Demasiadas incógnitas
Por: Juan Díaz Cano, presidente de la Real Liga Naval Española
Con el inicio del nuevo año resulta frecuente que empresas e instituciones marítimas se esfuercen en vaticinar públicamente lo que esperan vaya a ser el devenir del sector en los próximos doce meses. Así que, sumémonos al carro y hagamos, desde esta modesta tribuna, nuestro propio vaticinio.
Tengo un amigo, ateo y acratizante (nadie es perfecto), que sostiene que la única ley incuestionable de esta vida no es otra que la de la oferta y la demanda. Aunque resulta evidente la exageración de tal afirmación, sírvanos esta ley para iniciar un repaso a aquellos aspectos que, en nuestra opinión, van a configurar la realidad marítima del año 2019.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China será seguramente un factor desencadenante de incertidumbre en los mercados financieros y en los mercados de bienes y servicios; máxime cuando el principal eje comercial en la actualidad se concentra en el Pacífico. La previsible reducción de flujos comerciales en esta área del globo repercutirá para el sector marítimo en una caída de la demanda en un momento en que la oferta esperada de buques para el próximo año sigue creciendo. Es el sino del mercado de fletes: la inelasticidad en el ajuste entre oferta y demanda. Esta anunciada caída de demanda se encontrará con un mercado de la construcción naval en alza. Conclusión: caerán los niveles de flete, con excepción de los afectos a determinadas tipologías navales muy específicas. Existen segmentos tipológicos ya saturados como el de los portacontenedores y otros que, en breve, alcanzarán un similar nivel de saturación.
Volviendo la vista a Europa, el mayor factor de desequilibrio lo constituye una previsible salida sin acuerdo entre el Reino Unido y la Europa comunitaria en relación al conflicto del Brexit. Por segunda vez en su historia, los británicos han encontrado la horma de su zapato. Este empecinamiento británico traerá negativas consecuencias para todos, los mercados financieros se resentirán y los flujos comerciales europeos verán disminuir sus niveles de intercambio.
En cuanto a los vientos de cola que hasta ahora han venido facilitando el mantenimiento de un ciclo expansivo continuado por espacio de casi una década, existen indicios para pensar en el fin de los mismos. No parece muy probable que en Europa siga fluyendo el dinero gratis por mucho tiempo. Más bien al contrario, todo apunta a este error financiero como la causa de una próxima recesión económica en la zona euro. Tampoco parece muy probable que el precio del crudo se mantenga durante mucho tiempo en los niveles de los últimos años.
Dentro de nuestras fronteras, el panorama tampoco pinta excesivamente aleccionador. Queda un año para que España adapte de una vez por todas la normativa comunitaria sobre la estiba, y la verdad, no parece muy probable que el actual Gobierno vaya a echar el resto en ello. Sin prácticamente apoyos parlamentarios fiables, resulta impensable que el ejecutivo pueda asumir la práctica paralización de los puertos españoles en manos de unos sindicatos cada vez más crecidos ante la debilidad mostrada por los últimos gobiernos.
Como noticia esperanzadora para el sector de la construcción naval, cabría señalar la reciente adjudicación a Navantia de la construcción de cinco nuevas fragatas F-110 por parte del Ministerio de Defensa. Como de costumbre, ha sido un partido de izquierdas el encargado de salvar el programa y asegurar la modernización de nuestra flota de guerra para demérito de un gobierno anterior acomplejado y melindroso. La gran ventaja del actual Gobierno es que no necesita desgastarse en los medios justificando un gasto de 4.325 millones de euros porque nadie le va pedir explicación alguna.
Así que, visto lo visto, de momento, lo mejor será poner el barco a la capa a la espera de mejores vientos.