Análisis del sector cementero en España
Revertir esta tendencia en el actual contexto de contención presupuestaria es cada vez más complicado. El mantenimiento de la capacidad instalada de nuestra industria pasa por incentivar cualquier medida que permita elevar el consumo interno, es decir, realizar inversiones; sin olvidarnos de aquellas otras medidas necesarias también para mantener la posición de liderazgo en la UE en cuanto a exportaciones.
Desde 2007, año pico en el consumo de cemento en nuestro país y punto de inicio de la actual crisis (la más abrupta y persistente vivida por el sector cementero en España en toda su historia), el consumo de cemento ha caído un 80%, por lo que nuestra industria se ha tenido que volcar en las exportaciones, que han paliado, aunque solo en parte, la enorme caída del mercado doméstico.
Para entender el esfuerzo que se está realizando desde entonces, hay que tener en cuenta que la balanza comercial del cemento en nuestro país ha dado un giro de 180 grados. En 2007, España consumía 56 millones de toneladas de cemento, de las cuales, 13,5 millones de toneladas tuvieron que ser importadas. Esto fue así a pesar de que en los primeros años del siglo XXI, la industria cementera española había realizado fuertes inversiones para aumentar su capacidad instalada, algo imprescindible si quería dar servicio al incremento exponencial que estaba viviendo la demanda interna. Pero con la caída del consumo doméstico a partir de 2008 y con el fin de canalizar parte de la producción, ha sido necesario volver la vista hacia otros mercados. Así, el pasado año, las exportaciones de cemento ya suponían en torno a un 52% de la producción de clinker.
Por desgracia, este balón de oxígeno está ahora también en riesgo. Y es que España cuenta con un coste eléctrico de los más elevados de Europa. Para una industria electro intensiva como es la nuestra, los costes eléctricos suponen la partida con mayor impacto sobre el coste de producción del cemento, ya que hablamos del 30% del total, lo que reduce notablemente el margen de maniobra de nuestra industria frente a otros países de nuestro entorno; poniendo en riesgo por tanto, nuestra posición de ser el país que más cemento exporta en la UE, tanto a países intra como extra comunitarios. De hecho, esta situación ya se está haciendo notar hasta el punto de que en los dos primeros meses de 2017 las exportaciones han caído casi un 5%.
En este sentido, desde Oficemen consideramos imprescindible que, de forma prioritaria, se desarrolle, programe y regule una política energética estable que permita garantizar el suministro energético a un precio competitivo y predecible, favoreciendo así nuestra competitividad en los mercados exteriores.
El consumo de cemento en España cerró 2016 en 11.140.639 toneladas, un 3,1% menos que en 2015
La recuperación del mercado interno pasa por la recuperación de la obra pública
Pero, como indicábamos al inicio de este artículo, la clave para revertir la tendencia de los últimos años y proteger el futuro del sector del cemento, es la recuperación del mercado interno, que pasa ineludiblemente por el crecimiento de la edificación y de la obra civil.
Es evidente que estas ramas de la construcción se mueven a dos velocidades. Los valores en positivo del mercado residencial, aunque con muchas diferencias geográficas, se contrarrestan en la actualidad con la débil contratación de obra pública. Una circunstancia que, por su peso elevado en el consumo de cemento, nos mantiene al borde de la anemia.
Por lo que respecta al mercado inmobiliario español, lo lógico sería que se estabilizara en torno a las 200.000 viviendas nuevas al año, cuando se elimine el stock actual sin vender, lo que nos deja un recorrido de recuperación. Pero en lo referente a la obra pública, aunque se avanzó mucho en los años de bonanza económica, hoy en día la inversión en la generación de nuevas infraestructuras es mínima, situándose en niveles muy por debajo de lo que podrían considerarse “normales” para las condiciones de superficie, orografía y población de nuestro país.
En el último año, la obra civil ha perdido su peso tradicional en el mix de consumo de cemento por destinos finales frente a la edificación, pasando de suponer el 61% del consumo en 2015, a un 48% en 2016, según los últimos datos del informe Construdatos. Los trece puntos porcentuales perdidos por la obra civil en el consumo de cemento los ha recogido casi en su totalidad la vivienda, que pasa de suponer un 18% del consumo de cemento en España, a un 28% al cierre del pasado ejercicio.
Lo más destacable de este dato, más allá de la recuperación del mercado inmobiliario, que por supuesto recibimos con optimismo pero que aún tiene mucho camino por recorrer, es el hecho de que detrás de la pérdida de consumo de cemento en obra pública, se encuentra una preocupante pérdida de la obra pública en sí.
Es necesario recordar que España presenta importantes carencias en la red secundaria de transporte, movilidad urbana, transporte de mercancías, infraestructuras logísticas, agua, sanidad y medio ambiente; sin olvidarnos de la necesidad de invertir en el mantenimiento para conservar las infraestructuras ya construidas. Después de una década de crisis, lo que empezó siendo un riesgo es ya una realidad y muchas infraestructuras que eran nuevas al inicio de la crisis, comienzan a tener signos visibles de deterioro que, de no abordarse a tiempo, pueden tirar por tierra el trabajo y la inversión realizada.
Hablamos de infraestructuras de comunicaciones que no se están renovando ni manteniendo de manera adecuada y que son imprescindibles para mantener el nivel de calidad de sectores económicos tan importantes para nuestro país como el del turismo. Hablamos de pérdida de calidad y retrasos en los transportes ferroviarios y por carretera para las mercancías manufacturadas en nuestro país, lo que puede dar al traste con su salida a los mercados exteriores.
Pero hablamos también de infraestructuras sociales, imprescindibles para que nuestra sociedad pueda mantener sus niveles de calidad de vida. Nos referimos a camas hospitalarias y a colegios, pero también a incluir planes de gestión de sequía e inundaciones, depuración, regulación y distribución de aguas, en el ámbito hidráulico.
Está demostrado el alto potencial del hormigón para optimizar el uso de energía y permitir reducir así las emisiones de CO2 de viviendas y edificios de uso público en más del 25%.
En ese contexto, me gustaría cerrar este artículo explicando la importancia para todas esas obras del cemento y de su principal aplicación en construcción, el hormigón, uno de los materiales más sostenibles que existen. Está demostrado el alto potencial del hormigón para optimizar el uso de energía y permitir reducir así las emisiones de CO2 de viviendas y edificios de uso público en más del 25%. También está contrastada la sostenibilidad del hormigón atendiendo a su ciclo completo de vida por su durabilidad, sus bajas necesidades de mantenimiento, reflectancia, aislamiento térmico o su reciclaje, entre otras características.
La apuesta, por lo tanto, en el actual contexto de contención presupuestaria debería ser clara: recuperar el esfuerzo inversor para reactivar el sector de la construcción dados sus elevados efectos de empuje y arrastre sobre el total de la economía, abordando infraestructuras realmente necesarias y en las que se primen los materiales como el cemento y el hormigón, que a largo plazo, pueden suponer un alivio económico por sus bajos costes de mantenimiento y conservación.