El fin de la abundancia, visto desde el sector construcción
Josep R Fontana • ITeC
22/09/2022España está acostumbrada a la contradicción, pero durante este largo y caluroso verano ha dejado perplejos a la mayoría de los observadores. Por un lado, hemos recibido constantes advertencias sobre la recesión que se avecina y cómo podría alcanzar proporciones peligrosas, teniendo en cuenta que la economía española aún no se ha recuperado del todo del shock del covid. Por otra parte, el ambiente desenfadado que se ha vivido en los destinos de vacaciones no invita a pensar en un desastre inminente.
Es tentador jugar a ser psicólogos y concluir que playas y restaurantes se han llenado de gente (no solo españoles, también muchos extranjeros) que han optado deliberadamente por ignorar las palabras de Emmanuel Macron sobre “el fin de la abundancia”. Si están escondiendo la cabeza, no son los únicos: el pasado mes de junio, Fortune realizó una encuesta mundial entre altos directivos en la cual el 67% de los encuestados eran pesimistas o muy pesimistas sobre las perspectivas económicas a corto plazo. Pero al mismo tiempo, tan solo el 5% se mostró pesimista o muy pesimista sobre el futuro a corto plazo de su propia empresa. Tal vez esperan que la próxima recesión sea permeable, que tenga suficientes rendijas por las que escabullirse sin sufrir daños graves.
La construcción de vivienda nueva en España parece perder impulso, mientras que la obra civil se está acelerando.
¿Cuáles son las probabilidades de que el sector de la construcción español consiga escapar por estas hipotéticas rendijas? Probablemente no muchas, a la vista de lo malos que son los presagios. Pero a diferencia de la crisis de la década pasada, esta vez la construcción parece mucho menos vulnerable.
Deberíamos empezar con un hecho tranquilizador: la economía española en su conjunto todavía está por debajo de los niveles anteriores al coronavirus, pero la construcción española se ha recuperado a un ritmo más rápido. Según las últimas estadísticas, el consumo de cemento del primer semestre de 2022 supera muy levemente la cifra del primer semestre de 2019. Y en agosto de 2022 había un 6,8% más de trabajadores en el sector que en agosto de 2019.
En lo que respecta al futuro inmediato, las señales que vienen de la cartera de proyectos no son concluyentes: la vivienda nueva parece estar perdiendo algo de impulso, mientras que la ingeniería civil se está acelerando. ¿Significa que la era de la abundancia está llegando a su fin en la construcción residencial y que se traslada hacia las infraestructuras? No precisamente.
En los años pre-COVID, España ha estado iniciando en torno a 2,3 viviendas nuevas por cada mil habitantes, casi la mitad del promedio Euroconstruct (4,0). Esto no es lo que se entiende por abundancia. Por supuesto, si las condiciones del mercado siguen empeorando, los promotores deberán reducir la velocidad algo más. Pero es poco probable que este cambio de chip del actual ‘modo cautela’ al ‘modo ultracautela’ provoque una caída dramática.
En ingeniería civil, el chip también cambia, si bien en la dirección opuesta. La producción per cápita en España está ahora un 35% por debajo del promedio Euroconstruct, pero si los fondos Next Generation EU tienen los efectos prometidos, la brecha puede reducirse al 25%. Esto contribuirá a apuntalar este mercado y a hacer más llevadero el paréntesis hasta las elecciones municipales del 2027, pero nadie espera que traiga una era de abundancia.
En España, el sector no está preocupado por los factores que provocaron su colapso en 2008, puesto que durante los últimos años ha estado produciendo muy por debajo de las medias europeas y no ha tenido oportunidad de sobrecalentarse. La amenaza más grave es la inflación. Tal como reza el tópico, la inflación está actuando como un asesino silencioso: las constructoras y los fabricantes de materiales pueden sentirse a salvo porque sus carteras de pedidos están razonablemente llenas y todo su personal y maquinaria están ocupados. Pero salvo que vigilen muy de cerca sus costes, pueden estar ganando muy poco, y a veces ni eso.
Los órganos públicos de licitación llevan algún tiempo con problemas para encontrar empresas dispuestas a embarcarse en proyectos de larga duración en donde hay más riesgo de que el presupuesto se descontrole. Los proyectos están listos para arrancar, el dinero también (cuando menos el de la UE), pero no todas las empresas están dispuestas a participar en estas condiciones. Si esperamos demasiado a que se normalice la inflación, podría empezar a cerrarse la ventana de oportunidad que brinda el Next Generation.