Los tiempos vuelven a cambiar
Por: Juan Díaz Cano, presidente de la Real Liga Naval Española
Allá por el año 1964 Bob Dylan anunciaba, a través de una canción que llegaría a ser icónica para toda una generación, que los tiempos estaban cambiando. Y no le faltaba razón al cantautor norteamericano: los tiempos, de verdad, estaban cambiando. Tanta razón llevaba que cuarenta y siete años más tarde sorpresivamente un cantante, el propio Dylan, era galardonado ni más ni menos que con un ¡Premio Nobel de Literatura! Ignoro qué señales pudiera haber observado este cantante para augurar que los tiempos estaban cambiando, pero es evidente que alguna o algunas tuvo que haber observado.
Como quiera que la vida, y por tanto la sociedad, la economía y la política se configuran a lo largo de la Historia a través de ondas expansivas que marcan el devenir de las relaciones sociales, cabría preguntarnos si existen señales a nuestro alrededor de que, de nuevo, los tiempos vuelven a cambiar.
Vivimos pegados a un teléfono móvil, navegamos por una red etérea casi mágica que nos conecta con el mundo, el big-data preside las principales decisiones empresariales, los ejes del comercio mundial mudan de ubicación, Europa ve declinar su estrella sin llegar a entender que su tiempo quedó atrás fruto de una economía globalizada en la que nuevos actores asumen papeles estelares, y finalmente todos aceptamos como una realidad evidente que el mundo ha dejado de tener un guardián del orden y del bien.
Son todas ellas señales evidentes de que algo está cambiando. Están cambiando las relaciones personales, las vinculaciones empresariales, las políticas centrífugas y las instituciones lentas y pesadas. El mundo cambia a pasos agigantados ante los ojos maravillados e incrédulos de todos nosotros. Y ante todo cambio sólo caben dos alternativas: o ser actores o ser víctimas de este cambio.
Un modelo obsoleto
En medio de este marco general asoma un modelo marítimo español al que los años y la obsolescencia comienzan a pasar factura. Nuestro erróneo modelo portuario data del año 1992 impulsado por un crepuscular gobierno socialista abiertamente decidido a implantar un modelo cerrado y opaco alejado de cualquier pretensión liberalizadora. Nuestra Marina mercante, configurada en un mercado estrecho y cerrado, se arrastra por su propio camino de servidumbre mientras nuestra balanza de fletes se estanca cada día más en unas cifras que ningún gobierno se atreve a reconocer. Nuestra industria española de la construcción naval sigue pagando el peaje del ingreso de España en la CEE. Un peaje por el que nuestro país se convertiría en una economía de servicios en favor de nuestros socios comunitarios del norte. Para nuestra Marina de pesca suficientemente conocido es que tampoco el panorama pinta mucho mejor. Y para qué hablar de nuestra sufrida Marina deportiva.
Aire fresco para el sector marítimo
Alejándose de este deprimente escenario, el reciente anuncio de la constitución en España del Instituto de Mediación y Arbitraje del Transporte (IIMAT) no deja de ser un soplo de aire fresco en un momento en que, con motivo del Brexit, Londres comienza a perder protagonismo como centro del arbitraje marítimo internacional. A nadie escapa que, incapaz de acompañar los cambios observados en este mundo interconectado y globalizado que nos ha tocado vivir, el actual modelo judicial que preside la realidad europea comienza a dar sus primeros síntomas de agotamiento. Por ello, y de la mano de dos de dos instituciones modélicas, transparentes y sin tacha alguna como la Real Liga Naval Española y la Fundación Philippe Cousteau el IIMAT llega para quedarse y consolidar un proyecto cuya única mira no es otra que adelantarse a ese cambiante futuro que se aproxima a velocidades hasta ahora nunca observadas.
Desde esta tribuna damos la bienvenida a este proyecto que nos aleja de aquello tan español de “que inventen ellos”. Sólo cabe espera que el miedo no atenace a los principales actores del sector marítimo español y, por una vez, sean ellos los protagonistas de los cambios que los nuevos tiempos anuncian.