Vehículo eléctrico, ¿nuestra oportunidad?
Más allá de la creciente presencia de los vehículos eléctricos e híbridos en nuestros entornos, conviene preguntarnos si su proceso de generalización e implantación puede suponer una oportunidad real para el territorio de Tarragona en concreto.
El octubre pasado, el III Congreso Mediterráneo de Eficiencia Energética y Smart Green Cities, impulsado desde la Fundación Tarragona Smart Mediterranean City, atrajo a Tarragona a los expertos de las industrias vinculadas con el vehículo eléctrico, que ayudaron a madurar sobre la respuesta. Superemos, en principio, el automatismo de la negatividad, tan propio en ocasiones en nuestros entornos, y que lleva a exclamar rápidamente que nosotros no podemos, no estamos preparados, no nos toca, o no lo haremos bien: las ciudades y los territorios que más optimismo y confianza tienen en sus posibilidades son los que más crecen y mejor se posicionan en un mundo global. Algún día convendría analizar con detalle el conservadurismo inmovilista que se esconde detrás de los agoreros del negativismo.
Santiago Castellà, director de Projectes de la Fundació Tarragona Smart Mediterranean City.
Pero volviendo a lo que nos concierne: ¿puede el vehículo eléctrico ser una oportunidad real de especialización y competitividad para nuestro territorio? La pregunta nos interpela sobre las posibilidades que la implantación del mismo tiene para atraer recursos materiales e inmateriales -inversiones, empleo, talento, valor añadido…- a nuestro territorio. En el mapa simbólico de la investigación y la innovación global, el país que no esté posicionado en la movilidad eléctrica se verá claramente invisibilizado y su posición competitiva se verá notablemente afectada. Si Cataluña quiere estar presente, como merece, en la geometría de la I+D+I global tiene que jugar la carta, junto con las otras en que ya está posicionada, también del vehículo eléctrico. ¿Qué papel puede jugar en este contexto la Catalunya Sur, las comarcas de Tarragona?
Una primera respuesta puede llevarnos a pensar que, nuestro territorio, descosido y fracturado, con una amplia red de ciudades medianas, con alta movilidad laboral, comercial y social entre ellas, puede ser un espacio especialmente adecuado para la implantación de vehículo eléctrico, incluso de sistemas de car sharing. Parece inteligente aprovechar la oportunidad de visibilidad e internacionalización que suponen los Juegos del Mediterráneo 2017 para acelerar las lógicas de implantación de vehículos eléctricos en nuestro territorio. Seguramente podríamos contar con la complicidad del conjunto del país, que pensará que la idoneidad del territorio y de sus ciudades, junto con la visibilidad de los Juegos, es una oportunidad para potenciar el sector.
Pero nuestro reto, creo yo, va más lejos. Deberíamos impulsar todas las posibilidades de reactivación económica y creación de empleo que la implantación del vehículo pueden comportar (formar instaladores de puntos de recarga, talleres de reparación especializados, servicios de venta y postvenda del vehículo, renting, sistemas de alquiler, renovación flotas...). Y junto con ello impulsar una clara política de I+D+i en torno a este nuevo sector, facilitando que la Universidad y los centros de investigación se alineen con la industria química, facilitando el desarrollo de nuevos materiales adecuados por versatilidad, peso y resistencia para el coche eléctrico. Impulsando la investigación en materiales con sensórica que faciliten la comunicación del vehículo con su entorno (Internet of Things). Y buscando al tiempo como el vehículo eléctrico puede dar respuesta a las estrategias del sector turístico.