Entrevista a Álvaro Ribalta, Master of Wine y fundador de Massal Selection
Álvaro Ribalta es el Master of Wine (MW) español más reciente y atesora la Medalla Bollinger, el premio al mejor catador de su promoción. Ostentado solo por 420 personas en todo el mundo, el MW coloca a Ribalta en la cima del vino internacional. Tras más de 15 años viviendo en Londres y forjándose en el mundo del vino, en 2021 decidió volver a España y un año más tarde, en 2022, lanzó su propia compañía: Massal Selection. Hablamos con él de su figura, de su proyecto y de su visión de la industria del vino.
¿Qué hace un graduado en ingeniería mecánica por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) con un master en Quality Engineering Management por la London South University en la industria del vino?
Esta es una de las cosas más bonitas del mundo el vino, que llega gente de todos los sectores. En mi caso, vengo de las ciencias puras, la ingeniería, porque el vino engloba muchos ámbitos y muchos conocimientos. Me gradué en la UPC en 2006 y a mis 23 años me fui a Londres a mejorar mi inglés. Ya había trabajado en hostelería en Barcelona, por lo que en Inglaterra encontré trabajo rápido como camarero en un restaurante. El local tenía una carta de vinos internacional que me permitió catar cosas que no sabía ni que existían y que llamaron mi atención. El restaurante, que cuidaba muy bien al personal, me permitió hacer cursos de vino y ahí ya me fui aficionando. Tanto, que empecé a trabajar en un bar de vinos.
Álvaro Ribalta, Master of Wine y fundador de la distribuidora Massal Selection.
Entonces su trayectoria empezó en hostelería…
Exacto. Cuando llegué al local especializado en vinos tenían una carta tremendamente extensa y cuidaban mucho todos lo detalles. Ahí se me abrieron muchas puertas porque puede probar y catar tantos vinos que mi afición se convirtió en algo más. Por aquel entonces aún pensaba que quería dedicarme a la ingeniería, por eso estudié el master en Quality Engineering Management, pero al terminar me di cuenta de que ese entorno no era para mi, que lo que me gustaba era la gastronomía. Así que redirigí mi carrera, hice el diploma WSET y empecé a trabajar en el sector de la distribución vinícola. Además, me dieron una beca para estudiar el Master of Wine y por eso lo inicié en 2015.
¿Es realmente tan complicado conseguir el título de Master of Wine? ¿Cómo se preparó?
Sí, es muy complicado y requiere mucho esfuerzo y sacrificio. En mi caso, fue muy útil tener mucha estructura, es decir, prepararme un plan de estudios muy ideado y alineado. Durante el curso, me levantaba a las 5 de la mañana y dedicaba unas 2 horas a estudiar, y lo mismo hacía antes de irme a dormir y los fines de semana. Intentaba estudiar unas 15 horas semanales. Y todo esto hay que hacerlo mientras tienes tu propio horario laboral y una familia… Por eso era tan necesaria la estructura, saber qué tienes que hacer y cuánto tiempo tienes para hacerlo: hoy toca levaduras, mañana toca impuestos…
Las pruebas de cata para lograr el MW cuentan con un porcentaje de aprobados de solo el 10%... Además, el MW cubre todas las disciplinas: desde la plantación de una viña, la venta de vino a granel, conocimientos químicos… ¿Cuál fue para Álvaro Ribalta la parte más complicada?
Creo que la parte práctica es la más difícil. La teoría está compuesta por 5 exámenes sobre viticultura, enología, calidad, negocio y lo que se conoce como ‘asuntos contemporáneos’ (legislación, salud, etc.); la práctica son 3 exámenes en los que se catan a ciegas 12 vinos en cada prueba y tienes que saber sobre su origen, sus variedades, su estilo y método de producción, su calidad…
La teoría tiene una media de aprobados de entre el 30 y el 35% pero, como dices, la práctica solo del 10%. En mi caso, la teoría la aprobé a la primera y la práctica, a la segunda. Y estoy contento con ello porque no me encallé, pude hacerlo bastante rápido.
Gracias a eso es, oficialmente, uno de los mayores expertos de vino del mundo. ¿Cómo se siente cuando lee eso?
