“Existe una leyenda urbana de que la intolerancia a la lactosa está muy extendida”
19 de abril de 2013
Las dudas acerca de una posible intolerancia a la lactosa son un tema recurrente con el que a menudo se encuentran los profesionales en la oficina de farmacia y que cada vez ha proliferado más entre la población: “Existe una especie de leyenda urbana de que la intolerancia a la lactosa está muy extendida”, afirma Jaume Serra, médico y responsable de la Agència de Salut Pública de Catalunya. El especialista reconoce que “genéticamente estamos destinados a perder la lactosa”, pero advierte que “no es cierto que nos volvamos intolerantes”, sino que la mayoría de personas se convierten en hipolactásicas, lo que significa que su tolerancia a este glúcido disminuye. Por todo ello, los expertos recomiendan encarecidamente “un buen diagnóstico y un elevado índice de sospecha” antes de aplicar una dieta restrictiva que puede perjudicar el equilibrio nutricional. Estas son algunas de las principales conclusiones de la conferencia “Pautas para la detección y consejos en la intolerancia a la lactosa desde la oficina de farmacia”, que se ha celebrado en el marco del
Congreso Europeo de Farmacia, Infarma 2013.
En los últimos años la autodiagnosis de los trastornos gástricos, las alergias a determinados alimentos o la intolerancia a la lactosa se han extendido entre la población. “Hay mucha confusión alrededor de este tema”, asegura Serra, médico responsable del estudio “Què volem dir quan parlem d’intolerància a la lactosa?” elaborado por la Agència de Salut Pública de Catalunya.
En los últimos años la autodiagnosis de los trastornos gástricos, las alergias a determinados alimentos o la intolerancia a la lactosa se han extendido entre la población.
Serra advierte que a menudo esta patología se tiende a confundir con factores psicológicos como las dolencias estomacales vinculadas con la ansiedad u otras enfermedades como el síndrome del colon irritable. “La intolerancia se produce por falta de la encima intestinal lactasa”, aclara el doctor que revela que “los humanos somos los únicos mamíferos que seguimos consumiendo lácteos después del destete” y que “la capacidad funcional de esta encima suele desaparecer a medida que crecemos”. A pesar de ello, el especialista remarca que lo habitual es que, con el tiempo, las personas se vuelvan hipolactásicas, lo que significa que siguen siendo capaces de digerir lactosa pero en pequeñas cantidades. “En estos casos lo importante es saber dónde está el umbral de intolerancia, puesto que la mayoría de individuos pueden digerir entre 10 y 12 gramos de lactosa por ingesta”, comenta.
“Sólo cuando la hipolactasia llega a ser insuficiente para digerir la lactasa percibida y aparecen molestias físicas es cuando se considera que existe intolerancia”, explica el doctor que insiste en la necesidad de ir al médico y someterse a un test de intolerancia antes de autodiagnosticarse: “Debemos tener un elevado índice de sospecha antes de aplicar una dieta restrictiva”, subraya.
En caso que se confirme dicha intolerancia la recomendación pasa por ajustar las raciones, substituir los lácteos por otros alimentos que contengan calcio y establecer una pauta dietética personalizada para garantizar un equilibrio nutricional, especialmente en el caso de personas mayores o pacientes en edad de crecimiento.