El uso de estiércol sin procesar facilita la transmisión de bacterias resistentes de las granjas a los cultivos y de éstos al consumidor
Investigadoras del Grupo 'Resistencia a los Antibióticos, Seguridad Alimentaria y Salud Pública' de la Universidad de La Rioja han evidenciado -a través de tres tesis doctorales- el intercambio continuo de bacterias resistentes a los antibióticos.
Este se produce entre el entorno humano, el ganadero y el natural; y han identificado reservorios de bacterias resistentes en ríos, aguas residuales, ganado porcino y animales silvestres como las cigüeñas, entre otros.
Las autoras de las tesis son Paula Gómez, Sara Ceballos y Carla Andrea Alonso, doctoras en Ciencias Biomédicas y Biotecnológicas por la Universidad de La Rioja. Sus trabajos han sido dirigidos por las profesoras Carmen Torres y Myriam Zarazaga, investigadoras del Grupo 'Resistencia a los Antibióticos, Seguridad Alimentaria y Salud Pública' de la UR.
Estas investigaciones avanzan en el enfoque global 'Un mundo, una salud' -propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS)- que sostiene la interconexión entre salud humana y animal y su vínculo con el medioambiente.
La catedrática Carmen Torres Manrique explica que "la resistencia a los antibióticos no es solo un problema hospitalario; cada vez que usamos antibióticos en animales y personas las bacterias intestinales pueden adquirir resistencias y pasar, a través de las heces, a las aguas residuales y superficiales, contaminar alimentos o diseminarse en el medio ambiente".
El abuso de antibióticos en el entorno clínico y ganadero ha multiplicado la propagación de bacterias resistentes en el medio natural, donde transmiten con facilidad estos genes de resistencia y virulencia a otras bacterias.
Las investigadoras han identificado en sus tesis diversos animales silvestres (entre ellos jabalíes, ciervos y cigüeñas) que constituyen importantes reservorios (seres vivos donde habita y se multiplica un microorganismo) de algunas de estas bacterias resistentes.
Una situación que, a su vez, amenaza la salud humana, por la posible transmisión de bacterias desde el ecosistema natural al hombre a través de diversas vías: el contacto de los animales silvestres con pastos, zonas de cultivo o vertederos; la invasión de zonas naturales por asentamientos humanos; el consumo de carne de caza; la contaminación de los ríos por vertidos de aguas residuales; el empleo de residuos orgánicos del ganado como abono natural, etc.
La resistencia de las bacterias a los antibióticos está considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de las mayores amenazas para la salud pública. Supone un peligro creciente para la eficaz prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas de origen bacteriano, aumentando el riesgo de muerte (se estima que unas 700.000 personas mueren al año por esta causa).