La agricultura europea en transformación
Ricard Ramon i Sumoy
Jefe de unidad adjunto, Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural, Comisión Europea
04/10/2021El Pacto Verde Europeo, formulado a finales de 2019, ha sentado las bases del modelo de crecimiento europeo para la próxima década, un crecimiento que será verde o no será. Europa aspira a reducir las emisiones de gases a efecto invernadero en un 55% para 2030 (en relación a los niveles de 1990), y a la neutralidad climática el año 2050. Esta ambición sólo será posible con una contribución del sector agrícola europeo, el cual, además, jugará un papel creciente en tanto que sumidero de carbono.
Europa se plantea, para el año 2030, un modelo agrícola capaz de reducir de un modo sustancial la huella ambiental y climática: en 2030 se aspira a disponer de un 25% de la superficie agraria útil europea bajo el sistema de producción ecológica (hoy tenemos sólo el 8%); también aspiramos a reducir en un 50% el uso y riesgo de los plaguicidas, y reducir en un 50% las ventas de antibióticos para ganadería. Al mismo tiempo, los esfuerzos para mejorar la calidad de las aguas van a continuar, y se reducirá las pérdidas de nutrientes en al menos un 50%, garantizando que no se deteriore la fertilidad del suelo. Finalmente, se ha establecido una meta que prevé incorporar un 10% de la superficie agrícola con elementos de paisaje de alta densidad.
Estas metas son objetivos complejos, con costes en el corto plazo que la Política Agrícola Común va a compensar. Esta transición implicará una aceleración del cambio tecnológico: la extensión de la agricultura de precisión y de la digitalización nos permitirán avanzar hacia un modelo de agricultura basado en el conocimiento, capaz de producir más contaminando menos.
El consumidor, guiado por los poderes públicos hacia dietas más saludables y sostenibles, adquiere un nuevo rol frente al sector productivo y forzará cambios estructurales importantes: cadenas de valor más integradas y, gracias a la digitalización, más transparentes y próximas al consumidor. La próxima década será la década de empoderamiento de un consumidor que, cada vez más exigente y concienciado, revalorizará determinadas producciones. Un sistema alimentario europeo sostenible implica cambios importantes en los valores que se acabarán traduciendo en el propio valor de los productos.
En un contexto globalizado, Europa continuará luchando para extender nuestros estándares al resto del mundo. Pero la dinámica globalizadora (de la que la agricultura europea depende) va acompañada del crecimiento de los mercados locales de proximidad.
Este proceso de cambio va a tener como protagonistas a los agricultores. Es importante reconocer que los productores europeos ya han hecho grandes esfuerzos en los últimos años. La futura PAC 2023-2027, aprobada el pasado junio, va a ser la principal herramienta de apoyo financiero para apoyar a los agricultores en esta transición. Una transición que implicará nuevos modelos de negocio e incluso cambios en el propio concepto de agricultor y en la relación entre éste y el resto de la sociedad.
Entramos en una nueva era en la que la agricultura y los agricultores requerirán un mayor reconocimiento social en tanto que proveedores de alimentos saludables y sostenibles, gestores de unos ecosistemas y vertebradores de un territorio rural. Este cambio socioeconómico implica diálogo entre visiones distintas, enfoques holísticos y construcción de consensos.