Entrevista a Rafael Guinea, presidente de la Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos (Aeversu)
Convertir los residuos en energía. Esta es la principal actividad de la Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos (Aeversu). En esta entrevista, Rafael Guinea, presidente de la Asociación, nos desvela las principales ventajas y mitos que hay en torno a la valorización energética y hace un balance de la situación de España en materia de reciclaje.
Para comenzar, ¿podría definir brevemente qué es Aeversu? ¿Con qué fin nació la asociación?
Aeversu, Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos, es una agrupación de empresas que transforman los residuos urbanos no reciclables en energía mediante una actividad llamada valorización energética.
Actualmente, desde la Asociación damos trabajo a más de 2.500 personas, con 11 instalaciones en España y una en Andorra.
Además, pertenecemos a CEWEP (Confederation of European Waste-To-Energy Plants), asociación que agrupa a los operadores de plantas de residuos de energía, representados en 410 plantas de 23 países.
Nacimos con un claro fin: el de compartir conocimiento y experiencias entre empresas del sector para mejorar, continuamente, nuestra actividad, y el de comunicar mejor nuestra labor a la sociedad apostando por la transparencia en un sector tan complejo como es el del tratamiento de los residuos.
Desde Aeversu apostamos por la Economía Circular, pues la valorización energética también es un importante eslabón, tras la reducción, reutilización y reciclaje.
¿Cuáles son sus principales objetivos?
Nuestros objetivos son los mismos que tiene España y Europa. Es decir, trabajar para cambiar de una economía lineal hacia una economía más circular, mediante la valorización energética o, dicho de otro modo, mediante la transformación en energía de los materiales que ya no se pueden reciclar o que deben ser eliminados por razones higiénicas, sanitarias o ambientales.
También, ofrecemos una solución final para el aprovechamiento energético de aquellos plásticos que, de otra manera, podrían acabar en el medio ambiente y particularmente en el mar, con la compleja descomposición en microplásticos.
A nivel general, ¿cómo describiría la situación que atraviesa España en materia de gestión de residuos?
Actualmente, vamos con 15 años de retraso respecto a algunos de nuestros vecinos europeos. El pasado año fue crucial, pues era la fecha marcada en el calendario y establecida como primer e importante hito de la Unión Europea en materia de gestión de residuos. El objetivo definido era el de reciclar el 50% de los residuos, un porcentaje que no hemos cumplido si tenemos en cuenta los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico correspondientes a 2018.
Según estas últimas cifras publicadas, España generó un total de 22,2 millones de toneladas de residuos urbanos, de los que el 53,4% (11,8 millones de toneladas) tuvieron como destino final el vertedero, mientras que tan solo el 18% (4 Mt) se reciclaron y el 17% (3,7 Mt) se dedicaron a compostaje. El 11,6% (2,5 Mt) restante de residuos se valorizaron energéticamente.
Estos datos ponen de relieve que el porcentaje de vertido es muy alto y continúa muy alejado de los países europeos más avanzados y con más tradición medioambiental. Desde Aeversu, insistimos en la necesidad de desincentivar el vertido para reducir este porcentaje. Debemos entender la valorización energética como una parte esencial de la Economía Circular. Sin ella, no es posible completar el ciclo de recuperación de los residuos y la consiguiente transformación en recursos.
¿En qué lugar nos encontramos con respecto a los países de nuestro entorno?
De acuerdo con las cifras publicadas por Eurostat correspondientes al año 2019 sobre generación y gestión de residuos municipales en la Unión Europea, España se sitúa como el quinto país de la UE-27 con mayor cantidad de residuos depositados en vertedero per cápita y el que más residuos vierte en términos absolutos. Por el contrario, es de los que menos cantidad de residuos valoriza energéticamente, ocupando la decimoséptima posición.
¿Qué nos señalan estas cifras? La respuesta es clara. La tasa de vertido continúa siendo muy alta, y más si nos comparamos con nuestros vecinos europeos más avanzados en materia medioambiental, donde sus niveles de vertido son inferiores al 3%.
