El impacto industrial y laboral de la economía 4.0
Javier Murcia, Ingeniero Industrial, responsable de Gestión de la Innovación de Unión de Mutuas
29/08/2019Javier Murcia durante la celebración del Congreso Ágora Bienestar, en el que se presentó el proyecto ‘R-evolución Industrial: prevención y retos 4.0’.
Con este objetivo ha visto la luz el proyecto ‘R-evolución Industrial: prevención y retos 4.0’. Se trata de una investigación elaborada por cuatro entidades de referencia en la Comunitat Valenciana representativas de los sectores productivos de la madera, el mueble y la metalurgia —Aidimme, Femeval, Fevama y Valmetal— y dos entidades referentes en el mundo de la prevención y el cuidado de la salud laboral —Unimat Prevención y Unión de Mutuas—. Entidades que llevan más de 20 años sumando experiencias y conocimientos para aumentar la productividad y la competitividad empresarial.
El estudio pionero y colaborativo aborda, desde la visión empresarial, preventiva e innovadora, los obstáculos y los desafíos, hasta ahora desconocidos e inexplorados, del uso de las tecnologías habilitadoras en el entorno de trabajo, así como los nuevos riesgos laborales emergentes resultantes de la relación persona-máquina y las estrategias de actuación para hacer que la Industria 4.0 sea más productiva, más segura y más humana.
La investigación, a partir de entrevistas realizadas a las empresas, analiza las condiciones de trabajo y empleo afectadas por la digitalización y ofrece las pautas para asegurar la adaptación del nuevo entorno al bienestar de las personas trabajadoras. Unas pautas basadas en la ética y la responsabilidad social, posibilitando que las personas sean las verdaderas protagonistas de la transformación digital, situándolas en el centro de todos los cambios y revolución tecnológica.
Son muchas las ventajas competitivas que trae consigo esta economía 4.0, como es la eficiencia productiva y el aumento de los beneficios económicos, sociales y medioambientales. A esto hay que añadir, en el ámbito de la prevención, el gran potencial que tienen las nuevas tecnologías en cuanto a la eliminación y reducción de los riesgos laborales. Entre otros muchos, la disminución de las tareas repetitivas, peligrosas y de menor valor añadido al ser realizadas por robots o cobots; la menor exposición a ambientes contaminantes; la mayor disponiblidad de datos para objetivar y tomar decisiones; la reducción de incidentes consecuencia de los mantenimientos predictivos de los equipos de trabajo; y la mayor protección personal gracias a los dispositivos de protección inteligentes que advierten de situaciones de riesgo y emiten alertas, los llamados ‘smart EPI’.
Pero, más allá de las ventajas, el estudio demuestra que es en la esfera organizativa y psicosocial donde la Industria 4.0 va a tener un mayor impacto. Los cambios en las condiciones de trabajo provocados por exigentes ritmos de trabajo, extensión de jornadas, horarios, el trabajo nómada, las alteraciones en las relaciones personales y jerarquías profesionales, o las nuevas formas de contratación, provocan un escenario en el que aparecen riesgos psicosociales, organizacionales, de seguridad, higiene, y ciberseguridad.
Así, emergen como nuevos riesgos laborales el rechazo a lo desconocido ante las nuevas tecnologías y sus cambios, la aparición del tecnoestrés, la tecnofobia o la tecnoadicción, la vulnerabilidad, el aislamiento social por la virtualización de las comunicaciones, la invasión del ámbito personal o el sentimiento de inseguridad por la posible precarización del empleo.
Ante todos estos riesgos identificados, el proyecto ofrece respuestas, una hoja de ruta con una serie de estrategias para que las empresas puedan eliminarlos, reducirlos y prevenirlos. Estrategias que deben de plantearse de manera personalizada en cada compañía con la aplicación de códigos éticos que contemplen el teletrabajo y el derecho a la desconexión, actuaciones en el ámbito del liderazgo, protocolos de gestión de conflictos, sistemas de reconomiento y recompensa, técnicas del mentoring, el business-game para adquirir conocimientos en entornos distendidos, talleres de gestión de emociones y de estrés, análisis de riesgos, fomento de la participación, organización coherente del tiempo de trabajo y una gestión de la edad y el envejecimiento activo que abarca desde el personal de mediana edad —denominados inmigrantes digitales— hasta las personas mayores que necesitan acciones de adaptación más exclusivas como las técnicas de coaching intergeneracional.
Por todo ello, bien podemos concluir que las nuevas tecnologías en sí mismas no implican efectos positivos o negativos. Es la forma en la que se utilizan la que determina unos resultados beneficiosos o perjudiciales. Trabajemos, pues, con ellas y no contra ellas.
"Las nuevas tecnologías en sí mismas no implican efectos positivos o negativos, sino la forma en la que se utilizan. Trabajemos, pues, con ellas y no contra ellas"