Xylella fastidiosa en viña, el riesgo ya es real
La Xylella fastidiosa es una bacteria fitopatógena con gran potencial de daño económico. Sin cura conocida, esta bacteria afecta a un gran número de plantas de interés agrícola, ornamental y forestal. Hasta septiembre se han detectado ya más de 740 positivos en las Islas Baleares, por lo que desde ENEO y Vitivin hablamos con Miguel Ángel Miranda, profesor del Laboratorio de Edafología de la Universidad de las Islas Baleares e investigador del grupo de Zoología Aplicada y de la Conservación, sobre los peligros para la vid de esta amenazadora bacteria.
El nombre de la propia bacteria hace referencia a que se aloja en el xilema de la planta, los conductos por donde circulan el agua y los nutrientes (Xylella), y porque resulta muy complicado su aislamiento en el laboratorio, de ahí el concepto ‘fastidiosa’. “Se trata de una bacteria patógena y endofítica que produce una invasión de los vasos conductores del xilema. Si la infección progresa hasta lo que sería la fase final, podría llegar a matar a la planta”, explica Miguel Ángel Miranda, profesor del Laboratorio de Edafología de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) e investigador del grupo de Zoología Aplicada y de la Conservación, así como investigador de linaje. “Actualmente no hay productos ni sustancias que podamos utilizar para curar esta enfermedad”.
La Xylella produce daño en la planta cuando la colonia de bacterias se acumula en el xilema y obstruye la circulación del agua y los nutrientes que llegan desde las raíces. Al obstruir, no llegan ni agua ni nutrientes a las hojas y brotes, lo que provoca su desecación y el progresivo deterioro de la planta hasta que muere.
La transmisión de esta enfermedad se produce “a través de insectos vectores, un grupo muy particular de insectos que tienen un estilete, un aparato bucal modificado con una especie de aguja que permite succionar el líquido que está en el xilema. Con esa sabia bruta, se consigue introducir la bacteria en el estilete bucal. Cuando pasa a otra planta y vuelve a alimentarse, lo que hace es transmitir la bacteria a la otra planta”, señala el profesor.
El ciclo biológico de los vectores
El ciclo se inicia con los huevos depositados por la hembra el pasado año, alrededor de los meses de octubre y noviembre. Estos huevos eclosionan en primavera y, en ese momento, sale una ninfa. En este caso, las ninfas son formas de desarrollo todavía muy jóvenes que se alimentan de las plantas que están en la vegetación, no en los árboles -la cubierta herbácea de cada parcela-.
La ninfa pasa por 5 fases de desarrollo, estando siempre en esa vegetación, y forma una espuma muy característica. Esta espuma, que le sirve para mantenerse hidratada, es una especie de saliva que recubre a la ninfa como un mecanismo de defensa contra depredadores, insecticidas o contra cambios de temperatura, insolación, etc. A medida que la ninfa crece, también lo hace la espuma que la recubre. Se va desarrollando desde la parte inferior de la planta hasta la planta superior.
“En nuestra zona sabemos que llega un momento que la cubierta desaparece por el estrés hídrico. En ese momento, los adultos ya se han desarrollado y abandonarán esa cubierta vegetal que no les da alimento y se irán a los árboles. Ahí es cuando se puede producir la transmisión de árbol a árbol. Cuando llega a un árbol inserta su estilete para succionar la sabia. Si el árbol está infectado, el insecto captará la bacteria, que será transmitida en el próximo árbol que utilice para volver a alimentarse. No son unos insectos especialistas en alimentarse de la sabia elaborada (floema), como podría ser el pulgón, sino que se alimentan de los vasos conductores del xilema. Una vez están en los árboles, pasan todo el invierno en vegetación arbustiva o arbórea. Cuando vuelve el otoño, volvemos a encontrarlos en la poca cubierta vegetal que aparece. Por noma general, dejan los huevos en los rastrojos de las parcelas, y esos huevos pasarán el invierno allí, hasta que en primavera vuelvan a eclosionar, completando el ciclo”, manifiesta el profesor.
Con todos estos conocimientos, ¿estamos más cerca de trabajar contra el vector que de encontrar una cura? “Tenemos 3 pilares fundamentales para gestionar la enfermedad. No digo controlarla porque va a ser muy difícil, pero la gestión de Xylella fastidiosa es el vector, por lo que el primer pilar es intentar disminuir la transmisión del vector en las parcelas que nos interese, es decir, las comerciales. Para eso, nuestra investigación ha mostrado que en Mallorca tenemos una estacionalidad muy determinada del vector, que se desarrolla durante su fase inmadura en la vegetación que está asociada a la parcela. El manejo de esa vegetación sí que puede incidir en la disminución de la población del vector. Así, si disminuimos la población de insectos en nuestra parcela, también disminuiremos su transmisión. Pero debemos tener en cuenta que estos insectos se pueden encontrar alrededor de la parcela, por lo que la misión es difícil ya que podemos gestionar nuestra vegetación en el interior de la parcela, pero la de los bordes u otras parcelas vecinas ya es un tema más complicado”.