Me lo tomo con mucha humildad. En este mundo es imposible saberlo todo y siempre hay gente que sabe más que tu sobre algo concreto. La emoción y la alegría del principio, cuando aprobé el MW, creo que ya se me ha relajado. Estoy muy orgulloso, pero me parece importante destacar que esto es un trabajo en equipo. En mi caso, si no llega a ser por mis compañeros de estudio, mi familia y mi mujer, no habría tenido el tiempo ni la disponibilidad de estudiar y hacer los exámenes.
En 2022 decidió emprender su propio negocio y creó Massal Selection. ¿Qué le motivó a hacerlo?
En 2021 conseguí el título de Master of Wine, pero ya hacía tiempo que me planteaba volver a España. Llevaba ya unos cuantos años trabajando en la importadora Indigo Wine, por lo que conocía el mercado y su funcionamiento. Sabía que en España el mercado laboral funciona distinto, es mucho más estático y cuando se consiguen buenas posiciones, la gente tiende a quedarse en ellas. Además, no hay demasiadas empresas que necesiten un perfil como el mío, que venía de ostentar un cargo alto en Londres, por lo que creí que era el momento de empezar mi propio proyecto. Aunque fue en mitad de la pandemia, lo que complicó todo mucho a nivel logístico, no me arrepiento.
Ahora cuéntenos sobre el proyecto, ¿qué es Massal Selection?
Mi idea principal, en julio de 2022, era hacer distribución y, a la vez, tener una tienda online, ya que cuando empecé el negocio todavía existían muchas restricciones en hostelería. Sin embargo, la parte digital me costó más tiempo de lo esperado y no pude ponerla en funcionamiento hasta septiembre de 2023.
Desde entonces, Massal Selection es una plataforma online de venta de vino artesanal a clientes particulares y una importadora y distribuidora para vender a restaurantes, bares de vinos y tiendas especializadas. Además, el pasado diciembre lancé un Club de Vinos en el que se ofrece una seleccio´n exclusiva y bimestral de entre tres y seis vinos a los suscriptores. Aunque es un proyecto joven, ya tiene mucha forma y estructura.
Ribalta estudió todas las titulaciones del WSET, terminando su Diploma en 2014, por el que ganó las Becas Lustau y Derouet Jameson.
En esta línea, ¿qué debe tener un vino para llamar su atención?
Creo que en la diversidad esta´ el gusto y que la heterogeneidad resulta en mayor complejidad. En mi caso, me gusta trabajar con productores que, sobre todo, se esfuerzan por reflejar el territorio y terrun~o de donde provienen sus uvas.
Creo firmemente en el respeto por el medio ambiente y en una intervencio´n mi´nima (pero suficiente) para que los vinos demuestren su ma´ximo potencial, pero tampoco soy dogma´tico. Al igual que me gustan los vinos naturales sin sulfitos an~adidos, tambie´n me encantan los de cariz totalmente ‘cla´sico’, y todo el amplio abanico de vinos entre medio de los dos extremos. Sin embargo, da la casualidad de que los vinos que me suelen gustar esta´n hechos por productores pequeños y medianos que trabajan su propio viñedo, buscan una identidad clara de su territorio y tratan su materia prima con total respeto. Además, suele darse también la casualidad que trabajan con métodos ecológicos y biodinámicos.
Al fin y al cabo, lo que busco son vinos equilibrados, bebibles y con identidad. No me preocupa su origen, si son Rioja o Ribera, sino que aporten algo interesante. Un ejemplo de ello es un vino del norte de Grecia que gestiono en Massal Selection: proviene de una zona poco conocida pero creo que es excelente, por eso trabajo con él.
Con sus conocimientos y su experiencia profesional, está capacitado para analizar el mercado del vino en nuestro país. ¿Cómo lo definiría?
Creo que el mercado del vino en España está en una fase de crecimiento y de apertura. Hace poco, en España solo consumíamos vino español, incluso el vino francés costaba… Ahora ya no es así, hay mucha demanda de vinos extranjeros, especialmente de zonas clásicas francesas, pero también alemanas e italianas. Lo que sí es cierto es que aún nos cuesta consumir vinos de otras zonas, y ya ni hablemos del nuevo mundo. Es una cuestión de desconocimiento y es normal porque somos una potencia productora, pero hay voy viendo que el interés es cada vez mayor y sé que la importación seguirá creciendo.
