El vehículo eléctrico es la herramienta fundamental para evitar el colapso de la industria automovilística en España
La electromovilidad es la única llave que puede abrir la puerta del futuro para la industria automovilística en España, dado que el modelo actual, basado mayoritariamente en la fabricación de vehículos con motor de combustión interna, no tiene ya recorrido. Es la principal conclusión de Transport & Environment (T&E), tras la presentación pública de un informe del Boston Consulting Group (BCG) y la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE) en el que se detalla el impacto que tendrá la generalización del coche eléctrico en el empleo del país hasta el año 2030.
Según dicho informe, se prevé que, hasta esa fecha, la proporción de las ventas de vehículos eléctricos de batería (BEV) y de vehículos híbridos enchufables (PHEV) será de alrededor del 68%. El informe señala que, si se analiza únicamente el cambio a vehículos eléctricos, se espera un trasvase importante de puestos de trabajo desde la fabricación de vehículos de combustión interna a la fabricación de BEV, sin consecuencias negativas sobre el valor absoluto de empleo generado.
Debido al inevitable proceso de modernización y robotización de la industria, que conducirá a una simplificación de sus procesos productivos y a una necesidad menor de mano de obra, se prevé que, en su configuración actual, la industria automovilística en su conjunto perderá en España unos 29.000 puestos de trabajo hasta 2030. Esta pérdida de empleo no se puede atribuir al vehículo eléctrico. Todo lo contrario. Gracias a la transición a la electromovilidad se producirán sustanciales ganancias de empleo en las industrias anexas, debidas al desarrollo de la infraestructura de recarga, software y servicios ligados a esta transición.
De este modo, el informe del BCG y AEDIVE detalla que se produciría un impacto positivo en el empleo en los siguientes campos: equipos y servicios, productores de energía, infraestructuras energéticas y reciclaje de materiales.
Ante este escenario, deberán desarrollarse programas de formación y reconversión que permitan al mayor número posible de trabajadores en empleos relacionados con el actual modelo de vehículos de combustión interna continuar su trabajo en el desarrollo del vehículo eléctrico. El informe calcula que el 48% de los trabajadores actuales (unas 90.000 personas) van a requerir una formación específica para poder mantenerse en el sector. Además, se pronostica un cambio de unos 75.000 empleos entre sectores industriales. Por tanto, el acompañamiento y la formación deben ser una prioridad en el camino hacia la electromovilidad.
Los resultados son claros: la transición al vehículo eléctrico es la clave para mitigar el impacto en el empleo que generarán factores exógenos a la electrificación del transporte. Por este motivo, es importante que España apueste por construir un mercado interno potente y atractivo para el vehículo eléctrico, con el objetivo de asegurar que este ecosistema favorable atraiga la inversión suficiente por parte de los grandes fabricantes para garantizar que la industria automovilística del país siga manteniendo su liderazgo y su contribución a la economía y empleo nacionales.
España es el segundo mayor fabricante de coches en Europa y el octavo en el mundo y debe seguir siéndolo para que este sector estratégico continúe suponiendo un pilar fundamental de nuestra economía.
El Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica del Vehículo Eléctrico y Conectado (PERTE VEC) es un paso en la buena dirección, pero España debe mostrar también su ambición a nivel europeo, apoyando la propuesta de la Comisión Europea de poner fin a la venta de coches y furgonetas de combustión interna en el año 2035, así como objetivos intermedios de reducción de emisiones que permitan allanar el terreno para acelerar la electrificación. La mayoría de los fabricantes europeos ya han mostrado grandes compromisos en este sentido y sus planes son mucho más ambiciosos que los del gobierno español, que sigue anclado en el 2040 como fecha de prohibición de venta de coches y furgonetas de combustión interna. Además, es fundamental avanzar en el despliegue de infraestructura de recarga por todo el territorio nacional, para que tanto españoles como europeos puedan circular en un vehículo cero emisiones por el país sin ningún problema.