El carbón vuelve a empeorar los indicadores de sostenibilidad del sector energético español
La Cátedra BP, resultado del acuerdo entre la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE y BP España, ha presentado esta mañana las conclusiones del Informe 2018 del Observatorio de Energía y Sostenibilidad.
El Informe señala que en 2017 el sector energético español consumió 6,3 EJ de energía primaria y emitió, una vez descontadas las exportaciones, 300 MT de CO2, generando un valor añadido (sin descontar los costes externos) de 48.380 M€ (correspondiente aproximadamente a un 3,7% del PIB).
Sigue aumentando la demanda de energía (un 3,2% en energía primaria y un 1,4% en energía final), la intensidad energética se reduce, pero seguimos por encima de la media de nuestro entorno, y aumenta la factura energética y las emisiones de CO2.
De nuevo, además, esta evolución viene condicionada por elementos no gestionables, como el ciclo hidrológico o los precios internacionales de los combustibles. Igual que el año pasado la mejora se debía a la meteorología, este año demuestra que no podemos confiar en ella para solucionar nuestros problemas.
Así, en ausencia de lluvias, aumentó el uso del carbón un 22%, del gas un 9%, y del petróleo y sus derivados un 3%. Todo esto llevó a una reducción de la cuota de energías renovables, hasta un 10% de la energía primaria, y del 33% de la producción eléctrica.
El sector del transporte, que sigue siendo el principal emisor y consumidor de energía de la economía española, mostró mejoras en el transporte privado por carretera, pero a cambio siguió aumentando el transporte por avión y por tren. Además, el transporte de mercancías aumentó casi un 8%.
Retos del actual modelo energético español
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, el modelo energético español continúa presentando importantes desafíos respecto a las emisiones de CO2, la eficiencia energética, la dependencia energética exterior o al impacto medioambiental. El borrador de Plan Nacional de Energía y Clima publicado en 2019 establece objetivos muy ambiciosos para enfrentarse a estos desafíos, y es una iniciativa muy bienvenida, junto con el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, o la Estrategia de Transición Justa o de Pobreza Energética.
Sin embargo, creen que la ambición de los objetivos debe combinarse con la minimización de los costes para el consumidor, con una batería potente de medidas de ahorro y eficiencia energética.