Está en juego el papel de China como supermercado del mundo
Tras el fenómeno desatado de la compra online que se instaló con la pandemia, en el mundo se consumieron miles de millones de productos fabricados en China o que contenían componentes procedentes de este país.
Hay otra razón para que China adopte una actitud conservadora respecto a las exportaciones. Su objetivo es centrarse en la fabricación de productos con un alto valor añadido y depender en menor medida de sus importaciones. Actualmente, el país adquiere estos insumos —en cantidades muy relevantes— en Alemania, Corea y Estados Unidos, en primer lugar. Las empresas tecnológicas españolas también surten a este gran mercado que es China.
En primera instancia, en palabras del presidente de la Confederación Española de Empresas de la Confección, Ángel Asensio, `la propagación del COVID-19 provocó el cierre de fábricas, lo que supuso un retraso de dos meses, aproximadamente’. A este revés se ha sumado la nueva actitud de China. Como previsión, la patronal recomendó en su momento el traslado de las producciones a Marruecos, Turquía o Portugal. Si bien reprogramar la fabricación supone un aumento de costes.
Más allá de los cierres temporales de las fábricas, la clave está en la reducción de las exportaciones a Europa y a Estados Unidos. Circunstancia que ha empujado a las navieras al retiro de buques y a la reducción de viajes, con la consecuencia lógica de la subida de tarifas. Buena prueba de lo que sucede es la baja actividad que se genera en el puerto de Ningbo-Zhoushan, China, uno de los tres más importantes del mundo.
La dependencia industrial de Europa y Estados Unidos frente a China es una de las lecciones que ha dejado la crisis del coronavirus. Pero no hay que dejar de lado la posición de USA en este conflicto, con la iniciativa de subir los aranceles al país asiático.
Lo cierto es que de los momentos de grandes cambios económicos y sociales surgen las oportunidades. En el sector textil, se hace necesario repensar la oferta y desarrollar productos diferenciados, con valor añadido y mayores prestaciones. Muchas de nuestras empresas tienen la capacidad para hacerlo. El nuevo consumidor tiende a meditar mucho la compra y, cada vez más, se inclina hacia productos de calidad que perduren en el tiempo. El aprovechamiento de los recursos que impone el cambio climático va en esta línea. Diversificar al máximo la oferta para producir a menor escala cada ítem es una solución que impide la acumulación de stocks. Y, finalmente, si nos referimos a la producción de proximidad, aunque fuera del territorio nacional, Turquía puede ser una buena candidatura. La diferencia que pueda existir en el precio de la mano de obra se nivela con la disminución de costes de transporte. Una cercanía que conlleva más rapidez en la entrega de pedidos.
Un buen objetivo para nuestro empresariado sería que se marcase como meta exportar a China.