Este dato nos enseña que, en aquellos países que más se recicla y más se valoriza energéticamente, menos residuos se llevan al vertedero. El reciclaje y la valorización energética son vasos comunicantes, van de la mano, son eslabones de la misma cadena dentro de la Economía Circular.
¿Cuál es el impacto climático de la actividad de una planta de valorización energética? ¿Qué papel tiene dicha actividad en las políticas de gestión de residuos y de reducción de emisiones? ¿Qué niveles de CO2 emiten a la atmósfera las plantas de valorización energética en comparación con las emisiones de los vertederos?
Existe una gran diferencia entre los vertederos y las plantas de valorización energética en cuanto al impacto climático y, en concreto, la emisión de CO2. Según un informe elaborado por G-Advisory, firma de asesoramiento independiente del Grupo Garrigues, en España los vertederos generan unas emisiones de GEI de 781kg CO2 e / t RU, un 107% más que la valorización energética, y cuentan con un balance neto de 772 kg CO2e /t RU, un 245% más que la valorización energética. Tampoco podemos olvidar que estas instalaciones reducen el volumen de los residuos en torno al 96-98%.
Además, los exhaustivos controles medioambientales a los que se someten las instalaciones de valorización energética garantizan que sus niveles de emisión se encuentren muy por debajo de los límites legales, llevando a cabo una operativa absolutamente respetuosa con el entorno.
Por otro lado, la electricidad que se produce es renovable en más de un 50% debido al origen biogénico de los residuos, y la tecnología empleada para esta conversión es una de las alternativas más eficaces para reducir las emisiones de CO2 y para ahorrar los recursos limitados de combustibles fósiles utilizados por las centrales eléctricas tradicionales.
En definitiva, el impacto en cuanto a emisiones de CO2 de la valorización energética es positivo ya que, por un lado, elimina las emisiones que generan los vertederos, pero, por otro, sustituye las emisiones por la energía eléctrica que genera y los metales que recicla. En un futuro, cuando se incluyan los porcentajes de energía renovable en el mix energético, esperamos también que los plásticos, que son la principal fuente de CO2 fósil en la valorización energética, cambien a un origen biogénico, lo que nos permitirá seguir generando energía renovable.
Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por delante y un gran cambio como sociedad para cumplir con los objetivos medioambientales.
¿Cuáles considera que son las principales leyendas o mitos en cuanto a la valorización energética y la gestión de los residuos?
A pesar de que la valorización energética está muy instaurada en los países europeos más avanzados y con más tradición medioambiental, y que han conseguido acabar con los vertederos, lo cierto es que en España siguen existiendo numerosos mitos sobre ella y sus supuestos peligros.
Por ejemplo, los ciudadanos de Austria, Alemania, Dinamarca o Suecia conviven con estas instalaciones en el centro de sus ciudades. En la planta de valorización energética de Copenhague, muy conocida en la actualidad por el anuncio publicitario de una famosa marca de coches, se puede esquiar sobre la superficie del edificio, la cual además proporciona calor a 150.000 hogares y electricidad a 550.000 personas. En Bruselas, por su parte, también disfrutan de las ventajas de la valorización energética, con un centro comercial alimentado por energía renovable y que reduce drásticamente su impacto ambiental al no producir CO2.
Los beneficios de la valorización energética frente a los vertederos son numerosos. Sin embargo, en España no se apuesta por este tipo de técnicas, dando prioridad al vertido, debido en gran parte al rechazo popular y a la errónea vinculación de estas instalaciones con la contaminación del medio ambiente y la afección a la salud pública. Podríamos decir que la valorización energética, en los últimos años, es víctima de una gran fake new, pero, sin embargo, supeditada a la reducción y al reciclaje, es la única solución a los vertederos.
¿Cree que hay una conciencia social en esta materia o todavía queda camino por recorrer?
El Anteproyecto de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados propone, por primera vez, impuestos ambientales al vertido, y que le hace pagar por las externalidades que genera. Creemos que esta normativa puede ayudar a concienciar a la sociedad a través de los costes reales ambientales.
Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer. España sigue enviando muchos desechos a los vertederos y debemos concienciar a la sociedad, organismos e instituciones sobre la valorización energética como un eslabón esencial en la economía circular.
De hecho, el pasado año, la pandemia puso de relieve la importancia de nuestra actividad al dar respuesta al tratamiento de residuos, como guantes o mascarillas, procedentes de centros hospitalarios o de hogares con enfermos por COVID-19.
Tenemos mucho que hacer y mucho que avanzar. Nos encontramos ante el momento perfecto para planificar la construcción de estas infraestructuras como elementos esenciales para la sociedad, tal y como se ha demostrado con la crisis sanitaria, y como palanca de activación de la economía al generar empleo de calidad.
¿Cuentan con datos anuales de las toneladas de residuos que las plantas integradas en la asociación impiden que acaben en vertedero?
En 2019 las plantas trataron 2.504.443 toneladas de residuos no reciclables, con lo que produjeron 1.762.585 MWh de energía, suficiente para abastecer a aproximadamente 500.000 viviendas.
¿Qué retos tiene Aeversu en el horizonte?
Nuestro principal objetivo es situarnos en la línea de los países europeos con mayor tradición medioambiental para, así, cumplir con la Directiva europea de Economía Circular. En este sentido, y para alcanzar este objetivo, proponemos tres ejes en los que trabajar para desincentivar el vertido.
En primer lugar, se debería subir las penalizaciones económicas a los vertidos. El contenido final del Anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados incluye información sobre el impuesto al vertido e incineración de residuos, una buena oportunidad para empezar a hacer evidente los costes ambientales reales del vertido de los residuos y poner fin a los vertederos.
A modo de ejemplo, España es uno de los países de la Unión Europea con tasas económicas de vertidos más bajas. Según datos de CEWEP, Confederation of European Waste-to-Energy Plants, en España, van desde los 12 euros de La Rioja y Extremadura a los 47,1 de Cataluña, pasando por los 41,3 de Valencia como principales referencias.
Sin embargo, las tasas económicas más altas se registran en los países que entienden la valorización energética como una clara alternativa para el tratamiento y aprovechamiento de los residuos no reciclables. Es el caso de Reino Unido, la tonelada de residuo en vertedero debe pagar 88,95 libras esterlinas. En Francia, 150 euros; en Bélgica, 101,91 y en Austria, 87 euros.
En segundo lugar, prohibir la entrada de determinados residuos al vertedero y, en concreto, el vertido de residuos con alto Poder Calorífico, por dos razones: ocupan espacio a la vez que contaminan, y tienen gran valor para la valorización energética y para la mitigación del cambio climático como sustitutos de combustibles fósiles.
España está a la cola de los Estados miembros en cuanto a limitaciones de vertido. No existe ninguna prohibición en relación con los tipos de residuos que se llevan al vertedero, apartando, de esta forma, otras soluciones que pueden evitar el vertido incontrolado. Una vez más, países del norte de Europa, como Alemania o los escandinavos, Austria u Holanda, han dado por extinguidos sus vertederos gracias a un mejor y mayor reciclado y al uso generalizado de la valorización energética.
En tercer lugar, se debería reducir el porcentaje de residuos que van al vertedero. Para cumplir con la estrategia europea de Economía Circular, habría que duplicar el número de instalaciones, así como la oportunidad de implementar y expandir redes de calefacción de distrito urbanas con la correspondiente sustitución de energías fósiles.
¿Y cuáles son las principales problemáticas a las que tiene que hacer frente la Asociación?
Más que problemática, tenemos que superar grandes retos estratégicos.
El primer reto es comunicar a la sociedad, en general, y a la administración, en particular, las bondades de la valorización energética respecto al vertido, como uso necesario en una gestión de residuos (urbanos, industriales y comerciales) ambientalmente correcta.
Otro reto es avanzar en la descarbonización, aumentando el rendimiento energético de las instalaciones, generando hidrógeno, transformando el CO2 en productos, capturando este CO2 y fomentando el uso de plásticos de origen biológico.
Y, por último, convertirse en un player fundamental en el despliegue real de la economía circular como parte fundamental de la misma.