Aecoc reúne a 100 empresas en un proyecto contra el desperdicio alimentario pionero en Europa
9 de noviembre de 2012
Todos los años un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano se pierden o desperdician: más de 1.300 millones de toneladas de alimentos que no llegan al consumidor final. El desperdicio alimentario se ha convertido en un problema global que demanda respuestas concretas. Consciente de ello, la Asociación Española de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc) lidera una campaña pionera en Europa para tratar de frenar esta problemática. Por primera vez, un centenar de empresas y asociaciones relacionadas con el sector alimentario han suscrito un acuerdo de colaboración para reducir el desperdicio alimentario. Un acuerdo que cuenta con el apoyo de la Administración pública y de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal).
A principios de 2012, el consejo directivo de Aecoc aprobó el desarrollo de un proyecto destinado a involucrar a toda la cadena de valor (sector primario, industria, distribución), Administración Pública y Banco de Alimentos en la búsqueda de soluciones a este problema global. Así es como toma forma la campaña 'La alimentación no tiene desperdicio, aprovéchala' presentada esta tarde en Madrid y en cuya firma pública han participado los presidentes y directores generales de las principales compañías del sector en nuestro país.
Las empresas firmantes se comprometen a impulsar en sus organizaciones un decálogo de buenas prácticas para reducir el desperdicio alimentario. Aecoc, por su parte, se compromete a realizar seguimiento de las iniciativas desarrolladas en el marco del proyecto y a coordinar las dos comisiones de trabajo que se crearán en el marco de la iniciativa. Aecoc firmará, a su vez, un acuerdo de colaboración con la Federación Española de Bancos de Alimentos. Un acuerdo que persigue incrementar el volumen de alimentos entregados a los Bancos de Alimentos, profesionalizar el proceso de captación y gestión del producto alimentario una vez que entra en los canales de redistribución y establecer sistemas de medición que permitan cuantificar el verdadero impacto del proyecto.