Sí que es cierto que mi cliente es la hostelería media, alta y muy alta y en estos sectores hay más apertura y más disponibilidad. Son perfiles en los que el precio no es el factor más importante, por lo que se atreven a probar y a investigar. Además, se van incorporando perfiles ‘jóvenes’ que han vivido y trabajado fuera de España, ya sea Londres, París, Singapur… Y su forma de pensar y entender el vino es distinta, mucho más abierta e internacional.
Habla de esta nueva generación que ha estado fuera y sabe qué está en tendencia en otros lugares. Vamos a darle la vuelta, ¿cuáles son los lugares que marcan la tendencia en el mundo del vino?
Londres siempre es la capital, el lugar en el que todo pasa. Pero también es muy importante ahora mismo Nueva York y le siguen París, Copenhague y Tokio –especialmente en el sector de vinos naturales–. San Francisco también es un punto importante, pero su mercado es muy endogámico, apuestan mucho por el propio producto californiano y cuesta más encontrar otros orígenes.
En este sentido, ¿qué tenemos que hacer para que nuestros vinos crezcan en valor en estas zonas?
Esta es la pregunta que toda bodega se hace y la respuesta no es simple. Creo que no se trata de hacer una cosa muy bien, sino de hacerlo todo bien y, además, tener suerte. No basta con tener buenas uvas, hay que tener también una buena viña, procesos bien hechos, un vino de calidad, ofrecer un packaging perfecto, trabajar el marketing y la comunicación, contar con una distribución eficiente, escoger bien con quién se trabaja…
No hay atajos, es necesario hacerlo todo bien.
Entonces, ¿los pequeños tienen menos posibilidades de triunfar?
Para nada, hoy en día, afortunadamente, las bodegas pequeñas están haciendo su propio vino y de una grandísima calidad. Me atrevería a decirte que tienen las mismas oportunidades de abrirse camino que los grandes, si no más, porque hay un sector muy especializado que busca productores pequeños que trabajen su propia viña y ofrezcan valor y compromiso, algo que antes sucedía menos ya que se buscaba volumen de producción. La globalización y las redes sociales han abierto el mundo a todos, por lo que no se necesitan grandes inversiones para darse a conocer.
Hablando del valor, ¿qué opina de la recuperación de variedades ancestrales y la apuesta por variedades minoritarias? ¿Cree que es una buena estrategia tanto comercial como agronómica?
Creo que las variedades autóctonas de cada zona son siempre mucho más interesantes que las variedades internacionales importadas y exportadas. Sin ir más lejos, los vinos del Penedès han apostado mucho por la Merlot o la Cabernet Sauvignon, cuando creo que lo interesante es la Xarel·lo, la Sumoll o la Malvasia de Sitges porque tienen un sentido identitario muy atrayente y te hablan de su origen. Y no solo desde el punto de vista hedonístico, también a nivel comercial porque hay mucha menos competencia. ¿Cuántas Cabernets hay en el mercado? Miles, pero el Xarel·lo del Penedès es único.
Y ya ni hablemos desde una perspectiva vitivinícola… Estas variedades están mucho mejor adaptadas a sus zonas, al suelo y a las características climáticas. Ya no buscamos vinos con mucho tanino, con azúcar, con color y con alcohol, ya no vamos solo a grandes volúmenes de producción. El paradigma ha cambiado y toca producir menos, pero con más calidad, y estas variedades son la forma de lograrlo. Es el momento de apostar por el origen y la identidad.
Para terminar, ¿podría recomendarnos un vino tinto, uno blanco, uno rosado y uno espumoso?
Como vino tinto, voy a recomendar el vino griego Dalmára Naoussa 2021, elaborado con la variedad Xinomavro; en blanco, el vino austríaco Jurtschitsch Langenlois Riesling 2021; en rosado, el Coreografía Wines Priorat 2021, elaborado con Garnacha y Garnacha Blanca; y como espumoso, el champagne francés Etienne Calsac L'Échappée Belle NV de Chardonnay.