INFORME ESPECIAL: NATALIDAD
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www.puericulturamarket.comsocio-demográfica
, de Teresa Castro Martín y Marta Seizo
(del Instituto de Economía, Geografía y Demografía, CSIC),
aunque “el cambio familiar en sí no constituye algo excep-
cional, ya que la familia siempre ha sido una institución
dinámica que ha ido evolucionando y adaptándose a los
tiempos, desde una perspectiva histórica, las transforma-
ciones acaecidas en las últimas décadas han sido particu-
larmente rápidas”.
El INE, en este sentido, realiza cada diez años un análisis
de los Censos de Población y Vivienda con tal de sacar
conclusiones respecto los cambios en las familias espa-
ñolas. Así, de sus análisis realizados en 1991, 2001 y 2011
se desprende que más allá de la natalidad y el saldo ve-
getativo de nuestro país, las estructuras familiares han
ido variando en España hasta ser totalmente diferentes
a cómo eran 25 años atrás. Así, el tipo de familia más co-
mún entre los españoles en 1991 era la formada por una
pareja y dos hijos, mientras que en la actualidad, la es-
tructura más popular es la de la pareja sin hijos, seguida
de las parejas con un solo niño o niña. Así, el número de
familias numerosas (con tres o más hijos) no ha parado de
descender en los últimos 25 años, hasta el punto que ac-
tualmente ya hay más familias formadas por una madre y
un hijo que el de familias con tres hijos.
Por su parte, las familias con cuatro hijos son aún me-
nos comunes, superadas por los hogares formados por
una madre y dos hijos o un padre con uno o dos hijos. De
este modo, las familias con cuatro hijos eran seis veces
más comunes en 1991 que ahora. Los expertos atribuyen
este cambio en la natalidad y las estructuras familiares
al cambio social en cuanto a la visión de las mujeres de
la igualdad de género, iniciado mucho antes de la crisis
económica, aunque los factores financieros también han
tenido influencia en el descenso de los alumbramientos.
De hecho, según los datos del avance de la Encuesta Con-
tinua de Hogares de 2016, comparando con los valores
medios de 2016 y 2015, el número de personas que viven
solas se incrementó un 1,2% (54.100 personas más). Por
lo que el experto e investigador Luis Garrido opina que “el
emparejamiento y la maternidad, actualmente, son vistos
como formas de dependencia abrumadoras”, que impiden
y cortan las alas, sobre todo a la mujer, en un contexto en
el que la estabilidad económica, sumada a la crisis coyun-
tural, no resulta fácil de conseguir.
Estabilidad económica, un factor
indispensable
Cada vez más, tener un hijo puede llegar a represen-
tar un sacrificio económico mayor. Poder ofrecer a los hi-
jos un entorno de bienestar llega a costar entre 7.600 y
22.000 dólares por hijo y por año, según la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO). En España, en concreto, tal como se
desprende de los datos que BBVA publicaba en 2015, las
familias invertían 19.000 euros por hijo durante sus tres
primeros años de vida. De esta manera, aunque las fa-
milias cada vez tengan menos hijos, el gasto en los más
pequeños cada vez se concentra más. De hecho, mientras
la natalidad desciende, el negocio de los productos para
la infancia aumenta un 6% interanual, según informan
fuentes del periódico El País.
Educar en igualdad
En ningún país del mundo, hombres y mujeres asumen de manera igualitaria la participación en la crianza
de sus hijos. Dicha información se desprende del último Informe sobre la
Paternidad
de este año 2017, el cual
añade que, el hecho de que los padres de todas las edades se involucren en el cuidado de sus niños con igualdad
de género tiene un efecto positivo tanto para el hijo, como para el padre y la madre. En este sentido, una mayor
participación de los progenitores disminuye la tensión respecto a la crianza y el cuidado del hogar.
Los padres involucrados, tal como explica el informe, son más felices y tienen mejor salud física y mental.
Mientras, respecto a la madre, la
paternidad activa
incide en la disminución de las brechas y de la violencia de
género. En este sentido, cuando los padres se involucran, la calidad de vida de las madres mejora y disminuye
la tensión respecto a la crianza y el cuidado del hogar. Algo que también influye positivamente en la experiencia
del parto y en los cuidados de la salud materna, incluyendo los controles pre y posnatales; y potenciando tam-
bién prácticas saludables como la lactancia, el cuidado general de los niños y la vacunación.
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