Más ganadería extensiva, más biodiversidad para Europa

Como consecuencia del abandono de la ganadería extensiva y de la industrialización del sector agrario en general, estos ecosistemas y toda su diversidad natural y social asociada se están perdiendo.

La disminución de la actividad pastoril se va traduciendo en cambios en la estructura de la vegetación con una fuerte matorralización y acumulación de biomasa vegetal que conlleva el aumento de la frecuencia e intensidad de incendios, la pérdida de diversidad biológica y paisajística y en la desestructuración social de muchos territorios rurales.

La ganadería extensiva, una de las prácticas agrarias más antiguas de la humanidad, se basa en la utilización de recursos naturales locales y en un bajo uso de insumos externos, constituyendo una importante forma de producción de alimentos con una baja huella de carbono. También es una herramienta de gestión y conservación del paisaje, con capacidad para utilizar los recursos de zonas de baja productividad agraria para generar productos y servicios de alta calidad. El pastoreo es, por tanto, una actividad que debe ser mantenida, mejorada y apoyada, por sus beneficios sociales, económicos, culturales y ambientales.

Los sistemas de producción extensiva contribuyen a la sostenibilidad y la calidad ambiental de numerosos hábitats en Europa, fomentando la biodiversidad, respetando el bienestar de los animales y conservando el paisaje y el patrimonio cultural rural.

Las prácticas en torno a la ganadería extensiva son diversas y adaptadas al territorio existiendo, por tanto, diversos modelos de gestión. La selección de razas autóctonas bien adaptadas al territorio y la adecuación de las técnicas de pastoreo a las distintas realidades geográficas y climáticas hacen del pastoreo extensivo no sólo un legado cultural a preservar, sino también una actividad con gran capacidad de adaptación a los efectos del cambio climático.

Además, la ganadería extensiva contribuye a la mitigación del cambio climático, a través del importante papel que desempeñan los pastos y sistemas silvopastoriles en el secuestro de carbono, tanto en la vegetación como en el suelo, cuando el pastoreo se planifica de forma adecuada.

Los paisajes con mayor diversidad biológica son aquellos que están sujetos a perturbaciones periódicas tales como el pastoreo o el fuego (destrucción cíclica y parcial de la biomasa superficial). La presenta de rumiantes extensivos se traduce en un aumento de la diversidad biológica, tanto de los hábitats como su fauna y su flora.

En los paisajes con pastoreo extensivo, las zonas de vegetación arbórea, arbustiva y herbácea se combinan en un mosaico del que frecuentemente participan cultivos y otros espacios humanizados. Las zonas de discontinuidad son fundamentales para la alimentación de las aves granívoras e insectívoras, y representan áreas de caza para innumerables depredadores. El matorral, a su vez, es una importante zona de refugio para insectos, pequeños mamíferos y aves, reptiles o anfibios, así como para las semillas o para la protección del arbolado, asegurando una regeneración adecuada del mismo.

En cuanto a la diversidad del suelo, es importante destacar el aporte del pastoreo extensivo en la conservación de las poblaciones de fauna coprófaga, es decir, las especies que se alimentan del estiércol y contribuyen así a la regulación del ciclo de los nutrientes.

Los ecosistemas dependientes de la ganadería extensiva prestan numerosos servicios ecosistémicos, entre ellos los de aprovisionamiento de alimentos (carne, leche, productos lácteos, grasas animales), fibras y materiales (lana, pieles, cuero) y tracción (extracción de leña, corcho, caza mayor).

La mejora de los pastos y su correcta gestión mediante pastoreo rotacional, rotacional, permite un adecuado desarrollo de la vegetación herbácea facilitando con ello diversos servicios de regulación:

• Biodiversidad florística.
• Establecimiento de una cadena trófica compleja, que proporciona condiciones de alimentación y refugio para diversos animales.
• Control de la erosión del suelo.
• Retención de agua en el suelo.
• Mejor regulación de las perturbaciones naturales.
• Redestribuición y ciclo de nutrientes.

En las zonas de producción ganadera, la creación de puntos de acumulación de agua como en charcas y pequeños embalses sirven de abrevadero para numerosas especies.

La ganadería extensiva es también un factor de identidad cultural local, tanto por las razas autóctonas adaptadas a las condiciones geográficas y climáticas local es como por las tradiciones asociadas a la práctica del pastoreo. El disfrute de un mosaico agrosilvopastoral representa además un servicio recreativo.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la ganadería extensiva es capaz de aprovechar recursos naturales no competitivos con la alimentación humana y generar, en cambio, alimentos nutricionalmente muy completos y ricos en proteínas. Por tanto, la ganadería extensiva es clave para la soberanía alimentaria, muy particularmente en aquellas zonas poco aprovechables para la agricultura. Además, es una actividad productiva ligada a los recursos del territorio y, por tanto, con una menor dependencia de los insumos externos lo que se traduce en una mayor autonomía.

Los sistemas de pastoreo rotacional o trashumante son capaces de romper los ciclos de infestación de parásitos y con ello disminuye el consumo de medicamentos veterinarios.

Los efectos del cambio climático se prevén que serán un aumento de la temperatura media, una reducción y mayor variabilidad de las precipitaciones y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. La ganadería extensiva se verá fuertemente afectada, sin embargo, al ser el modelo de producción ganadera mejor adaptado a las condiciones ambientales, tiene una gran capacidad de adaptación ambiental ante nuevos escenarios.

También puede ser una herramienta de adaptación al cambio climático para los territorios, al reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas. Ejemplos de algunas prácticas que contribuyen positivamente a la adaptación son la mejora de los pastos y la gestión del agua y el pastoreo.

La ganadería extensiva tiene un gran potencial en la mitigación del cambio climático al favorecer el secuestro de carbono en los suelos, compensando en muchos casos las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la digestión de los animales. Al mismo tiempo, supone una reducción de las emisiones de dióxido de carbono respecto de la ganadería industrial ya que al ser menos dependiente de insumos externos es una actividad menos ligada a la quema de combustibles fósiles.

Los sistemas de ganadería extensiva tienen una carga ganadera, es decir, una relación entre el número de animales y la superficie pastoreada en un periodo de tiempo determinado, ajustada a las condiciones locales. Los animales pasan la mayor parte de su vida al aire libre, alimentándose de pastos, mejorando así mucho su calidad de vida respecto a los animales bajo un manejo intensivo. Además, la ganadería extensiva hace uso de las razas autóctonas, bien adaptadas al entorno.

La combinación entre alimentación natural y aire libre propicia que los animales estén más sanos y tengan menos problemas sanitarios; además, una buena gestión de la vegetación y del pastoreo es esencial para satisfacer todas las necesidades nutricionales de los animales, y también posibilitan el consumo de plantas antihelmínticas que reducen el empleo de medicamentos antiparasitarios.