El Gremi de Ferreteria alerta del desequilibrio fiscal entre comercio de proximidad y comercio electrónico
El Gremi de Ferreteria de Catalunya vuelve a destacar el gran impacto que tienen en la sociedad las ferreterías, tanto a nivel de proximidad y trato con los clientes como respecto a los impuestos que devengan con su actividad: “Impuestos de los empresarios y trabajadores, que somos los que pagamos al Estado central, Gobierno autonómico y ayuntamientos repartidos por todo el territorio catalán”, asegura Andreu Maldonado, presidente de la entidad que agrupa a 1.246 puntos de venta repartidos por las cuatro provincias catalanas.
Pero esas cifras, necesarias para mantener el bienestar social, “se irán reduciendo drásticamente con el avance del comercio electrónico sin una tasa de compensación fiscal, generando destrucción de empleo, una caída significativa en la recaudación fiscal y una concentración de la riqueza en las grandes ciudades”, añade Maldonado.
“Es evidente que tanto los costes operativos como los fiscales del comercio de proximidad son más elevados que en el comercio electrónico. Es responsabilidad del empresario compensar el incremento de los costes operativos con una mejor experiencia del usuario en el comercio de proximidad, pero la carga fiscal corresponde a las autoridades equilibrarla con la intención de mantener el bienestar social al que estamos acostumbrados. No se trata de subvencionar al comercio de proximidad como medida de protección ni de castigar fiscalmente al comercio electrónico. Pero es necesario equilibrar los ingresos que aportan los dos modelos de negocio en las arcas públicas del estado, equilibrando al mismo tiempo su competitividad y garantizando en el corto, medio y largo plazo la seguridad, convivencia y bienestar social por todo el territorio”, explica Maldonado.
Según Maldonado, el comercio online empobrece la sociedad sin una tasa de compensación: “Lo que tratamos de hacer es alertar a la Administración del riesgo de empobrecimiento social. El modelo de comercio está evolucionando de un modo similar a como lo hizo la industria hace 40 años, cuando se creyó que era un buen negocio irse a China a fabricar. Pero este modelo también empobreció países enteros, que se quedaron sin lugares de trabajo cualificados. Y parece que estamos delante un mismo modelo, en este caso no de la industria sino del comercio. Es un modelo que aparentemente ayuda al usuario porque es más económico. Pero está destruyendo más de lo que aporta”.