Consejo Consultivo de la Junta de Castilla y León, Zamora
El edificio de las oficinas del Consejo Consultivo de la Junta de Castilla y León es una clara muestra de la “arquitectura esencial” y altamente funcional de Alberto Campo Baeza, donde la búsqueda y persistencia de la luz natural ejerce todo su protagonismo. A pesar de su contemporánea huella arquitectónica, el complejo se funde e integra totalmente en un entorno de construcciones clásicas, aprovechando incluso algunos de estos elementos históricos.
El Consejo Consultivo de Zamora se alza en un terreno en el que anteriormente se ubicaba un antiguo convento, frente a la Catedral de la ciudad, a orillas del Duero. El nuevo edificio respeta los límites del huerto del convento. La propuesta de Campo Baeza es una caja con muros y suelos de piedra abierta al cielo, de la misma piedra de la Catedral, por lo que el conjunto se integra perfectamente y se retroalimenta. En palabras del mismo Campo Baeza, “un auténtico Hortus Conclusus”, una interpretación moderna de los jardines de monasterios y conventos medievales. En los muros de piedra se abren estratégicamente huecos que permiten admirar el paisaje y el entorno que rodea el edificio.
La caja de piedra rodea o protege otra caja, completamente de vidrio, a modo de invernadero. Su fachada es doble, tipo Mure Trombe. La piel exterior de esa fachada se ha construido con vidrios de una sola pieza de 600 x 300 cm, unidos todos ellos tan sólo con silicona estructural, sin emplear prácticamente ningún otro elemento para la conjunción. El vidrio es sencillo, sin cámara de aire. Ésta se crea construyendo un segundo muro de vidrio interior separado del exterior por la distancia suficiente que permita a una persona caminar por su interior. Esta cámara ancha funciona como elemento climático activo que ofrece la posibilidad de manipular la temperatura, la humedad y la circulación del aire interior cuando es necesario.
“Ya desde su inicio, el arquitecto concibió el edificio con unos cerramientos totalmente acristalados que crearan una doble fachada activa. Las cámaras creadas en el interior de la doble fachada se emplearían para calentar el aire exterior que se usa en el edificio, en invierno, o extrayéndolo mecánicamente y expulsándolo al exterior en verano, a través de la cámara bajo cubierta, cuando energéticamente fuera preciso”, indican desde Úrculo Ingenieros, empresa encargada de la redacción del proyecto de instalaciones y de la asistencia a la dirección de obra de las mismas.
El empleo del vidrio en esta obra tenía como objetivo crear la frontera arquitectónica entre interior y exterior, “acotar un espacio para su uso, pero en este caso de forma muy singular, empleando el vidrio, por su natural transparencia, para disolver con sutileza y gran sensibilidad por parte del arquitecto, la barrera visual entre lo que cierra y lo que se cierra”, explica José Pablo Calvo Busello, consultor de vidrios que ha trabajado en la obra.
La fachada de vidrio es activa en términos climáticos y a la vez totalmente transparante, eliminando cualquier barrera entre interior y exterior, “como si estuviera todo hecho de aire”, en palabras del arquitecto.
“Para cumplir las condiciones básicas exigidas por el proyecto –indica el consultor de vidrios- se empleó un vidrio de toda la vida, incoloro y transparente, sin ningún tipo de capa ni tratamientos que alteraran la transparencia y, sobre todo, la reflexión luminosa, que debía ser mínima. El criterio de diseño de la fachada fue el de doble piel con un amplio espacio registrable entre el acristalamiento exterior y el interior”.
Al ser prácticamente el único cerramiento del recinto y estar expuesto a posibles choques accidentales de personas, tanto en el interior como en el exterior, “se emplearon en ambas pieles, composiciones de vidrio sin templar laminado de seguridad, de doble hoja, que garantizan la estabilidad de las piezas de acristalamiento aun después de la fractura de alguno de sus componentes. Los contrafuertes que dan apoyo a la fachada superior en la planta alta de la edificación también se realizaron con laminado de seguridad de triple hoja, asimismo sin templar”, explica Calvo Busello.
