Empresa familiar: ¿Eres un propietario responsable?
Esto, que es muy fácil de decir y muy difícil de conseguir, requiere la implicación de toda la familia. A menudo, la propiedad debe hacer frente a tensiones tales como las diferencias entre ramas, la confusión de roles, el miedo a no afrontar los temas importantes para no entrar en conflicto, tener una formación no adecuada al rol y las diferencias entre los que están fuera y los que están dentro del negocio, por mencionar solo algunas de las problemáticas que muchas veces dificultan actuar como un propietario responsable.
El comportamiento de un propietario responsable se fundamenta en articular la visión compartida a largo plazo; planificar debidamente la propiedad, ocupándose de la formación y educación de las generaciones presentes y futuras; asegurar las estructuras de gobierno adecuadas, tanto en la familia empresaria como en la empresa familiar; saber actuar como capital paciente y, sobre todo, no descuidar el relevo generacional. Y todo esto sin olvidarnos de dos valores sin los cuales es imposible que una empresa familiar trascienda en el tiempo y se transmita de generación en generación: la confianza y el respeto.
Es importante tener en cuenta el rol de cada uno, puesto que la actuación como propietarios responsables tendrá matices en función del rol que se ocupe:
- Propietario trabajador: tiene la responsabilidad directa del negocio e interviene directamente en la dirección y toma de decisiones.
- Propietario administrador: es el que, sin intervenir en el día a día del negocio, mantiene responsabilidades y ocupa cargos en el órgano de administración.
- Propietario implicado: no está empleado en el negocio ni participa en el órgano de administración, pero ofrece su apoyo y se involucra en proyectos concretos o para facilitar contactos.
- Propietario pasivo: recibe dividendos, pero abdica de la responsabilidad del negocio, que cede a los demás. No toma la decisión consciente de permanecer como propietario.
- Propietario inversor: muy parecido al pasivo, solo que, en función de la evolución de los resultados, puede decidir permanecer o vender su parte de propiedad.
- Propietario orgulloso: no está involucrado en el negocio ni es muy conocedor del mismo. Sin embargo, le enorgullece enormemente ser propietario de la sociedad.
Aunque son roles distintos, hay que recordar que siempre debe haber como mínimo común denominador el compromiso activo a largo plazo con la familia empresaria, con el negocio familiar y con la propiedad.
El decálogo del propietario o accionista responsable
- Cuando uno se convierte en socio de una empresa familiar, recibe un legado en préstamo que debe saber valorar, mantener y ayudar a desarrollar.
- Debe existir visión compartida en el largo plazo. Esta visión es sobre el proyecto común que se comparte y también en relación con las expectativas que se tienen como propietario.
- Hay que asegurarse de que no existe contradicción entre los valores familiares y empresariales y que se promueven y respetan.
- Se deben desarrollar órganos de gobierno empresariales y familiares que permitan asegurar la eficacia empresarial y la harmonía familiar. En ambos casos, siguiendo los códigos de buenas prácticas.
- Hay que entender que los ejecutivos clave y los del Consejo de Administración deben estar ocupados por personas que aporten valor y que cumplan mejor con los criterios de idoneidad, sean o no de la familia empresaria.
- No hay que mandar desde la propiedad.
- La familia debe trabajar para que en cada momento exista un plan de relevo de las posiciones clave, tanto en los órganos empresariales como en los familiares.
- Hay que cumplir con las obligaciones legales y con los acuerdos que se tienen firmados como socios o que pueden afectar a la familia empresaria —Protocolo familiar, Pactos de socios, determinadas cláusulas testamentarias relativas a la transmisión de las acciones, etc.—.
- Es muy importante mantenerse formado en función del rol que se ocupa y tener capacidad para entender los indicadores financieros de la empresa familiar, aportando valor tanto en los órganos de gobierno empresariales como en los familiares.
- Hay que saber ser capital paciente.