La escuela que es un pequeño pueblo
Para la construcción de la estrategia e identidad del proyecto se partió de la proximidad geográfica de la Escuela a la vía férrea ‘Vouga’. Así, se crearon espacios para proponer la idea de un viaje en tren en ‘el fondo del pueblo’.
“La vía férrea Vouga tiene una importancia histórica en la ciudad, una vez que contribuyó al desarrollo económico y social de la región, con la instalación de industrias y la explosión demográfica. Hoy, este tren es importante para que los jóvenes viajen a la playa durante las vacaciones escolares, es decir, una forma de expresar la libertad y el ocio”, comenta el diseñador de DAM Hugo Silva.
La representación de la vía férrea aparece en el suelo en la entrada del edificio. Este invita a caminar por los distintos espacios y encontrar cosas insólitas como una chimenea, una cigüeña, un alcornoque, una casa en el árbol o lápices gigantes. Entonces, cada habitación es como una casa que juntas forman un pequeño pueblo, representado en el mapa en la entrada.
“Los diversos elementos gráficos fueron seleccionados en base a la historia y cultura local de la ciudad de São João da Madeira, en Portugal. El cromatismo seleccionado refleja ligereza y serenidad y cada tipología de espacio se caracteriza por un color dominante”, añade la diseñadora Joana Santos.
Para la materialización del concepto, la intervención de los diseñadores incluyó más que la identidad visual gráfica de la Escuela, ya que también se apoyó en la selección de materiales y acabados, el desarrollo de la señalización, la selección de equipos y muebles y el diseño de soluciones de mobiliario a medida. Todo ello teniendo en cuenta las diferentes necesidades y permitiendo que los niños utilicen los espacios en su totalidad, tanto las aulas como los corredores.
“Nuestro objetivo era hacer de la escuela un espacio acogedor, relajado y divertido, capaz de promover la exploración y estimular la imaginación”, reconoce Hugo Silva.
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El proyecto interior proponía la reorganización del espacio escolar, a través de tres principios: flexibilidad, interactividad y participación. A lo largo del edificio se crearon espacios polivalentes y flexibles, así como amplias e iluminadas zonas de ocio y espacios coloridos. El objetivo era romper las barreras entre la educación y el ocio.
Las aulas fueron diseñadas para apoyar un aprendizaje más activo y, así, aumentar la participación positiva de los estudiantes. Por lo tanto, solo hay el equipamiento necesario para permitir la fácil reorganización de las aulas y espacios de aprendizaje.
“Queremos invitar al aprendizaje en grupo con organizaciones flexibles, contrario al modelo tradicional de aula con mesas y sillas individuales para todos los alumnos”, explica Joana Santos.
Además, las distintas aulas están equipadas de forma diferente, permitiendo distintas estancias para distintos tipos de aprendizaje: proceso en grupo, oportunidad de encuentro, experimentación y trabajo práctico, concentración individual y presentaciones. Así, las distintas clases están invitadas a experimentar todos los espacios, según los tipos de aprendizaje.
En el segundo piso también hay un comedor, una sala de deportes y una biblioteca con 3 funciones diferentes. Los diferentes espacios se conectan con un espacio exterior envolvente, ubicado en el centro del edificio. Y todos ellos tienen una fuerte conexión con la naturaleza a través de los materiales: la madera utilizada en los muebles y las paredes de corcho para las obras escolares.
Así, el proyecto se basa en la creatividad, el juego y la naturaleza, en el que se invita a un viaje de descubrimiento. Un viaje positivo y divertido que promueve el bienestar de la comunidad escolar actual y las generaciones futuras.