Como quizá ya habéis experimentado vosotros mismos, los problemas de comunicación en una familia empresaria son bastante frecuentes, sobre todo en aquellas que no tienen bien resueltos los temas más complejos y delicados, como el relevo generacional, en un Protocolo familiar o unos Pactos de Familia.
De entrada, os podría parecer ilógico que os cueste tanto comunicaros con efectividad en la empresa con vuestros hermanos y primos, porque os conocéis desde siempre y habéis crecido juntos, o con vuestros padres y tíos, que os han criado desde niños. Pero tiene una explicación: los muros a la comunicación. Estos son los responsables de que, en ocasiones, sea tan difícil mantener una comunicación fluida y transparente y suelen estar relacionados con los diferentes momentos del ciclo vital, con el rol que desempeña cada uno y con las diferencias y distancias existentes entre cada persona, así como entre las distintas generaciones y ramas de la familia.
¿Qué nos pasa? ¿Y por qué nos pasa?
Buena parte de los problemas de comunicación están relacionados con el rol que ocupa cada uno en el trinomio familia-empresa-propiedad y con la confusión de estos roles. No es lo mismo comunicarnos con alguien como propietario, como familiar o como trabajador; sin embargo, en una empresa familiar no siempre es fácil distinguir desde qué posición estamos hablando. ‘¿Estamos hablando desde el rol de accionistas? ¿Conversando como hermanos/primos que se quieren/envidian? ¿O negociando como jefes de departamento?’, es la pregunta que deberíamos hacernos antes de transmitir un mensaje para evitar confusiones. Con el objetivo de asegurar una buena comunicación, también es importante que adaptemos el mensaje según si nos comunicamos con ‘los de dentro’ (los familiares que también trabajan en el negocio, como gestores) o con ‘los de fuera’ (los que solo son accionistas y, probablemente, dispongan de menos información).
Otro muro a la comunicación son las etiquetas que cada uno llevamos asignadas desde pequeños por parte de la familia y que suelen condicionarnos incluso de mayores cuando se trasladan al ámbito laboral de la empresa familiar (el ‘mimado’, el ‘responsable’, el ‘inmaduro’, ‘el cabecilla’ …). Antes de comunicarnos, planteémonos si siguen siendo ciertas, puesto que las personas cambian y es justo que lo reconozcamos.
Del mismo modo, que cada persona tenga unos valores personales muy diferentes puede desembocar en problemas de comunicación. Los valores guían nuestro comportamiento y, si no están alineados con los del resto de miembros de la familia empresaria y no tenemos visión compartida, difícilmente conseguiremos una buena comunicación. Aquí también entra en juego nuestra propia manera de comportarnos, nuestro estilo de vida, nuestro momento vital y nuestra personalidad (dominante, influyente, estable o cumplidor) que crean muros basados en las diferencias personales. Por ello, es importante conocer cuál es nuestro estilo de comunicación y nuestro carácter y, sobre todo, aprender a reconocer el de nuestro interlocutor, para adaptar el mensaje.
¿Y entonces qué hacemos? ¿Cómo lo resolvemos?
En toda familia empresaria se dan malentendidos, roces o discrepancias y no debería preocuparnos su mera aparición. Lo que es crucial es saber abordarlos con un enfoque positivo y constructivo, a través del diálogo y alcanzando el consenso, para evitar que se conviertan en conflictos profundos más graves e impedir que trasciendan a la evolución del negocio. Poner por ambas partes el máximo de comprensión, para adaptar y clarificar el significado de los mensajes, y de empatía, para ponernos en el lugar del otro y escucharle de forma activa, son algunas de las claves que nos ayudarán a lograr una mejor comunicación.
Además, para ser más efectivos en los intercambios de mensajes y obtener mejores resultados, es fundamental poner en práctica la asertividad, puesto que no solo importa lo qué decimos, sino cómo lo decimos. Según la Real Academia Española, ser ‘asertivo’ significa expresar la propia opinión de manera firme, pero no confundamos ser asertivo con ser tajante, inflexible o autoritario. Poder comunicar con asertividad es hacerlo con seguridad, para transmitir claramente lo que se piensa, se siente o se desea, aunque siempre de un modo amable, respetuoso y sensato.
Ser asertivo implica ser claro, explicar bien lo que queremos manifestar y saber transmitir el mensaje de forma serena. En el ámbito personal, la asertividad se asocia con aptitudes como la empatía, el aplomo, la confianza en uno mismo, la autoestima, la honestidad, el sentido de la oportunidad o la responsabilidad. Los buenos líderes son capaces de desarrollar esta habilidad social para transmitir mensajes de manera directa, franca, honesta y eficaz. Y, para quién no haya tenido la suerte de nacer con esta aptitud, que no se preocupe, puesto que también se pueden aprender y ejercitar técnicas que nos ayuden a comunicar con más asertividad.
En una familia empresaria, es muy beneficioso fomentar un clima de relaciones asertivas para que todos los miembros de la familia puedan hablar, debatir y defender sus posiciones, con prudencia y respeto. En otras palabras, se trata de mantener canales de comunicación transparentes y fluidos y de huir de los extremos, tanto de la agresividad (comunicar con violencia) como de la pasividad (ser sumisos). Como ya apuntábamos en el título, no se trata ni de ser agresivo ni de ser pasivo, sino asertivo. Y, sobre todo, hay evitar caer en la dictadura del silencio que muchas veces se instaura en algunas familias empresarias para no herir u ofender a los demás. Si bien callarnos puede evitar conflictos inmediatos, a la larga, ‘echar tierra’ sobre los problemas para ‘taparlos’, puede enquistar los conflictos y empeorar la situación. Recordad que, si se hace bien y con asertividad, abordar los temas difíciles y delicados, aunque cueste, es mucho más positivo en el largo plazo.
Poder comunicar con asertividad es hacerlo con seguridad, para transmitir claramente lo que se piensa, se siente o se desea, aunque siempre de un modo amable, respetuoso y sensato
En una familia empresaria, es muy beneficioso fomentar un clima de relaciones asertivas para que todos los miembros de la familia puedan hablar, debatir y defender sus posiciones, con prudencia y respeto
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