Opinión
Energía colaborativa: una alternativa viable
Mercedes Ballesteros. Jefa de la División de Energías Renovables del Ciemat
04/02/2019El término economía colaborativa se ha colado en nuestras vidas sin que nos demos cuenta. Sin embargo, son pocos los que conocen el significado real de esta nueva forma de vida. Entendemos por economía colaborativa todas aquellas actividades que suponen un intercambio entre particulares de bienes y servicios a cambio de una compensación pactada entre ambos. Por ello, al consumo de bienes y servicios de forma colaborativa entre particulares se le conoce como consumo colaborativo.
El consumo colaborativo no es una práctica nueva. Desde siempre ha habido personas que han compartido, con vecinos o conocidos, el automóvil para ir al trabajo o cambiado un servicio de fontanería por una clase de inglés. La transformación digital que está experimentando la sociedad está revolucionando el consumo colaborativo, aportando nuevas herramientas para una mayor participación de los ciudadanos en diferentes actividades, favoreciendo el desarrollo de nuevos modelos de negocio y nuevas formas de consumo con desconocidos. Los principios clave que sustentan el modelo de colaboración son, la puesta en común de recursos y la plataforma digital que permite compartir bienes o servicios sin transferir la propiedad. En 2016 la Comisión Europea definió la economía colaborativa como “modelos de negocios en los que las actividades se realizan mediante plataformas de colaboración que crean un mercado abierto para el uso temporal de bienes o servicios que a menudo proporcionan los particulares. Las transacciones de la economía de colaboración generalmente no implican un cambio de propiedad y pueden llevarse a cabo con fines de lucro o sin fines de lucro”.
Actualmente, las posibilidades para tomar parte en la economía colaborativa son innumerables. Ejemplos de plataformas que ofrecen servicios de movilidad creadas con el objetivo de servir de enlace entre viajeros y conductores, de manera en que ambas partes sacan beneficio del hecho de compartir vehículo, o aplicaciones que favorecen el reciclaje son utilizadas cada vez por más ciudadanos.
En este camino hacia una sociedad participativa, la economía del intercambio está llegando al negocio de la energía. La transición energética hacia un sistema 100% limpio y eficiente va a requerir la participación de millones de personas en los sistemas de producción, consumo y almacenamiento, permitiendo a la ciudadanía que intercambie su propia energía, democratizando, así, el sistema energético. Democratizar la energía es convertir a los consumidores de hoy en productores, gestores y usuarios de la energía.
El sector eléctrico, ha estado basado desde sus inicios en sistemas de generación de energía centralizados (grandes centrales de carbón, nucleares, hidráulicas, solares o eólicas) que generan enormes cantidades de energía que se transmite al consumidor final a través de largas líneas de transmisión. Este mercado centrado en la oferta, conlleva una serie de ineficiencias, principalmente debido a las grandes pérdidas en las líneas de transmisión de larga distancia y a la no optimización de la curva de carga del sistema. No promueve que el consumidor sea parte activa del mismo, contribuyendo con su capacidad de decisión.
El avance de las energías renovables está permitiendo el desarrollo de sistemas de generación de electricidad distribuidos o descentralizados relativamente pequeños. Están generalmente destinados a satisfacer las necesidades energéticas del consumo habitual de un grupo de personas, mediante sistemas de generación pequeños conectados a redes inteligentes. El flujo de energía unidireccional del actual sistema energético centralizado, se está transformando en flujo de energía bidireccional en el que los consumidores se convierten también en productores (prosumidor) de energía a través de la cual se pueda comprar, vender y compartir energía. En consecuencia, el sector energético se está transformando en un sistema descentralizado, más democrático y menos contaminante propiedad de los ciudadanos.
El uso compartido de los recursos para optimizar la producción descentralizada de energía renovable será un instrumento de vital importancia para la transición energética hacia un modelo 100% renovable, limpio y eficiente. El consumidor se convierte en un recurso energético distribuido, que debe tener la tecnología adecuada para que se pueda monitorizar y digitalizar y así integrar en el modelo energético global. Al compartir la generación de energía y la demanda, los consumidores podrían ser más autosuficientes y la energía más barata. La integración de las renovables en el sistema eléctrico y la gestión de la demanda, obligará a cambiar el modo de fijación de precios en el mercado porque facilitará aún más esa integración y reducirá los costes del sistema.
En este nuevo modelo (generación distribuida de fotovoltaica, o eólica, vehículos eléctricos o el almacenamiento de energía) aparece un nuevo agente en el sector eléctrico: el agregador de la demanda. El agregador de la demanda, o la gestión activa de la demanda, hace referencia a una figura que agrupará agentes distintos en un sistema energético, por ejemplo, consumidores, autoconsumidores, miniproductores, prosumidores, baterías, puntos de recarga de vehículos eléctricos, o cualquier combinación de éstos, para actuar como una sola entidad y participar en el mercado eléctrico (tanto mayorista como minorista) o vender servicios al operador del sistema. El agregador de la demanda permitirá aflorar nuevos recursos de flexibilidad de la demanda y tendrá efectos positivos para el conjunto del sistema en este contexto del nuevo modelo energético.
Para concluir podemos afirmar que compartir la generación no utilizada de fuentes de energía renovable dentro de una comunidad beneficia a todos los participantes en la comunidad. La tecnología para compartir energía está lista, y cada vez más países están dispuestos a adoptar nuevos caminos para apoyar la transición energética con un enfoque en el cliente final. En cualquier caso, esto pasa por un cambio de mentalidad, no sólo por parte del sector eléctrico, sino más bien por parte del consumidor. Solo tenemos este único planeta Tierra, por lo que nuestros recursos energéticos comunes deben preservarse y respetarse. Realmente creo que compartir es una opción viable. También en el sector energético.