Fomentemos la detección de incendios, es nuestra responsabilidad
José Ramón Becerra, director gerente de Grupo On Seguridad y presidente de Aescra
20/03/2024Nunca he entendido porqué los sistemas de detección de incendio con los que ya cuentan múltiples establecimientos y locales carentes de presencia constante, no se conectan en gran medida a una CRI. Ni porqué la mayoría de las viviendas no cuentan un sistema sencillo de detección de incendios también conectado a una CRI o al menos con un simple detector autónomo. Y no puede ser una cuestión de precio, hay detectores autónomos para viviendas por menos de cincuenta euros. La relación coste-beneficio es enorme si al otro lado de la balanza ponemos que pueden salvar vidas. Pienso que es una cuestión fundamentalmente de falta de concienciación de la ciudadanía, en la que influye la ausencia de buenas campañas de sensibilización en medios de comunicación, como por ejemplo se hace con los accidentes de tráfico, pero también de una falta de involucración empresarial.
En lo que supone conectar detectores de incendio a una CRI, resulta interesante comparar con la evolución habida con las alarmas de robo conectadas a CRA. Hace décadas comenzó una escalada, fomentada por un fuerte empuje empresarial, y comenzaron a instalarse masivamente en todo tipo de escenarios. Quitando los cerca de 50.000 establecimientos a los que la legislación de Seguridad Privada obliga a contar con una alarma conectada a CRA (bancos, joyerías, etc.), los establecimientos y viviendas que con carácter voluntario también la han instalado rondan los 3.100.000 (fuente DBK INFORMA febrero 2024), cifra que se prevé siga aumentando. Y no ha habido una legislación que obligue a ponerlas ni una barrera en el precio que lo impida. Simplemente los usuarios sienten la necesidad de ponerlas, eso sí, impulsados por el buen marketing e incesante publicidad de algunas empresas potentes. Sin embargo, una alarma de robo protege principalmente patrimonio y una de incendio, como ya hemos dicho, puede salvar vidas. Entonces ¿cómo es posible que teniendo este valor añadido no hayan seguido la misma dinámica exitosa? ¿por qué no se instalan más detectores de incendio, mejor si van conectados a una CRI, para garantizar un respuesta temprana?
En el estudio 'Víctimas de incendios en España en 2022' 2022 publicado a finales de 2023 por la Fundación Mapfre y la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos, se mencionan datos y conclusiones tan interesantes como las siguientes:
“A pesar del denodado esfuerzo invertido en los últimos años para reducir el número de fallecidos por incendio, el resultado no está dando los frutos deseados y, un año más, el número de fallecidos ha aumentado”.
“En 2022 se han computado 32.437 siniestros por incendio en edificaciones (aquí se incluye todo tipo de inmuebles, ya sea residencial, terciario o de servicios), y, de entre estos últimos, 18.429 fueron en viviendas, 50 al día. De los 235 fallecidos, 176 se registraron en viviendas, la cifra más alta desde que se elabora este estudio (2010). Los mayores de 64 años son los más vulnerables”.
“2022 sólo admite un calificativo a la hora de valorar los datos de muertes en España por incendios: nefasto”.
“La instalación de un detector de humo se convierte en una herramienta que va a dar una nueva oportunidad a un ser humano, similar a la oportunidad que nos da el cinturón de seguridad, cuando lo llevamos puesto, eso sí, de una manera correcta”.
“Vuelve a ponerse de manifiesto que se considera imprescindible una política que, sin descartar la obligatoriedad al menos para viviendas de nueva construcción, fomente la colocación de sistemas de detección de humo en casas particulares, apoyando cualquier iniciativa legislativa que nos equipare en cuanto a la instalación de detectores y/o rociadores a los países de nuestro entorno como Francia o Gran Bretaña, donde dichos aparatos son obligatorios”.
Innecesario añadir nada más.
Hagamos un ejercicio de extrapolación. La ingente cantidad de sistemas de robo conectados a CRA comentada anteriormente, conlleva sin duda efectos positivos: nos hacen sentirnos protegidos generando bienestar, evitan muchos robos o minimizan sus consecuencias, cubren y complementan esa parcela de la seguridad correspondiente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE), mueven la economía (1.400 millones de euros estimados en 2022, según la misma fuente anterior), generan miles de puestos de trabajo directos e indirectos (instaladores, fabricantes de material, distribuidores, agencias de publicidad...), etc. Pero también uno negativo: las falsas alarmas. La lucha para minimizarlas es incesante. El 99,5% de las que se producen son falsas y la CRA logra saberlo con los métodos de verificación puestos a su alcance por el usuario, su instalador y la legislación. Y aun así, la mayoría de los miles de alarmas comunicadas que suponen ese 0,5% restante, que por un motivo u otro cumplen las condiciones para avisar a las FCSE, también acaban siendo falsas. No llega al 20% el número de intervenciones policiales por avisos desde CRA que estén producidas por un hecho justificado de producir su intervención. Pero movilizar inútilmente una patrulla policial, aun siendo indeseado, no tiene la misma consecuencia que movilizar a los bomberos, tiene un alcance negativo muy superior. No obstante, cabe destacar que el número de falsas alarmas en incendio es mucho menor, principalmente porque el factor humano produce la mayoría de las de robo, por ejemplo por los frecuentes errores al conectar y desconectar.
Por tanto, en incendio, empresarialmente hablando, el temor a las falsas alarmas de entrada asusta, siendo una de las causas que probablemente ha frenado hasta ahora la iniciativa a fomentarlo. Y ni que decir tiene la otra cara de la moneda, la responsabilidad que pueda derivarse tras un incendio real de gran alcance donde pueda ponerse en entredicho la actuación de la CRI ante, al menos de momento, la carencia legal de un protocolo de actuación claramente definido que erradique la inseguridad jurídica actual en la que nos movemos.
Sin embargo, las empresas de seguridad privada y de protección contra incendio también tenemos una responsabilidad social. Tenemos que retornar a la sociedad parte de lo que nos aporta, de la que formamos parte y que nos permite ganarnos la vida. Debemos fomentar la instalación de detectores de incendio, autónomos o conectados a CRI. No esperemos a que el legislador lo vaya determinando lentamente, además de que lógicamente nunca llegará a obligar a todo tipo de establecimientos y viviendas, como pasa con las alarmas de robo conectadas a CRA, donde solo obliga a una minoría con mayor riesgo. Fomentemos el mensaje. Gestionemos las dificultades y riesgos empresariales que conlleva y luchemos por la definición legal de un protocolo de actuación que nos aporte la seguridad jurídica necesaria. Pero impulsemos, como hace décadas se hizo con las alarmas de robo, la instalación de detectores de incendio autónomos o conectados a CRI, porque sabemos que, además de patrimonio, pueden salvar vidas. Es nuestra responsabilidad social.
“Nunca he entendido por qué los sistemas de detección de incendio con los que ya cuentan múltiples establecimientos y locales carentes de presencia constante, no se conectan en gran medida a una CRI. Ni por qué la mayoría de las viviendas no cuentan con un sistema sencillo de detección de incendios también conectado a una CRI o, al menos, con un simple detector autónomo”