Robots autónomos para la gestión sostenible de grandes plantas fotovoltaicas
La empresa salmantina Arborea Intellbird ha presentado el primer robot civil capaz de operar de forma autónoma en cualquier lugar del mundo gracias a la cobertura satelital de la red Starlink y lo hace funcionando únicamente con energía eléctrica renovable.
El revolucionario robot, de 285 kg de peso y aspecto robusto, es completamente eléctrico y está construido con aleaciones aeroespaciales. Basado en distintas patentes de la compañía, combina tecnologías de vanguardia para facilitar la integración de las grandes plantas fotovoltaicas en su entorno natural, reducir los riesgos de incendio y reducir los costes de mantenimiento.
El Antecursor II, que recibe su nombre de las tropas de avanzadilla que antecedían a las legiones de la antigua Roma, basa su movimiento automático, de precisión centimétrica en un singular proceso patentado por Arbórea, que está inspirado en las estrategias de caza de la gineta, depredador nocturno que puebla nuestros encinares, capaz de desplazarse con precisión en la oscuridad. El sistema de comunicaciones, soportado por la red satelital Starlink permite a Arbórea monitorizar en tiempo real toda la flota de robots desplegada en plantas fotovoltaicas de lugares remotos, a través de su herramienta también patentada, “Torre de control virtual”.
Esta plataforma que ha dado cobertura desde hace más de un lustro a los pilotos de inspección de drones de infraestructura energética de grandes compañías recibe también ahora de manera automática toda la información del estado de los sistemas de cada robot en tiempo real, así como las alertas asociadas a las anomalías detectadas.
Esta plataforma permite generar un proceso de inspección en busca de anomalías térmicas, no solo en la parte superior de los paneles, como realizan los drones, sino también, en el caso del Antecursor II, simultáneamente en todas sus estructuras inferiores, tales como presillas, portafusibles, grapas o cableado, que escapan a la vista aérea y son las más propensas a generar puntos calientes de riesgo.
La autonomía de inspección del robot sobrepasa con creces las de cualquier otro sistema, dado que se sitúa por encima de las 30h. Esto permite la realización de inspecciones de la infraestructura fotovoltaica, sin requerir de la intervención de operador humano alguno. Lo consigue gracias a un juego de sensores termográficos de alta resolución que toman continuamente miles de mediciones de la instalación cada segundo. Esta gran masa de datos digitales es procesada a bordo mediante un proceso de IA patentado también por Arbórea, basado en una combinación de hardware y software inteligente desarrollado por ellos.
El sistema detecta anomalías, las evalúa en función de las condiciones de la planta y reporta una identificación temprana de posibles fallos, todo ello en tiempo real. El resultado es que los técnicos de la empresa propietaria del parque reciben en sus teléfonos móviles un correo con la alerta, la posición de la anomalía y una termografía con los valores de referencia.
Esto permite una intervención temprana del técnico que evite riesgos de incendio.
Para ello, el robot recorre la instalación de forma continua y regular monitorizando el correcto funcionamiento de los paneles y el circuito eléctrico, procesando abordo la información, detectando anomalías y reportando cualquier valor que pudiera suponer un deterioro de los elementos de forma automática.
El monitorizado remoto continuo de las constantes vitales del robot, permite a Arbórea detectar problemas de manera temprana y mantener continuamente actualizados todos los sistemas, por muy remoto que sea el enclave en el que operan. Esto posibilita dar una alta cobertura a sus clientes, sin necesidad de desplazarse sobre el terreno, lo que redunda en una mayor eficiencia y una reducción muy notable de emisiones de CO2 y costes.
Antecursor II lleva integrado un sistema de desbroce de la vegetación fabricado en base a materiales aeronáuticos para generar un fino triturado de la vegetación o “mulching” y lo hace de forma limpia y muy silenciosa. Esta gestión vegetal 100% eléctrica evita la contaminación del suelo por aceites o combustibles, las emisiones de gases invernadero, el riesgo de incendio asociado a motores calientes, o la rotura de paneles por proyección de piedras desde los sistemas tradicionales de desbroce de disco o filamento. Este corte autónomo continuo fomenta el aumento de especies tapizantes, consiguiendo así un mayor control del polvo, tan pernicioso cuando se deposita sobre los paneles. La generación de una capa de vegetación basal evita la desertificación por escorrentías y favorece el mantenimiento de suelos vivos y por tanto el sostenimiento de la biodiversidad en las plantas fotovoltaicas.
Actualmente Antecursor II se encuentra operando en plantas españolas y la empresa salmantina programa su extensión inminente a una decena más de compañías para los primeros meses de 2024.