Al olor de la flor
En Maquitec ya nos hemos hecho algunas ideas. Un robot de Fanuc decía algo a todo el que se movía, tenía hasta cara de simpático, aunque la sonrisa era un tanto fingida. Seguro que en la EMO esta empresa tendrá en cuenta la acogida de su robotito, que probablemente haya visitado unas cuantas ferias, para decidir si también hablará con todo ser viviente en Hannover.
Otros lo hicieron más sencillo, aunque según cómo se mire. Una flor de Curvaser, hecha con una curvadora, se hizo famosa, todo el mundo la llevaba. Y no, la broma de olerla no sólo se le ocurrió a Usted. Tenía la flor poco de poético y mucho de industrial, ocultaba tras sus fríos pétalos la experiencia de un ser de dos piernas que supo preparar la máquina para hacer flores como churros. Fue la fría flor para el florero de la fábrica. Y como si de una metáfora se tratara, el caracol cortado por láser de Horfasa se acomodaba en las manos de todos aquellos que se hicieron con uno en un gesto pausado y acaracolado, que venía a recordar la lenta recuperación de un sector, el de la máquina-herramienta, que progresa con cuidado dejando el rastro de su presencia.
Volviendo al suelo, la séptima edición de Maquitec se clausuró el pasado 24 de marzo en el recinto de Gran Vía de Fira de Barcelona con 20.962 visitantes vinculados a la actividad industrial. El feriante tiene sus dudas, pero ante la perspectiva de hacerse con una flor curvada o un caracol sometido a la fiereza del láser, el feriante decide voy y, si el robot le dice ven, lo deja todo. Ferias para calentar motores, para despejar dudas, ferias para dudar, pero también para decidir, pensar si el cliente lo dejará todo y vendrá al olor de nuestra flor.