho los precios de compra en el mercado libre ni las ventas de productos transformados en la Unión Europea y en el extranjero". La actividad de transformación en la zona NEPG "es buena y funciona al máximo de las posibilidades actuales y los transformadores necesitan patatas", han resaltado.
No obstante, existe un cierto grado de incertidumbre en cuanto a la disponibilidad y los costes del aceite de fritura (para las próximas semanas y meses y también para el próximo año), así como las dificultades logísticas (conductores y camiones, contenedores y envíos) y el consiguiente aumento de los costes.
Costes de producción muy elevados y cereales por las nubes, las principales amenazas para la patata a corto plazo
A principios de este año, se esperaba que los costes de producción para la próxima campaña aumentaran entre un 15 y un 20%. El gas, la gasolina y la electricidad han tenido unos precios muy altos desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania. Lo mismo ocurre con los fertilizantes, principalmente el nitrógeno y la potasa... Y estos aumentos multiplicados por 2, 3 ó 4 tendrán inevitablemente consecuencias en todos los precios de las materias primas y los productos que entran en la cadena de valor de la patata.
Una parte de la superficie destinada a patata en estos cuatro países será sembrada de cereal de primavera, maíz grano o girasol. Algunos productores de patatas se han puesto en contacto con la industria y los transformadores con los que han firmado (o tenían previsto firmar) contratos, pidiendo precios más altos o condiciones más flexibles, señalan desde la NEPG.
"Todos los agentes de la cadena de suministro de la patata se enfrentan a unos costes de producción más elevados. Para que los productores obtengan un precio justo, los comerciantes y los transformadores deben poder vender las patatas envasadas o transformadas a un precio más elevado en la venta al por menor. Y los consumidores también tendrán que pagar más", indican desde la asociación.
Por último se advierte del posible impacto un año más del cambio climático que "podría complicar aún más las cosas y los productores deben darse cuenta que, a pesar de esta crisis tan importante, nuestros países (y otros del mundo) seguirán necesitando patatas y productos elaborados con patata en el futuro".
Para la NEPG, las condiciones de los contratos y la incertidumbre que generan los costes de producción "deben tenerse muy en cuenta antes de tomar cualquier decisión sobre la importancia de las hectáreas y las siembras de patatas".
Las dificultades relacionadas con el cultivo de la patata (disponibilidad de tierras y precios de alquiler, consecuencias de la nueva normativa nacional y/o de la PAC sobre el subarriendo) también podrían influir en la superficie de patata de esta campaña y en la de 2023.