El sector cárnico consolida el incremento de ventas alcanzado durante la pandemia
El sector de productos cárnicos consolidó en 2021 buena parte del crecimiento logrado durante la pandemia, tras cerrar el año con un incremento del 6,6% con respecto a los datos de 2019 –justo antes del inicio de la crisis sanitaria– según los datos presentados por NielsenIQ en el Congreso AECOC de Productos Cárnicos y Elaborados.
Según la información de la consultora, en 2021 los precios de los productos cárnicos crecieron un 1,8%, un porcentaje claramente inferior al 3,1% con el que se cerró el IPC general del pasado año. El analista de NielsenIQ, Ignacio Biedma, destacó que el consumo de carne en los hogares sigue siendo más alto que antes de la pandemia. “La crisis sanitaria cambió la tendencia a la baja en el consumo de productos cárnicos en las casas, por lo que es probable que en los próximos meses parte de este consumo vuelva a sectores como el de la restauración”.
En el análisis de tendencias, el informe subraya que la carne fresca acumula el 62,5% de las ventas del sector, con crecimientos importantes en la demanda de pollo y pavo, mientras cae la compra de productos de charcutería.
La tercera línea de negocio del sector es la de los platos preparados cárnicos, que sigue representando un porcentaje muy bajo del total de las ventas. Aun así, algunos de los servicios, como los de platos preparados calientes en los supermercados, crecieron en 2021 un 66%. “La conveniencia es uno de los principales motivos de compra para los consumidores y todas las soluciones que nos faciliten la vida crecerán en los próximos años”, explicó Biedma.
En esta misma línea, los datos de NielsenIQ muestran que el canal online actualmente tan solo representa el 1% de las ventas de productos cárnicos, pero su crecimiento en 2021 ya fue del 9,8%.
Menos carne, pero de más calidad
La consultora de AECOC Shopperview, Marta Munné, completó la radiografía del sector con la presentación del informe ‘Los indicadores de la carne: entendiendo al consumidor’, que apunta a que el 42% de los españoles consumen hoy menos carne, pero de más calidad.
El informe describe a un consumidor de carne más selectivo que hace algunos años. De hecho, el 65% de los encuestados afirma que consume cualquier tipo de carne, pero ya hay un 29% que limita su compra a algunos tipos de carnes y un 6% que se declara flexitariano y afirma haber reducido significativamente la presencia de proteína animal en su dieta.
Aun así, la carne sigue siendo un producto apreciado y que los consumidores vinculan con el placer. Según los datos de AECOC Shopperview, el 63% de los encuestados indica que disfruta comiendo carne y más de la mitad no se plantea sustituirla por productos con alternativas proteicas, como hamburguesas de tofu o vegetales.
Entre los motivos para reducir el consumo de carne, el estudio apunta principalmente a la preocupación por la salud y la sostenibilidad, el consumo de otras proteínas como el pescado o su sensibilidad con respecto al sufrimiento animal.
Comunicación y la ciencia para rebatir la desinformación y los ataques a la reputación del sector
La CEO de Campofrío Frescos, Camille Greene, aseguró en el Congreso que “nunca había escuchado la palabra macrogranja como en los últimos meses” y consideró que el término “se está utilizando intencionadamente para generar confusión y activar campañas contra la ganadería”. En este sentido, afirmó que en España se cumple con la legislación vigente y ha recordado que las granjas porcinas del país tienen de media 420 cerdos, mientras que países como Alemania tienen 1.900 y Dinamarca hasta 3.500.
El catedrático Carlos Buxadé incidió en que, a pesar de estas cifras, en Alemania los ganaderos son considerados empresarios ejemplares y ha advertido que “la comunicación negativa que se está generando pone en riesgo a las ganaderías españolas y compromete su rentabilidad”. En este sentido, recordó que el consumo de proteína animal está bajando tanto en España como en Europa.
Buxadé defendió que los empresarios son los primeros en promover sistemas productivos sostenibles para asegurar la viabilidad de sus negocios. “El sector busca minimizar la generación de residuos y evitar dañar el entorno, ya que de lo contrario su actividad no es sostenible”. El catedrático aseguró que “las empresas del sector cárnicos son ejemplares y ejemplarizantes”, y les reclamó “pasar a la ofensiva con una comunicación basada en criterios técnicos y científicos, no emocionales”.
También desde la ciencia, la química y divulgadora científica Deborah García insistió en que “los datos científicos refuerzan que el consumo de carne es totalmente compatible con una dieta sana y sostenible, pero defenderlo conlleva problemas, ya que el discurso de moda es el de no comer carne”.
Dos modelos compatibles
En su intervención durante el congreso, el director general de la división avícola de Vall Companys, Josep Solé, aseguró que tanto la ganadería extensiva como la intensiva son necesarias. La primera, para sanear limpiar y sanear los campos y la segunda para garantizar el suministro de carne. En el mismo sentido se expresó el director general de Novafrigsa-Grupo Coren, Dino Grobas, que describió las granjas con más cabezas de ganado como “modernas, eficientes y viables”.
Grobas también rebató el argumento sobre la falta de sostenibilidad de los modelos de ganadería intensiva. “La ganadería genera el 5% de los Gases de Efecto Invernadero, mientras que la producción de tecnología digital supone el 4%, pero no existen campañas en su contra”.
La gerente de RSC de Lidl en España, Michaela Reishcl, incidió en la necesidad de comunicar las buenas prácticas del sector para llegar a un consumidor cada vez más concienciado. “El comprador quiere saber de dónde vienen nuestros productos, de qué están hechos y cómo los envolvemos”. Reischl remarcó que una buena comunicación repercute en las ventas, y puso como ejemplo que las ventas de huevos de Lidl han crecido un 26% desde que apostaron por poner en sus lineales únicamente variedades ecológicas.
Impacto del conflicto de Ucrania
El profesor de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, analizó el actual contexto económico, marcado por el conflicto bélico en Ucrania. “Las sanciones impuestas a Rusia van a afectar al precio de las materias primas, del gas y, por tanto, de la industria agroalimentaria”. Para paliar sus efectos reclamó un “pacto de rentas”, siguiendo el modelo de los Pactos de la Moncloa de 1977, en el que los trabajadores sacrifiquen parte de su poder adquisitivo y los empresarios parte de sus beneficios.
Bernardos pronosticó que “la guerra no va a alargarse y sus efectos van a ser limitados”, por lo que recomendó a las empresas “no repercutir el total de la subida de sus costes a los consumidores para conservar su clientela y pasar este año sin mayores impactos”.
El académico también reclamó al gobierno medidas para paliar los efectos de la inflación y evitar que dañen al sistema productivo. En este sentido, considera necesario aprobar cuanto antes subvenciones al transporte y reducir el impuesto de sociedades.
La cadena de valor cárnica recuerda que las granjas porcinas españolas tienen de media 420 cerdos, por 1.900 en Alemania y 3.500 en Dinamarca