Total transparencia
En los ángulos superiores de la caja de vidrio, aparecen unas costillas de vidrio laminado, triedros, que rigidizan la cubierta de cemento y que se disponen coincidiendo con las juntas verticales de los vidrios. Estos triedros hacen más visible aún la transparencia perseguida. De hecho, Campo Baeza buscaba en este edificio el efecto de la torre de la Friedrichstrasse de Mies Van der Rohe, en Berlín. En este edificio del arquitecto alemán, la torre completamente acristalada refejaba la ciudad que lo rodeaba, con el consiguiente y constante cambio de luz conseguido. De esta manera, el edificio perdía sus propios límites físicos. En el caso del Consejo Consultivo de la Junta de Castilla y León, el triedro construido con aire constituye un verdadero vidrio angular, que lleva gravado al ácido la inscripción “Hoc vitrum angularis Maio MMXII posito”.
Respecto a este remate horizontal superior que cierra la cámara entre el acristalamiento exterior e interior, el consultor de vidrios exlica que “facilita la lectura estética de la fachada con su transparencia. Se realizó también con piezas de vidrio laminado de doble hoja apoyadas, en su borde exterior, en la piel externa del acristalamiento y, en el interior, en el forjado de cubierta sobre una carpintería oculta”.
Un sistema de perfiles de acero fijan la cubierta de vidrio con la envolvente maciza de las cubiertas.
En algunos puntos, el cuerpo de vidrio está en contacto con el muro de piedra, mientras que en otros se acompañan en el trazado. En algunos puntos, también ambos trazados dibujan una brecha abierta hacia un patio con árboles y plantas aromáticas.
En la caja de vidrio no existe un solo perfil a la vista que perturbe el diseño minimalista, porque las hojas de vidrio laminado están unidas mediante juntas de silicona y empotradas en el suelo en una serie de perfiles guía rehundidos.
Fachada continua
La construcción de la doble piel de vidrio entrañó las dificultades “habituales para no desvirtuar la imagen que el arquitecto tenía de su idea de cerramiento, pero siempre existió una relación muy fluida entre el equipo de diseño y el resto de colaboradores en la ejecución de la fachada para llegar al resultado final”, indica Calvo Busello.
La fachada exterior, sin embargo, fue donde se encontraron las mayores dificultades debido a la dimensión de las piezas de vidrio, “de seis metros de altura exenta –prosigue el consultor-, su apoyo en los contrafuertes de la planta alta en el que no podía existir ningún elmento distinto del vidrio, el apoyo de esas piezas en los galces inferiores y la solución de las esquinas para mantener la pureza de la arista garantizando al mismo tiempo la estabilidad”. En la resolución de las dificultades, Calvo Busello resalta la labor de Proinller, Proyectos e Ingeniería del Vidrio, empresa que entró en colaboración con Campo Baeza en la fase de desarrollo de la ingeniería de la fachada singular. “Tras la fase de desarrollo técnico, se contrató la ejecución material de la misma con el contratista principal de la obra para, posteriormente, construir la fachada proyectada. Participamos en toda la fase del proyecto, fase de diseño y puesta en obra con recursos propios”, explica Eduardo Llerena, ingeniero industrial y director general de la empresa. Desde Proinller coinciden con el consultor de vidrios que las principales dificultades del proyecto se plasmaron en “la ausencia de cualquier tipo de perfilería de fijación de la primera piel a la segunda, que se realizó mediante contrafuertes y medios adhesivos para su fijación, sistemas de alineación y fijación de contrafuertes, así como el movimiento de volúmens de vidrio de medidas de 6.000 x 2.700 mm. Para conseguir estos volúmenes de vidrio se emplearon medios especiales de fabricación y manufactura, así como medios de transporte específicos”, explica Eduardo Llerena.
El Consejo Consultivo de Zamora es una obra definitoria del estilo de Campo Baeza: líneas esenciales, luz, espacio… Un estilo que él mismo resumía en el espacio ‘Elogio de la luz’, de RTVE: “A lo largo de la historia, todos los edificios que nos interesan son el resultado de la búsqueda de la luz. Esa arquitectura es la que a mí me gusta llamar arquitectura esencial, aquélla que es sencilla, capaz de, con sólo el preciso uso de elementos, dar el máximo. Esta idea es la que a mí también me gusta llamar el ‘más con menos’”.