Ramón Cenarruzabeitia, Director General de Fresmak

"De nada sirve la mejor máquina del mundo, con los mejores portaherramientas y herramientas de última generación si finalmente nuestro sistema de amarre no asegura un buen ciclo de proceso"

El sector en el que nosotros nos movemos es el de la sujeción de piezas en fresadoras y centros de mecanizado. En este sentido, podríamos decir que el amarre ha sufrido una evolución fundamentalmente en dos ámbitos.

Como no puede ser de otra manera, la evolución del mecanizado desde la fresadora tradicional hacia el centro de mecanizado ha provocado un cambio en los dispositivos de amarre. Si bien anteriormente la forma más común de amarrar piezas era la mordaza tradicional o de alta presión que incorporaba el husillo de fuerza en el eje central de la boca móvil, actualmente este tipo de amarres han resultado poco útiles en máquinas que tienen un espacio limitado y una zona de trabajo cerrada con puertas. Anteriormente, al ser las máquinas abiertas, no resultaba importante el tamaño total de la mordaza cuando se amarraban piezas de gran tamaño, lo que permitía a los fabricantes diseñar modelos más sencillos. La entrada de los centros de mecanizado y sus respectivas cabinas de trabajo ha obligado a una re-ingeniería del diseño en el que el tamaño total del dispositivo resulta crítico. Esto nos ha llevado a diseñar sistemas diferentes en los que principalmente el eje de fuerza se sitúa por debajo de la zona de apoyo de la pieza, haciendo que la tuerca sobre la que se apoya la boca móvil, pase a deslizarse sobre un husillo que ahora es fijo, en contraposición con los sistemas anteriores.

Por otra parte, la mejora de las máquinas y de los procesos ha obligado a las empresas del sector a un mayor esfuerzo en la calidad final del producto, realizándose actualmente mordazas con unas tolerancias mucho más estrechas que lo que venía haciéndose cuando se utilizaban en máquinas que tampoco eran capaces de asegurar las centésimas como lo hacen ahora.

Uno de los grandes cambios que venimos detectando en el mundo del amarre es la especialización. La evolución de los clientes de sistemas de amarre nos ha obligado en muchos casos a personalizar cada proyecto hasta el punto de que la venta, ya no resulta un proceso de pedido y suministro, sino que además requiere un mayor contacto con el cliente para conocer exactamente sus necesidades con el fin de que podamos aportar la mejor solución posible.

La mejora de las máquinas y de los procesos ha obligado a las empresas del sector a un mayor esfuerzo en la calidad final del producto, realizándose actualmente mordazas con unas tolerancias mucho más estrechas que lo que venía haciéndose cuando se utilizaban en máquinas que tampoco eran capaces de asegurar las centésimas como lo hacen ahora

Además, se está produciendo un cambio importante a la hora de automatizar procesos. Los sistemas que pueden ser automatizables (hidráulica, neumática, etc…) están encontrando cada vez más adeptos en el sector. Los procesos de mejora de productividad obligan en algunos casos a replantearse el sistema de sujeción hacia sistemas que permitan una mayor rapidez y seguridad en el amarre. Consideramos que tradicionalmente las empresas no han invertido lo suficiente a la hora de maximizar el beneficio que un buen diseño de amarre puede aportar en un proceso de fabricación, sin embargo parece que se está dando un cambio positivo en este sentido, prestándose una mayor atención a la sujeción, que en muchos casos aporta un gran valor al proceso, además de reducir los costes y mejorar la productividad. De nada nos sirve la mejor máquina del mundo, con los mejores portaherramientas y herramientas de última generación si finalmente nuestro sistema de amarre no asegura un buen ciclo de proceso.

Finalmente y a título de novedad, comentar que estamos en estos momentos trabajando sobre nuevos sistemas de amarre, posicionamiento y fijación, así como en amarres por vacío, que creemos que pueden tener un hueco importante en diversos sectores.