Nace ‘Spark’, un proyecto para desarrollar un fármaco que combata los déficits de la esquizofrenia
Un consorcio público-privado liderado por la biotecnológica Iproteos –con sede en el Parc Científic de Barcelona (PCB)–, y en el que también participan la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), el Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), el Centro de Regulación Genómica (CRG), y la biofarmacéutica Ascil-Biopharma, ha puesto en marcha un proyecto para avanzar en el desarrollo de un nuevo fármaco neuroprotector para el tratamiento de los déficits cognitivos asociados a la esquizofrenia y otros trastornos mentales. El proyecto, denominado ‘Spark’, acaba de recibir una ayuda de 500.000 euros del Ministerio de Economía y Competitividad, a través de la convocatoria Retos-Colaboración 2014 del ‘Programa Estatal de I+D+i Orientada a los Retos de la Sociedad’ (Exp. RTC-2014-1645-1).
El candidato a fármaco es el IPR019, que pertenece a una familia de compuestos de los llamados de ‘tercera generación’ desarrollados y patentados por Iproteos. Su actividad terapéutica está basada en el bloqueo de una proteína ubicada en el cerebro y relacionada con el déficit cognitivo. “Nuestro fármaco actúa mediante un nuevo mecanismo de acción no explorado hasta el momento en el tratamiento de la esquizofrenia, es así un first-in-class”, describe la científica Teresa Tarragó, CEO de Iproteos e investigadora del IRB Barcelona.
El IPR019 es un derivado de péptido (proteína pequeña) capaz de atravesar la barrera hematoencefálica –un muro protector del cerebro, infranqueable para la gran mayoría de fármacos que existen en el mercado– que ya ha mostrado su eficacia como potenciador cognitivo en ensayos in vivo. Los científicos han conseguido una mejora notable de las capacidades del aprendizaje y memoria lo que hacen de él un tratamiento revolucionario para aquellas enfermedades del sistema nervioso central en las que las capacidades cognitivas se ven gravemente alteradas.
La biotecnológica Iproteos, coordinadora del proyecto, evaluará el metabolismo y toxicidad de los compuestos candidatos y su actividad una vez administrados por vía oral y subcutánea en modelos animales. El Laboratorio de Péptidos y Proteínas del IRB Barcelona –liderado por Ernest Giralt y en el que Teresa Tarragó trabaja como investigadora asociada– estará a cargo de la síntesis de los compuestos. La Unidad de Proteómica del CRG-UPF –liderada por Eduard Sabidó– realizará estudios de proteómica para evaluar los cambios causados en las células después del tratamiento con los compuestos. Ascil Biopharm- liderado por Roland Chérif-Cheikh se encargará de la investigación y desarrollo de las formas farmacéuticas orales e inyectables. Finalmente, el Grupo de Neuropsicofarmacología de la UPV/EHU –liderado por Javier Meana– será el responsable de la ratificación de la actividad de las formulaciones mediante estudios in vivo en modelos animales de esquizofrenia.
El resultado final esperado será la obtención de una formulación y vía de administración óptimas para el uso del compuesto como fármaco en pacientes. Esto permitirá llevar a cabo los ensayos preclínicos regulatorios y a continuación la primera administración del candidato en humanos en 2016 para una futura aplicación en centros de salud.
La esquizofrenia es la tercera enfermedad más incapacitante –por encima incluso de la paraplejia y la ceguera– en el índice DALYS (Disability-Adjusted Life Years) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima que afecta a unos 24 millones de personas en todo el mundo, y es la quinta enfermedad más costosa para la sociedad, en términos de atención requerida y pérdida de productividad (hasta un 90% de los pacientes se encuentran en situación de desempleo), con un coste anual en la Unión Europea que supera los 35.000 millones de euros.
“Los déficits cognitivos siguen siendo el gran reto en el tratamiento de la esquizofrenia, ya que afectan a la capacidad de aprendizaje y a las tareas cotidianas de los pacientes, siendo los responsables a largo plazo del potencial discapacitante de la enfermedad. Los tratamientos actuales no son capaces de actuar sobre estos déficits y, por ello, el desarrollo de nuevas moléculas como IPR19 abre perspectivas terapéuticas novedosas y esperanzadoras. Diversas compañías farmacéuticas han mostrado ya su interés en el proyecto”, señala Javier Meana, responsable del estudio en la UPV/EHU.