El proyecto Diverfarming hace balance y traza la estrategia de colaboración con agricultores
El proyecto europeo Diverfarming, que lidera la Universidad Politécnica de Cartagena y financia el programa H2020 de la Comisión Europea, el grupo de socios españoles que forman parte de este consorcio, celebró la segunda Reunión Anual de la Región Mediterráneo-Sur, coordinada por la investigadora del Departamento de Edafología de la Universidad de Córdoba (UCO) Beatriz Lozano.
La reunión, que tuvo lugar en la sede de Zaragoza del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), fue inaugurada por el director de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC), Jesús Val, y la delegada del CSIC en Aragón, María Jesús Lázaro, y dio lugar a la evaluación del trabajo realizado en el proyecto en los últimos doce meses. Del segundo año de actividad se extraen resultados importantes como los obtenidos del caso de estudio número 16, en el que se asocian distintos productos hortícolas con legumbres en un terreno experimental de la huerta murciana, zona aquejada de problemas agrícolas y medioambientales.
Participantes del proyecto Diverfarming en la reunión celebrada en Zaragoza.
En este caso se demuestra cómo tanto el intercalado (combinar dos plantas en la misma hilera) como la asociación 1:1 (alternar hileras de cada cultivo) de melón y caupí (una variedad de judía o frijol) hizo aumentar considerablemente la producción de melón, incrementando tanto su peso como el número de frutas. Bajo técnicas de arado reducido, fertilización optimizada, control integrado de plagas e incorporación de abono verde derivado de los restos de cosecha se comprueba que aumenta también la fijación de nitrógeno al suelo, ya que las leguminosas lo hacen de manera biológica, reduciendo así el aporte de fertilizantes. Que la época de floración del caupí sea inmediatamente previa a la del melón provocó que los polinizadores acudiesen a estas flores, facilitando la polinización del melón.
Otro de los hitos derivados de este año y que abren una vía de sostenibilidad para la comunidad agrícola es la elección del lavandín (mezcla de lavanda y espliego) como cultivo asociado al olivar. Tras el estudio de la cadena de valor de este producto por parte de los investigadores de la Universidad de Jaén que trabajan dentro del grupo formado por la UCO, se encontró una alta idoneidad con el olivar tradicional. Este cultivo que crece en enclaves con régimen de precipitación de hasta 300 mm al año tiene como destino final la perfumería de gama no alta y la industria de la higiene. Su inclusión entre las calles del olivar tradicional permitiría al agricultor una segunda renta, beneficios de políticas agrícolas en el caso de ser considerada cubierta vegetal y una revalorización de esos olivares que, actualmente, luchan por ser sostenibles frente a los intensivos y ultra mecanizados. Los primeros ensayos técnicos se llevan ya a cabo en el olivar experimental que el proyecto tiene en Torredelcampo (Jaén).
Durante la jornada, también tuvo lugar la presentación del prototipo de maquinaria que combinará las diversas funcionalidades que cada cultivo necesita durante su ciclo de vida. Por su parte, el equipo de comunicación, liderado por la Unidad de Cultura Científica de la UCO, presentó la estrategia para la creación de las ‘Communities of practitioners’ que serán las comunidades de agricultores que pongan en marcha la diversificación en sus fincas con la ayuda y el soporte técnico del equipo Diverfarming
Para finalizar, los asistentes pudieron visitar uno de los ocho casos de estudio que se llevan a cabo en terreno nacional, que es un ensayo de regadío situado en Zaragoza y en el que se combinan cereales de invierno con leguminosas como el guisante o la veza. Como cierre, para conocer la cadena de valor y el destino final del cultivo, se recorrió la fábrica de sémola de la empresa aragonesa Arento.