La segunda gran estratégica que señala el profesor es encontrar variedades resistentes a la Xylella, como hacen los italianos con variedades de olivo: “Hay que intentar encontrar variedades que toleren la presencia de Xylella sin provocarle la muerte y, entonces, trabajar con esas variedades para poder sustituir las que ahora son más sensibles”.
Por último, la tercera línea sería el conocimiento más profundo de la bacteria, qué subespecies pueden comportarse como patógenas y dentro de esas subespecies, qué tipos genéticos son los que van a plantear problemas. “Es importante tener en cuenta, además, que es una bacteria que puede recombinar fácilmente, por lo que la situación que tenemos ahora puede no ser un reflejo de la que encontremos en un futuro más o menos cercano. Pero, sin lugar a dudas, son las 3 líneas de trabajo principales: Gestión del vector, variedades resistentes y la caracterización de la bacteria".
El caso de las Islas Baleares
La Xylella fastidiosa no afecta de la misma forma a todas las especies vegetales. En las Islas Baleares, se detectaron los primeros positivos en octubre de 2016, que fueron aumentando debido a las condiciones meteorológicas del verano de 2017. Tal y como afirma Miguel Ángel Miranda, “lo que estamos viendo aquí en Baleares es un escenario único. Tenemos diferentes subespecies de Xylella que se encuentran en las distintas islas. Por ejemplo, en Ibiza encontramos la subespecie pauca y en Mallorca, la subespecie fastidiosa y múltiples. Cada subespecie tiene un rango de plantas en las que actúa de forma preferente. Y dentro de cada subespecie definiríamos una serie de secotipos, tipos genéticos que además pueden tener una preferencia en un cierto tipo de plantas. Un ejemplo de ello se dio en Italia, donde la subespecie pauca, secotipo 53, mostraba preferencia por los olivos y fue tremendamente virulenta. En el caso de Baleares, donde tenemos esta mezcla de subespecies, hemos visto que el almendro ha sido una de las especies vegetales más afectadas”.
El congreso que se celebró en las Islas Baleares a principios de año puso sobre la mesa las líneas de investigación actuales que se están siguiendo a nivel mundial. En particular, internacionalmente se está trabajando y estudiando en profundidad el tema de la transmisión: “Lo principal es demostrar qué insectos son realmente vectores y qué papel juegan en la transmisión de la bacteria. Es muy importante especificar qué especies son las claves, cuáles son las que actúan como vectores mayoritarios que recogerán la bacteria de una planta y la pasarán a otra”.
También se está trabajando mucho en el estudio de la bacteria en sí, sobre todo a nivel genético: “El objetivo es saber cómo se comporta la bacteria dentro de la planta y cuáles son los factores que hacen que la bacteria crezca con más o menos virulencia, teniendo en cuenta que es oportunista y que, en ocasiones, puede estar en la planta sin llegar realmente a matarla”, atestigua.
Pero, aunque no llegara a matarla, ¿esa planta infectada seguiría siendo un foco de transmisión? “Sí, el problema de Xylella fastidiosa es que muchas plantas son asintomáticas, portadoras de la bacteria. Estas plantas, debido al comercio mundial, se han movido de un lugar a otro y por ello se ha producido la entrada de la Xylella en Europa”, explica.
Desde la Universidad de las Islas Baleares se están desarrollando dos proyectos. El primero de ellos, financiado por la autoridad europea en seguridad salud alimentaria, la EFSA, y en colaboración con Marga Gomila, Jordi Lalucat y la doctoranda Maria Antònia Tugoresrealiza, se realiza el seguimiento de la curva, del ciclo biológico de la bacteria en las islas. “De esta forma, hemos podido saber la estación del año donde encontramos las ninfas en la vegetación herbácea”. Por otra parte, se está estudiando la competencia vectorial: “Nosotros recogemos vectores en el campo, los exponemos junto a plantas sanas y vemos si esos vectores son transmisores o no. Esto nos servirá después para gestionar realmente los vectores, aunque todo apunta a que van a ser los mismos que en Italia, es decir, la especie Philaenus spumarius y el género Neophilaenus con las dos especies lineatus y campestris”
El otro proyecto que se está desarrollando fue concedido en 2017 al Institut de Recerca Agroambiental i d’Economia de l’Aigua (Inagea), un instituto de investigación mixto entre la CAIB, el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y la UIB. Es un proyecto RTA a nivel nacional donde, entre otras líneas de investigación, se trabaja en el estudio de variedades resistentes y en un mayor control del vector: “A nivel de parcela, estamos viendo qué insecticidas serían más adecuados para controlarlo. Siempre intentaremos encontrar sistemas de control que sean lo más específicos posibles, de esa forma no causaremos un daño mayor que el que causaría el vector propiamente. No podemos utilizar, por ejemplo, tratamientos generalistas para tratar un vector que, además, no suele estar siempre presente a la parcela, sino que va y viene, alimentándose de los árboles. Por eso, la gestión tiene que ir enfocada, en primer lugar, a intentar controlar la población de ninfas y, en segundo lugar, si es necesario, en aplicar los tratamientos sistémicos que se han demostrado que van a ser los más eficaces para tratar este tipo de insectos”.
