El lento despegar de IPv6
Seis años después de su lanzamiento mundial, la adopción de su sucesor IPv6 transcurre con ritmo pausado. Sin embargo, el progresivo despliegue de proyectos empresariales que demandan gran capacidad de direcciones de IP, como los procesos de transformación digital o las plataformas destinadas al Internet de las Cosas (IoT), podrían acelerar la implantación de IPv6.
Susana Juan, responsable de Desarrollo de Negocio y Partners Cloud de Arsys.
IPv4 vs. IPv6
Formadas por cadenas de caracteres, las direcciones IP identifican a cualquier dispositivo conectado a Internet. Estas cadenas de caracteres se componen siguiendo el protocolo IP versión 4, conocido como IPv4. Concebido en los años setenta, las direcciones bajo este protocolo están compuestas por cuatro números de 8 bits (el valor de un número de 8 bits oscila entre cero y 255) separados por puntos. Algo así: 217.76.128.63.
Bajo este formato de IPv4 es posible configurar unas 4.300 millones de direcciones únicas, un número claramente insuficiente para el crecimiento experimentado por los servicios digitales durante las dos últimas décadas en todo el mundo, especialmente tras el reciente auge de los dispositivos y aplicaciones IoT.
Aunque técnicamente se haya alargado la vida útil de IPv4 a través de procedimientos como el enmascaramiento de IP o Network Address Translation (NAT), que permiten que haya un mayor número de IP del que permite el protocolo de manera natural, la realidad es imparable: sólo el número de smartphones mundial ya igualó esa cifra a finales de 2017, según el último informe sectorial de Ericcson. IPv4 es un protocolo claramente insuficiente para la sociedad digital actual y, principalmente por ese motivo, se puso en marcha su sustituto, la versión 6 de IP.
Adoptando IPv6
Actualmente, España cuenta con un ratio de adopción de IPv6 residual, por debajo del 5%, según coinciden los datos de Google y el último informe anual de Internet Society. A nivel mundial, sólo Bélgica ha adoptado de forma mayoritaria el nuevo protocolo, con Alemania, Grecia y Estados Unidos a mayor distancia.
Numerosas aplicaciones que se están diseñando hoy de cara a la transformación digital, con un mayor número de servicios orientados a las comunicaciones entre máquinas, como los proyectos IoT, los hogares inteligentes o la conducción autónoma, están llamados a impulsar el agotamiento definitivo de IPv4 y acelerar la adopción de su sucesor. Para hacerse una idea de la ingente cantidad de direcciones IP que se requieren a medio plazo, basta fijarse en los numerosos estudios que afirman que, en cuestión de pocos años, la cifra de dispositivos IoT podría alcanzar los 50.000 millones de unidades.
Entre tanto, la realidad es que IPv4 e IPv6, presente y futuro de Internet, conviven a día de hoy de manera completamente transparente para los usuarios, sin afectar a la visibilidad de los servicios online, ya que los proveedores contamos con una infraestructura compatible con ambos protocolos.
¿Qué aporta IPv6?
La principal ventaja es la escalabilidad del propio protocolo, ya que bajo IPv6, las direcciones IP pasan a tener un formato de ocho grupos de cuatro dígitos en sistema hexadecimal (que utiliza los número del 0 al 9 y la letras de la A a la F), separados por dos puntos, como 2a01:0ba0:01e0:d001:34af:010c:d0f0:0a10. De este modo, IPv6 permite registrar hasta 340 sextillones de direcciones únicas.
Además, la actualización del protocolo a las nuevas necesidades también ha permitido renovar sus especificaciones con importantes novedades, como la incorporación de opciones de seguridad para facilitar la encriptación y autenticación de los usuarios (IPsec) o un mejor soporte a las aplicaciones que requieren tráfico en tiempo real, como las videoconferencias.