Aunque algunos son casi irrecuperables, la URV confía en poder rescatar a la mayoría de ellos
La URV estudia muestras de viñedos centenarios de La Palma enterrados bajo la lava del volcán
En los laboratorios del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universitat Rovira i Virgili se guardan 70 muestras de viñedo de la isla de La Palma a punto de analizar. Provienen de viñedos que en algunos casos han quedado enterrados bajo la lava o bajo las cenizas y que serán irrecuperables. Se trata de viñedos centenarios de variedades conocidas y algunas de desconocidas que podrían ser endémicas de la isla.
Cuatro meses antes de la erupción del volcán de La Palma, el Consejo Regulador de la isla y la Consejería de Agricultura del Cabildo Insular acordaron iniciar un estudio genético de las variedades de vid. El objetivo era encontrar nuevas variedades locales y variaciones (mutaciones) de determinadas variedades adaptadas durante siglos en La Palma, que podrían estar en extinción, y de este modo conservar su patrimonio vitícola. Esta investigación, como la que se ha realizado hasta ahora en las islas de Lanzarote, La Gomera, El Hierro y Fuerteventura, se encargó a la investigadora Francesca Fort, del grupo de investigación en Tecnología Enológica (TECNENOL) del Departamento de Bioquímica y Biotecnología. Se trataba de seleccionar variedades consideradas raras o desconocidas y variedades antiguas de cepas de más de 100 años o bien injertadas a partir de individuos centenarios.
“Tenemos 70 muestras, de las 90 que nos tenían que llegar, en los congeladores de los laboratorios de la Facultad de Enología a punto de iniciar el estudio genético”, explica Francesca Fort. Estas muestras –que llegaron a la URV a principios de junio– provienen de diferentes viñedos de la isla repartidos por la toda la geografía insular. Trece de estas muestras, propiedad de cinco viticultores, están enterradas bajo la lava o de las cenizas del volcán “y son totalmente irrecuperables”, apunta la investigadora. En su mayoría se trata de ejemplares centenarios. De algunas se sabe el tipo de variedad, “aunque una vez realizado el estudio genético, los resultados no siempre coinciden con las variedades que los propietarios creen que son” y, en otros casos, “son variedades todavía ahora desconocidas”. Este trabajo de investigación pretendía realizar un inventario de la biodiversidad vitícola de la isla, con el fin de conservar todos los ejemplares interesantes, ya sean nuevas variedades o bien mutaciones adaptadas a las diferentes zonas de La Palma.
Hacer la caracterización genética de estas variedades llevará un año de trabajo. El problema ahora es que muchos de estos viñedos enterrados ya no se podrán recuperar: “Nos queda una muy pequeña esperanza de que, como las muestras de sarmientos han sido congeladas y, por tanto, las yemas de las mismas también, se pudieran recuperar estos individuos a partir de las células meristemáticas de estas estructuras mediante técnicas in vitro”. Así pues, se podría llegar a recuperar todo lo perdido. De los trece viñedos desaparecidos, ocho tenían más de cien años.
Algunas de las muestras que se analizarán: Se comprobará si las variedades son las que se indican y se buscará cuáles son las desconocidas y, por tanto, posibles nuevas variedades.
40 hectáreas sepultadas bajo ceniza y lava
Según el Consejo Regulador Denominación de Origen de Vinos La Palma, la erupción volcánica de Cumbre Vieja puso en evidencia un problema que ya venía arrastrando el sector en los últimos años: la pérdida de cosecha año tras año debido a múltiples factores como el escaso relevo generacional, sequía, incendios forestales y daños por fauna silvestre. El volcán arrasó, según los datos del Consejo Regulador, cerca de cuarenta hectáreas de viñedos inscritos en La Denominación de Origen de Vinos La Palma. “Parte de esos viñedos son irrecuperables, pues han quedado bajo las coladas de lava; otros, tenemos la esperanza de que puedan recuperarse, todo dependerá de la voluntad de los viticultores y de las ayudas que lleguen”, explica Adalberto Martín, presidente de la Denominación de Origen de Vinos La Palma.
Según Martín, “nos encontramos en el momento de la recuperación y creo que debemos ver el volcán como una oportunidad para trabajar e intentar mejorar todos los aspectos problemáticos previos a la erupción y, por supuesto, el restablecimiento del viñedo dañado”. En este sentido, explica el presidente, “cuando fuimos conscientes de que parte de las muestras que habíamos recogido en campo para el estudio habían quedado sepultadas bajo la lava fue un mazazo”. Les vinieron a la mente estas variedades “que quizá puedan haberse salvado por encontrarse en el laboratorio”. También pensaron en los propietarios de esas variedades, “que en algunos de los casos han perdido sus viviendas, es tremendamente duro, pero toca recomponerse y empezar a trabajar cuanto antes para que este sector vuelva a brillar con la luz que se merece”.
En esta superficie de cuarenta hectáreas sepultadas bajo lava o ceniza, mayoritariamente existían variedades como el Listán blanco (Palomino fino) y el Negramoll (Mollar cano), y con menor proporción la Malvasía de La Palma (Malvasía de Sitges, Malvasía aromática o Malvasía dubrovačka), el Sabro (variedad que solo se encuentra en La Palma, por tanto, es una variedad local) y la Forastera blanca. Sin embargo, no se descarta que haya variedades nuevas, es decir, individuos no catalogados.
Ocho nuevas variedades en El Hierro
La investigadora Francesca Fort asegura que la cantidad de variedades locales que hay en las islas Canarias “no es habitual en otras partes del mundo”. Lo demuestran los estudios que se han realizado hasta ahora en las islas de Lanzarote, La Gomera, El Hierro y Fuerteventura, donde se han localizado variedades únicas.
A finales de este octubre se presentaron en el Consejo Regulador de la DOP de El Hierro los resultados de un estudio sobre la caracterización genética de variedades de los viñedos de la isla, que realizó el equipo de esta investigadora. Los resultados fueron espectaculares, ya que El Hierro resulta ser hasta ahora la isla más biodiversa del archipiélago. Con este trabajo se han aportado seis variedades nuevas locales (Pinar negro, Seis de Carlos, Resoro blanco, Uval negro, Uval piñero y Uvalero volcánico) en el elenco de variedades canarias y posiblemente se añadirán dos variedades más (Gabetera blanca y Llano mulato), “y todo eso en unas 124 hectáreas de viñedo prospectadas” –el Hierro es la segunda isla más pequeña–). Han localizado también una tercera muestra que se presenta en el límite entre lo que arbitrariamente se define como mutación o variedad nueva y, aparte de eso, se ha encontrado una mutación de color de una variedad local canaria blanca, se trata de la Bermejuela rosada.