INFORME ESPECIAL: NATALIDAD
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www.juguetesb2b.comEstabilidad económica, un factor
indispensable
Cada vez más, tener un hijo puede llegar a represen-
tar un sacrificio económico mayor. Poder ofrecer a los hi-
jos un entorno de bienestar llega a costar entre 7.600 y
22.000 dólares por hijo y por año, según la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO). En España, en concreto, tal como se
desprende de los datos que BBVA publicaba en 2015, las
familias invertían 19.000 euros por hijo durante sus tres
primeros años de vida. De esta manera, aunque las fa-
milias cada vez tengan menos hijos, el gasto en los más
pequeños cada vez se concentra más. De hecho, mientras
la natalidad desciende, el negocio de los productos para
la infancia aumenta un 6% interanual, según informan
fuentes del periódico El País.
Sin embargo, todo ello viene enmarcado en una crisis
que sacudió al mundo en 2008, y que en España se tra-
dujo en un gran aumento del desempleo, junto con el
descenso de los salarios. Una recesión económica que,
según la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto
trimestre de 2016, se ha cobrado una tasa de paro del
18,6%. Cifra que dista aún del 13,7% con el que se cerró
2008, cuando la crisis ya comenzaba a destruir puestos
de trabajo. Una situación económica que, cuando ana-
lizamos la población más joven, no deja unas buenas
expectativas de cara al futuro: el paro juvenil supera
el 40% en España, con comunidades autónomas (como
Andalucía o Extremadura) en las que más de la mitad
de los menores de 25 años se encuentra desempleado,
y la temporalidad es superior al 26%. Sin estabilidad,
ni ingresos, se complica la idea de desear ser padres y,
sobre todo, madres.
La importancia de la (des)igualdad de género
Las madres españolas, en un 87,7%, son las encarga-
das de cuidar a los hijos durante sus tres primeros años
de vida, según el Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS). Así, el padre dedica casi el mismo tiempo que la
abuela al cuidado de los más pequeños, con un 5,6% y
un 4,2% del tiempo, respectivamente. Buscando una
igualdad de género fuera de las paredes del hogar, no
obstante, la mujer se encuentra en que la maternidad no
se conjuga con sus expectativas profesionales, que tan-
to han costado de alcanzar, porque cuando se convierten
en madres, deben abandonar las metas logradas. Albert
Vinyals, profesor de ESCODI, sobre este aspecto explica
que España “proviene de una tradición muy machista”, en
la que la mujer, no es que no formara parte del mundo
laboral, si no que más bien dejaba de formar parte con la
llegada del matrimonio o la maternidad.
Y es que, la maternidad sigue lastrando más a las
mujeres que a los hombres, según indica el 70% de
los 8.500 padres y madres encuestados para el infor-
me sobre
Maternidad y trayectoria profesional
elabora-
do por IESE en colaboración con Ordesa. En el estudio,
los resultados son abrumadores: el 53% de las mujeres
consideran que ser madres les ha impedido una mayor
proyección profesional; el 60%, pese a trabajar ambos
progenitores a jornada completa, tiene poco apoyo de su
marido, que cuenta con una situación de ventaja en las
tareas domésticas y de crianza.
Educar en igualdad
En ningún país del mundo, hombres y mujeres asumen de manera igualitaria la participación en la crianza
de sus hijos. Dicha información se desprende del último Informe sobre la
Paternidad
de este año 2017, el cual
añade que, el hecho de que los padres de todas las edades se involucren en el cuidado de sus niños con igualdad
de género tiene un efecto positivo tanto para el hijo, como para el padre y la madre. En este sentido, una mayor
participación de los progenitores disminuye la tensión respecto a la crianza y el cuidado del hogar.
Los padres involucrados, tal como explica el informe, son más felices y tienen mejor salud física y mental.
Mientras, respecto a la madre, la
paternidad activa
incide en la disminución de las brechas y de la violencia de
género. En este sentido, cuando los padres se involucran, la calidad de vida de las madres mejora y disminuye
la tensión respecto a la crianza y el cuidado del hogar. Algo que también influye positivamente en la experiencia
del parto y en los cuidados de la salud materna, incluyendo los controles pre y posnatales; y potenciando tam-
bién prácticas saludables como la lactancia, el cuidado general de los niños y la vacunación.
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