Teniendo en cuenta que se está trabajando con estos tres vectores principales, las características de estos insectos, ¿se puede extrapolar a que hay otros vectores o desde la investigación se está seguro de que van a ser estos tipos concretos solamente? “Por ahora, por lo que hemos visto en el caso de Italia, parece que todo apunta a que dentro de esta familia de los aphrophorides es donde vamos a encontrar la mayoría de los vectores, aunque existen otras familias que no descartamos. Por el momento, con nuestros ensayos, no son abundantes en Baleares. Sin lugar a duda, la especie más abundante que encontramos es Philaenus spumarius. Este año en particular, y dentro de unos meses, se encontrarán especies de Neophilaenus”, acentúa Miguel Ángel Miranda.
Varios positivos en distintas zonas de España
A nivel estatal, ya se se han encontrado positivos en Baleares, en Alicante y en Madrid, tanto en almendros como en olivos. Aunque hay más indicios en otros lugares, existen ciertas reticencias en avisar, quien sabe si por parte del agricultor o de alguna autoridad, por el miedo al protocolo de actuación que conllevaría. Por ello, se hace necesario convencer al sector de la importancia de avisar y actuar cuanto antes.
“Es importante tener muy claros los dos protocolos que hay. En Baleares se inició un protocolo de erradicación, como también se hizo en Alicante o en Madrid. Y esos protocolos de erradicación implican la destrucción de la planta infectada y las otras posibles hospedadoras (publicadas en un listado de la EPSA) que podrían albergar la bacteria. Eso es importantísimo porque el protocolo de erradicación está pensado precisamente para que cuando se detecte un foco, se pueda actuar rápidamente y eliminarlo. Si un agricultor ve sospechas de que puede tratarse de un foco de Xylella y no dice nada, y finalmente fuese un foco inicial, ese foco podría expandirse mucho más en el territorio y después sería imposible de erradicar”.
Si miramos el caso de Italia, en el país entró una cepa de Xylella fastidiosa muy violenta que provocó la muerte de miles de olivos en poco tiempo: “Esa es la importancia que tiene la Xylella. En otras ocasiones, tal vez circula y no da sintomatología, pero siempre tenemos el riesgo de que pueda ser grave. La detección temprana es la mejor herramienta para evitar los focos”, enfatiza.
El peligro que corre España es que se trata de el mayor productor de uva del mundo, con grandes extensiones de vino. La duda a la que se enfrentan los investigadores es el desconocimiento sobre la velocidad a la que podría crecer y propagarse esta bacteria, infectando cada vez más zonas. “La experiencia que tenemos viene de EE UU, donde la enfermedad de Pierce es un clásico desde hace más de 100 años. Lo que pasa es que allí los vectores son distintos, viven mucho más en el propio viñedo. En nuestro caso, sin tener todavía datos al respecto porque no es algo que hayamos estudiado, la sensación es que no van a ser vectores que vivan en el viñedo, por lo que no vamos a encontrar una extensión de la enfermedad a elevada velocidad. El peligro serán las visitas de los vectores al viñedo para alimentarse que, en general, se darán en los bordes de la viña. Es el caso claro de unos vectores que no van a vivir de forma permanente en el cultivo, pero sí que lo visitan periódicamente para alimentarse. Ahí es donde vamos a encontrar el riesgo de transmisión de la bacteria”.
La importancia de la asociación entre viñedos
Aunque en los últimos años se han hecho esfuerzos para desarrollar investigaciones, el profesor tiene claro que resultan insuficientes: “Claramente, nos falta ponernos las pilas. Cuando uno hace números y pone en la balanza lo que costaría tener en el territorio la Xylella en algunos cultivos clave, como podría ser el olivo en Andalucía, y lo que estamos invirtiendo en investigación… Los números no van parejos. Sin lugar a dudas, necesitaríamos mucho más presupuesto para la gestión autonómica y la investigación en Xylella, que es una de las enfermedades más importantes hoy en día, no solamente en Europa, sino a nivel mundial”.
¿Y eso en que se traduce? En desconocimiento. Estamos atravesando una situación en la que los tratamientos parcela-parcela cada vez tienen menos sentido: “En un cultivo como el viñedo, cada vez va a tener más sentido la asociación entre viñedos, la formación de ATRIAs y ADV que permitan gestionar lo que van a ser las cubiertas o los posibles tratamientos del vector de una forma lo más uniforme posible. Si no es así, vamos a tener parcelas que van a tratar de una forma, otras de otra y, por lo tanto, no vamos a llegar a disminuir la presión del vector. En muchas plagas ya sucede esto, pero en el caso de la Xylella en concreto resulta evidente que nuestra parcela, si está en medio de diversas parcelas que se gestionan de otra forma, no vamos a poder hacer mucho”, concluye el profesor Miguel Ángel Miranda.