Avicultura alternativa, el peso de la cría de aves “diferente”
El ‘Estudio de Caracterización de la Avicultura de Carne Alternativa en España’, a cargo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del año 2004, distingue, por un lado, entre sistemas de cría de pollo y pavo con características diferenciadas (en materia de calidad del producto final, tradición, bienestar animal, sostenibilidad, por citar algunas), y por el otro, a la cría de especies distintas a las mencionadas (patos, perdices, faisanes, pichones, pintadas, capones, pulardas, avestruces, etc.). En el primer caso, el informe clasificaba en función de la alimentación, la forma de cría –sistema extensivo en gallinero, gallinero con salida libre, granja al aire libre, granja de cría en libertad– y la normativa, por parte de la Unión Europea o amparada por ella –indicaciones geográficas protegidas y avicultura ecológica–. Desde el Ministerio se aludía, entre otros motivos, a las lagunas informativas existentes sobre este tipo de producción, a su buena acogida en otros Estados miembros y a un mercado maduro, saturado de producto convencional –básicamente pollo producido de forma intensiva– en territorio comunitario. Todo ello justificaba la realización de un informe de esas características.
Sin embargo, desde la Real Escuela de Avicultura no comparten esa opinión. “El auge de la avicultura alternativa proviene del interés humano, de todos nosotros, de diversificar en el consumo de todo tipo de productos. Y así, probar algo que tal vez sea diferente. Por ejemplo, un pollo campero de 3- 4 meses de edad en vez de uno de granja de sólo 40 días, un caro solomillo de avestruz en vez de otro de vacuno, un verdadero ‘foie-gras’ de pato u oca, en vez de un paté de hígado de cerdo…”, puntualiza José Antonio Castelló, director de la Real Escuela de Avicultura y expresidente honorario de la Asociación Mundial de Avicultura Científica. Aun así, cerca del 80% de la producción de carne de ave del país todavía proviene del pollo de granja, situándose por debajo el pavo, el pollo campero y otras especies.
En cuanto a la producción de huevos, el 97% proviene de gallinas ponedoras en baterías, algo que puede cambiar con la entrada en vigor de la Ley del Bienestar Animal, en la UE. “Ésta obliga o bien a un cambio hacia otras jaulas de un diseño muy diferente, o bien a criar a las gallinas en el suelo o con salida al exterior”, explica. El del huevo alternativo –bien de gallinas en el suelo, camperas o ecológicas– lleva camino de convertirse en uno de los subsectores más pujantes, tal y como aseguran desde la Real Escuela de Avicultura: “En nuestro país, el huevo alternativo ganará cuota de mercado, como ya ha sucedido en otros países. En esta tendencia, tendrá mucho que ver la decisión del consumidor, de querer probar, de vez en cuando, algo diferente a lo habitual”. Al respecto, Castelló recalca: “Solo hay que tener en cuenta dos cosas. La primera, que su calidad es la misma que la del huevo de batería, siempre que tenga el mismo grado de frescura; la segunda, que su coste de producción es significativamente más elevado, de un 15 % a un 100 %”.
Cara y cruz de la avicultura alternativa
A la mayor calidad organoléptica de la carne proveniente de aves criadas de modo alternativo, se suman otras fortalezas, según se desprende del ‘Estudio de Caracterización de la Avicultura de Carne Alternativa en España’. En primer lugar, no se precisan grandes inversiones y es posible complementar la cría de aves de modo alternativo con otras producciones agrícolas o ganaderas. En segundo lugar, suelen ser producciones más sostenibles, por lo que cuentan con el favor de los consumidores.
Entre algunas de sus debilidades, que también las hay, resaltan los mayores costes de producción respecto a la producción intensiva de carne aviar, los escasos conocimientos técnicos y comerciales de muchos productores y el escaso interés de la gran industria avícola.
Aunque en el informe no consta, surge una cuestión que no se puede obviar: el proceso de reconversión de una explotación avícola convencional, de tipo intensivo y de producción “industrial” a otra de cría alternativa, o campera. “Ya sea por el tamaño mucho menor éstas últimas, como por el diseño, el circuito comercial subsiguiente, etc. Quien se quiera dedicar a alguna producción alternativa debe comenzar por estudiar el mercado y la forma de comercialización. En función de ello, debe adecuar las instalaciones a las necesidades de la especie elegida”. Ante el desconocimiento que todavía impera sobre la avicultura alternativa, nos preguntamos cuál sería la hoja de ruta idónea para aumentar, tanto la producción como la demanda del consumidor de este tipo de carne. La respuesta no es sencilla, por lo menos para el portavoz de la Real Escuela de Avicultura: “Al haber tantos tipos de aviculturas alternativas, no se puede hablar de una hoja de ruta común para todas ellas. Nuestra recomendación, para todo aquel que se quiera dedicar a alguna de estas producciones, sería documentarse muy a fondo sobre ella, estudiar el mercado, analizar la inversión necesaria, visitar otras explotaciones y encargar un proyecto a algún técnico especializado”.
“En avicultura alternativa, no se puede hablar de una hoja de ruta común. Hay que documentarse a fondo, estudiar el mercado, analizar la inversión necesaria, visitar otras explotaciones y encargar un proyecto”
El caso del avestruz no deja de ser curioso. Su crianza se disparó en la última década del pasado siglo, aunque en estos momentos, según el director de la Real Escuela de Avicultura, se ha convertido en algo “testimonial”. “El auge, como en el cuento de la lechera, se produjo a raíz de la entrada de muchos especuladores en el negocio, sin tener ni idea de la ganadería. Creyeron que podrían vender sus crías como reproductoras, pero el fin último tenía que ser la producción de carne… y eso sin tener en cuenta la escasez de mataderos preparados para esto último”, argumenta.
En España, según datos del Registro General de Explotaciones Ganaderas (Rega) de octubre del año 2009 existían unas 345 explotaciones, con casi 6.200 animales y unos 14 mataderos autorizados a este fin. Entre las principales comunidades autónomas con más explotaciones destacaban, según datos de la Rega del año 2008, Andalucía (84), seguida de Cataluña con 57, Castilla y León con 48, Baleares con 42 y Canarias con 40.