Una Armada vanguardista en tecnología. La industria en la estrategia de defensa

El entorno internacional se caracteriza por ser cada vez más complejo y volátil, lo que sin duda exige una reflexión urgente sobre la capacidad de los Estados para salvaguardar su soberanía y seguridad. En un contexto geopolítico en constante transformación, donde las amenazas se diversifican, contar con una Armada capaz de actuar con rapidez, flexibilidad, eficacia y autonomía es más necesario que nunca.

No solo se requiere una fuerza naval potente, sino que además se encuentre apoyada por una industria nacional sólida, tecnológicamente avanzada y con capacidad de proporcionar a la Armada los medios necesarios para afrontar cualquier contingencia, garantizando así la plena autonomía estratégica.

La mar, un espacio vital para la economía global, se ha consolidado como una zona estratégica de primera magnitud para la seguridad. No en vano, el 90% del comercio mundial se realiza por vía marítima, lo que convierte a los mares y océanos en verdaderas arterias económicas. Asimismo, la seguridad nacional está estrechamente vinculada a la protección de infraestructuras críticas, algunas de las cuales se encuentra en la mar tales como oleoductos, plataformas de extracción o cables submarinos. Concretamente, los cables submarinos de fibra óptica, se puede decir que, son la columna vertebral de la era digital, con todo lo que ello implica.

Además, las aguas territoriales de un Estado representan un pilar fundamental de su soberanía. La protección de sus recursos naturales, áreas de pesca y zonas marítimas exclusivas está constantemente amenazada por actividades ilícitas, el crimen organizado y las tensiones geopolíticas. Este panorama subraya la necesidad urgente de una Armada capaz de garantizar la seguridad y defensa de estos espacios estratégicos.

Para hacer frente a todas estas amenazas, la Armada mira hacia el futuro con el objetivo de construir una flota basada en la capacidad de proyección del poder naval sobre tierra y en la disuasión como herramienta fundamental para evitar los conflictos para, llegado el caso, actuar de manera decisiva ante cualquier tipo de amenaza.

La flota debe ser capaz de operar en escenarios complejos y cambiantes, desde conflictos convencionales de alta intensidad hasta la lucha contra la piratería o el terrorismo.

Para alcanzar este objetivo, es imperativo tener en cuenta el ritmo que impone la acelerada evolución tecnológica, y su papel en los nuevos desafíos, lo que requiere de una Armada vanguardista en tecnología, que sea capaz de adaptarse a los cambios y de mantener la superioridad en el combate. Para ello, es clave contar con una industria nacional que la respalde.

En este sentido, la autonomía estratégica de una nación se presenta como una capacidad prioritaria que, en términos de seguridad y defensa, depende de la capacidad para desarrollar, producir, mantener y actualizar los sistemas sin la dependencia de terceros.

Una industria nacional vanguardista, innovadora y dotada de capacidades tecnológicas de última generación resulta esencial para garantizar que la Armada pueda actuar sin depender de cadenas se suministros que puedan verse alterados por conflictos diplomáticos o comerciales, o decisiones políticas en otros países que pudieran impedir el empleo de sistemas de defensa suministrados por terceros, lo que se traduciría, llegado el caso, en una mayor supervivencia propia.

El desarrollo de esta industria debe ser impulsado por una visión a largo plazo, que apueste por la innovación constante en sectores clave como la construcción naval, los sistemas de propulsión, la guerra electrónica, la inteligencia artificial aplicada al combate y las redes de comunicación seguras, entre otras. La investigación y el desarrollo en estas áreas no solo mejoran las capacidades operativas de la Armada, sino que también aseguran la ventaja estratégica.

Y en este ámbito, el mundo académico juega un papel fundamental. Su capacidad para generar conocimiento y transferirlo al ámbito industrial permite crear soluciones innovadoras y aportar valor a la competitividad de la industria nacional. Debe ser un aliado clave en el diseño de tecnologías avanzadas, formando profesionales altamente cualificados y promoviendo la colaboración con las Fuerzas Armadas y la industria.

La Armada, la industria nacional y el mundo académico deben mantener una relación constante, donde la comunicación fluida permita buscar sinergias en un ciclo constante de conocimiento mutuo, mejora e innovación. De esta manera, la industria se convierte en un componente esencial de la estrategia de defensa, que no solo suministra los medios materiales necesarios, sino que también se presenta como tractora de la evolución tecnológica y de la adaptación a los desafíos emergentes.

La consolidación de una industria nacional de defensa, fuerte, competente y de alto nivel, es una prioridad estratégica para cualquier nación que aspire a mantener una Armada decisiva y relevante, capaz de responder con eficacia a los retos que se presentan, en un mundo caracterizado por la incertidumbre donde la capacidad de reacción no solo es deseable, sino imprescindible para garantizar la soberanía y la seguridad nacional.

Una industria que aporte a la Armada la certeza de contar con los medios necesarios para proteger España y los intereses nacionales en y desde la mar.