¡Es el momento de remontar!
Ricard Agustín, fundador de Family Business Solutions y consultor de empresas familiares
06/05/2022Después de una época tan difícil, leer titulares como este y ver como se está encauzando la senda de la recuperación no deja de ser una muy buena nueva, aunque todavía no se haya recuperado el nivel de actividad de 2019. Es cierto que la recuperación de pymes y micropymes familiares de determinados sectores no está siendo, en algunos casos, todo lo rápida que nos gustaría, puesto que estas estuvieron muy expuestas a los efectos de la pandemia. Aun así, hemos hablado con muchas de las familias empresarias a las que asesoramos y nos alegra enormemente ver como la mayoría ya está recuperándose de este gran bache que todos hemos sufrido.
Está claro que el papel que está jugando la empresa familiar en la recuperación económica, social y laboral del país tras la pandemia es primordial. En líneas generales, las empresas familiares suelen resistir mejor las crisis económicas, tanto a nivel de impacto, como en lo referente a la destrucción de puestos de trabajo. Tal y como decía el expresidente del Instituto de la Empresa Familiar Marc Puig en una entrevista a La Vanguardia hace unos días: “La Empresa Familiar es sólida porque tiene una posición de apalancamiento moderado, tiene visión a largo plazo y toma decisiones para sobrevivir en el tiempo”.
Las empresas familiares se caracterizan por tener unos valores heredados de los valores familiares y esto hace que sean percibidas como compañías más próximas, seguras, cercanas, naturales, auténticas y de calidad, lo que redunda en su buena imagen y la confianza que transmiten. Además, el mayor grado de compromiso y de dedicación de los familiares y el sentido de pertenencia, de lealtad y de orgullo con la compañía familiar han aumentado la responsabilidad y el esfuerzo para dar continuidad a la misma.
Esta coyuntura, que tiene su origen mayoritariamente en la pandemia, se ha visto además agravada por las repercusiones de la guerra de Ucrania. Y todo ello nos ha traído inflación, ante la cual, tanto fabricantes como distribuidores, se han visto obligados a actualizar los precios de venta al alza para repercutir, por lo menos en una parte, estas subidas a sus clientes, con la confianza de que la situación vaya normalizándose durante los próximos meses.
Ante un entorno tan complicado, que se escapa de nuestro control, poco podemos hacer más allá de adaptarnos y ser lo más resilientes que se pueda. Las empresas familiares son el principal motor de emprendeduría, creación de empleo y generación de beneficios en nuestro país. La naturaleza familiar y la visión a largo plazo que tienen estos negocios es un factor muy positivo y supone un valor competitivo diferencial que, de bien seguro, facilitará que salgan de esta crisis. Estamos convencidos de que todo ello ayudará a superar esta nueva prueba de fuego para su supervivencia.
Evidentemente, ni 2020 ni 2021, y de momento tampoco 2022, han sido años fáciles. La pandemia ha sido un reto constante que ha puesto incontables trabas a las empresas familiares, así como a cualquier negocio del mundo. Aun así, podemos decir que este tipo de negocios han sido capaces de demostrar su fuerza y resiliencia, adaptándose a la situación y creando nuevas oportunidades laborales en la medida de lo posible. Esperamos que, poco a poco, recuperemos del todo las cifras de facturación prepandemia e, incluso, las superemos.